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La cena de empresa, el cóctel navideño perfecto para las infidelidades, según la psicóloga Lara Ferreiro

Publicado el 26 noviembre 2025 por Emprendedores De Hoy

La cena de empresa, el cóctel navideño perfecto para las infidelidades, según la psicóloga Lara Ferreiro

Hay tradiciones que anuncian la llegada de la Navidad: la canción de «All I Want for Christmas Is You» sonando en bucle, las luces de Vigo iluminando medio país, el sorteo del día 22 de diciembre… y, por supuesto, las cenas de empresa. Este encuentro rompe por completo la dinámica habitual del trabajo: el espacio cambia, las normas se flexibilizan, las jerarquías se difuminan y las interacciones adquieren un tono mucho más cercano y espontáneo.

Lo que durante el año está marcado por protocolos y roles rígidos, durante unas horas se convierte en un ambiente festivo donde la naturalidad sustituye a la formalidad. Y en ese clima más libre y distendido, algunos asistentes llevan objetivos muy concretos: según datos de Ashley Madison, plataforma especializada en personas que quieren una relación no monógama, el 19,4% acude a la cena con la intención expresa de ligar o tener un encuentro íntimo, conscientes de que esa noche puede convertirse en un escenario especialmente propicio para la infidelidad.

No es extraño, entonces, que las infidelidades durante las cenas de empresa sean un fenómeno cada vez más frecuente: el 22% los españoles reconoce haber sido infiel en una cena navideña de trabajo. Aun así, antes de que ocurra, la fantasía ya está instalada en muchos casos: más de la mitad de los españoles ha imaginado tener una aventura con un compañero de trabajo en la cena de Navidad. Y lo más llamativo es que esa fantasía no siempre se queda en la imaginación: el 40% reconoce haberla cumplido alguna vez, también según datos de Ashley Madison.

Además, en la encuesta también se observa un patrón interesante: el 93% quienes han vivido una aventura en la cena de empresa asegura que no se arrepiente, y la razón parece estar en la sensación de seguridad. El 85% afirma que nunca fue descubierto y el 82% sostiene que la aventura no tuvo consecuencias, lo que refuerza la idea de que, para muchos, estas experiencias se viven como episodios aislados y discretos.

La psicóloga Lara Ferreiro, autora de ¡Ni un capullo más!: El método definitivo para quererte y encontrar a tu pareja perfecta, señala que pasar más de 200 horas junto a la misma persona incrementa significativamente la probabilidad de desarrollar sentimientos o atracción sexual, especialmente en entornos laborales donde la colaboración es constante.

Aunque se perciba como algo espontáneo, estas situaciones rara vez nacen de cero. Suelen ser la consecuencia de tensiones, miradas, afinidades o deseos acumulados durante el año que encuentran, en la cena navideña, el contexto perfecto para liberarse.

La psicóloga explica que “este tipo de infidelidades suele surgir de un proceso previo, muchas veces silencioso, en el que la complicidad diaria va construyendo una base emocional difícil de ignorar. La convivencia continuada, el intercambio constante de apoyo y la sensación de entendimiento mutuo hacen que el vínculo crezca de forma gradual, hasta que una noche más desinhibida actúa como detonante.”

Tipos de perfiles de infieles en las cenas de trabajo

Las infidelidades que ocurren en las cenas de empresa no responden a un único patrón. Cada persona llega con su propia historia y su forma de gestionar la tentación. Por eso, aunque la situación es la misma para todos (alcohol, desinhibición, clima festivo y tensión acumulada durante el año), la manera en la que cada uno actúa frente a ese impulso varía enormemente.

El impulsivo o arriesgado

Este perfil vive las cenas de Navidad como un espacio donde “todo puede pasar”. No siente que deba controlar el deseo ni que deba modular su comportamiento en función de las consecuencias. De hecho, las consecuencias ni siquiera forman parte de su proceso de pensamiento en el momento.

