En el número 16 de la "rue Cadet" se conocen como "grandes días" aquellos en los que tienen lugar importantes acontencimientos masónicos (caso por ejemplo de la inauguración del Museo de la Francmasonería el 10 de febrero de 2010), y en esta ocasión el gran día coincidió con la cita en la sede del GODF, el pasado 28 de noviembre, de todo el Consejo de la Orden y de su Gran Maestro.
Obediencia heredera de la Francmasonería del siglo de las Luces, diezmada durante el Terror hasta el punto de perder en torno al 80% de sus miembros, traspasada por corrientes de pensamiento contradictorias propias de la sociedad del siglo XVIII, el Gran Oriente conmemoró el trabajo desarrollado en 1773 por el Marqués -más tarde Duque- Anne-Charles Sigismond de Montmorency-Luxemboug.
La Francmasonería se implanta en Francia a partir de 1728, coincidiendo con el exilio de los estuardistas, y desarrolla a lo largo de todo el continente europeo sus ideales progresistas, especialmente el de la libertad de conciencia, aunque tal acepción será percibida de un modo diferente en función de cada país; así los ingleses, sometidos a un régimen de religión única, podrán en adelante elegir su religión, mientras que en Francia se va a consolidar progresivamente el ateísmo.
Paralelamente va a dar vida a un modelo institucional en el que los presidentes de las logias prácticamente van a convertirse en dueños exclusivos al ejercer sus funciones. La habilidad táctica de Montmorency-Luxembourg llevará a una reforma profunda de la obediencia que tendrá lugar en 1773 y que hará que, en adelante, el cargo de Venerable de la logia se someta a elección cada año. El Gran Oriente toma entonces la forma institucional y democrática que sigue manteniéndose en la actualidad.
La celebración de estos 240 años habrá sido sin duda para el Consejo de la Orden la ocasión perfecta para celebrar en rue Cadet una gran fiesta de la Orden, organizando varias actividades de carácter cultural, histórico y masónico, coordinadas todas por Jean Christophe Garrigues, segundo Gran Maestro Adjunto responsable del área de Cultura.
En primer lugar, y hay que decir que representa el culmen de la iniciativa histórica y cultural promovida desde la rue Cadet, la visita al Museo. Una vista que ahora mismo y hasta el 21 de diciembre se ve prolongada por la exposición "Los Decalitos - la libertad a través de 10 piedras", de Gilles Turgné.
Los expositores ubicados en el hipóstilo exhibían las últimas obras relacionadas con la Francmasonería del siglo de las Luces y un catálogo de bella factura sobre la exposición.
A continuación se plantearon tres conferencias sobre los temas siguientes: "La Francmasonería y la geopolítica de la Europa del siglo XVIII" con Yves Hiver-Messeca, "La Francmasonería y la Ilustración en el siglo XVIII" con Cécile Révauger, y "La Francmasonería y sus corrientes rituales en el siglo XVIII" a cargo de Roger Dachez. Numeroso público, más del que cabía en la sala.
Para acabar un coloquio descompuesto en tres partes en torno a una cuestión central: "La formación del Gran Oriente de Francia en 1773 ¿un simple hecho histórico?", siendo los ponentes Michel Kerjean, Louis Trébouchet -que fue Gran Maestro Adjunto de la Gran Logia de Francia y que intervenía por primera vez en el GODF- y André Combes, historiador y que fue director del IDERM (Instituto de Investigaciones Masónicas).
El coloquio fue retransmitido en directo a través de GODF.TV, en cuyo sitio web puede verse todavía. Además del Gran Templo Arthur Groussier fue necesario habilitar el templo La Fayette para acoger a la totalidad de participantes inscritos. El Gran Maestro Daniel Keller saludó y agradeció en su discurso de clausura, la presencia del Prefecto de la Región Ile de France, señor Jean Daubigny, quien encarnó la representación institucional de la República Francesa en el Gran Oriente de Francia; la del señor Jacques Bravo, alcalde del noveno distrito y la de la señora Pauline Véron, teniente alcaldesa.
Sabemos que se editará en breve un DVD para conservar la memoria de este acontecimiento.
Fueron varias las obediencias masónicas, tanto francesas como de otros países, las que aceptaron la invitación del GODF y estuvieron representadas por una delegación:
La Federación Francesa del Derecho Humano, con su presidente, Michel Méley;
La Gran Logia de Francia, con su Gran Maestro, Marc Henry y el consejero federal Jean Marie Doumbé;
La GLTSO, con su Gran Maestro, Jean Dubar;
La GLF-MM, con su antigua Gran Maestra, Bernardette Cappello;
El OITAR, con su Gran Maestro General, Didier Ozil;
La GLMU, representada por la Gran Secretaria, Jocelyne Guilleminot-Arles y el consejero de la orden, Marc Léger;
La GLMF, con su Gran Maestro, François Padovani;
El Gran Oriente de Bélgica, representado por su Gran Maestro, Jef Asselberg;
El Gran Oriente de Luxemburgo, con su Gran Maestra Evelyne Blanchard;
El Gran Oriente de Suiza, representado por el Gran Maestro Philippe Lang;
y el Gran Oriente Lusitano, representado por su Gran Secretario, Antonio Lopes.
¿Encarnará este aniversario la "reconciliación" entre el GODF y la Gran Logia de Francia tal y como se contenta en decir François Koch en su blogLa Lumière? Las relaciones entre ambas organizaciones no se han roto no obstante las fuertes tensiones surgidas a partir de la declaración de Basilea. Pero son tensiones que no tienen nada de novedosas en nuestra común historia. Digamos que sabemos convivir con ellas. Y no parece que las intenciones del Gran Maestro del GODF sean las de avivarlas. Más bien al contrario.
El hecho a que nos venimos refiriendo marca el comienzo del mandato del Gran Maestro Daniel Keller, y se corresponde con su ambición de hacer lo que sea necesario para que el GODF reencuentre la capacidad de influencia intelectual que tuvo en el siglo de las Luces.
Si el siglo XVIII vio nacer a la Francmasonería y cómo se establecían sus cimientos, el XXI ha de permitirle aportar a un mundo completamente desorientado las luminosas señales que le faltan. Es precisamente en los momentos en los que se acumulan los riesgos, en los que se multiplican los ataques contra la dignidad humana, en los que surgen los miedos colectivos, que la Francmasonería puede trazar mucho mejor los perfiles de una humanidad mejor y más esclarecida. Una Francmasonería que no sólo es una institución, sino también una escuela de la personalidad, un espacio para la reflexión y la elaboración de un pensamiento que coloca al ser humano en el centro de sus preocupaciones, en el corazón de las perspectivas del desarrollo humano. Y me refiero a la Francmasonería, no solamente a una u otra obediencia.
Los francmasones saben que las utopías de hoy pueden ser las realidades del mañana a poco que se propongan actuar en la sociedad. Más que nunca recobra fuerza ese aforismo de autor desconocido que reza: "Sólo se pierden de antemano las batallas que no se libran".
Gérard Contremoulin
Ilustración principal: Anne Charles Sigismond de Montmorency-Luxembourg
Et si omnes, ego non.