Características emocionales y psicológicas:

Actúa desde el cuerpo, no desde la cabeza. Su impulso es inmediato, visceral.

El contexto festivo le potencia la sensación de libertad. Fuera de la oficina, se siente menos vigilado y más disponible para dejarse llevar.

La adrenalina es un motor clave. No solo le excita la persona con la que se enrolla, sino también el riesgo de ser visto, el morbo del “aquí y ahora” y la sensación de desafío a la norma.

El discreto o conservador

Este perfil es prácticamente el opuesto. También siente atracción, también experimenta tensión sexual, pero su relación con la privacidad es completamente distinta. Para esta persona, la infidelidad solo es “válida” si nadie lo sabe.

Características emocionales y psicológicas:

La clandestinidad es parte del ritual. Lo prohibido le atrae, pero solo cuando se siente protegido por la sombra.

Tiene un miedo profundo al juicio social. No quiere convertirse en el protagonista de un cotilleo en la oficina.

Necesita controlar el relato. Para mantener su reputación, su familia y su estabilidad laboral.

Paradójicamente, este es el perfil que más tiende a repetir infidelidades. ¿Por qué? Porque la sensación de “secreto perfecto” refuerza su conducta. Si no le descubren, siente que puede seguir haciéndolo sin consecuencias reales.

Los lugares más comunes para estas infidelidades

Aunque el ambiente festivo favorece el coqueteo y los acercamientos, las infidelidades rara vez se consuman en pleno salón de la cena, donde las miradas curiosas y los móviles siempre atentos actúan como freno. La mayoría de encuentros se producen en espacios más discretos y en momentos estratégicos de la noche. Según los datos, estos son los lugares más habituales:

Habitaciones de hotel — 43%

Este es el grupo que apuesta por el salto más directo y contundente. Reservar una habitación implica un paso claro hacia la intimidad completa, lejos de testigos y sin interrupciones.

Aquí suelen producirse los encuentros más explícitos, aquellos que dejan menos espacio a la duda sobre las intenciones.

El taxi — 29%

Para muchos, es el escenario perfecto para un encuentro a medio camino entre lo romántico y lo clandestino.

Aquí predominan los besos y las caricias, sin llegar necesariamente a algo más.

El taxi aparece como un espacio íntimo “de paso”, una excusa natural:

Para desplazarse a otro local, para volver a casa, o simplemente para “compartir trayecto porque viven cerca”.

Escaleras o baños de la discoteca — 23%

Aquí se encuentra el grupo más impulsivo y amante del riesgo.

No buscan privacidad absoluta, sino el morbo del peligro y la adrenalina de actuar a pocos metros del resto del equipo.

Se trata de encuentros breves, intensos y muy físicos, aprovechando momentos de despiste de los compañeros.

Quienes eligen este lugar suelen separar bien lo que ocurre esa noche del vínculo laboral:

Pueden volver a la fiesta como si nada, mantienen buena relación en la oficina, y rara vez dejan que lo ocurrido afecte a la dinámica profesional.

La oficina, al día siguiente — 22%

Es el perfil de quienes prefieren actuar con calma y sin alcohol de por medio.

En lugar de precipitarse durante la fiesta, esperan a que baje la euforia y buscan un momento más sobrio para dejarse llevar.

Después de la cena, cuando todo el mundo se ha marchado y el edificio queda vacío, el lugar de trabajo se convierte en un escenario cargado de simbolismo:

Es donde surgió la tensión, donde comparten horas, y donde la atracción se ha ido construyendo a fuego lento.

Escogen la oficina porque mantiene la chispa de lo prohibido, pero con mayor claridad mental que durante la fiesta.

Top 3 de las posiciones más deseadas

Con el ambiente festivo, la desinhibición y meses de convivencia laboral a la espalda, no sorprende que muchas personas lleguen a la cena navideña con alguna idea rondando la cabeza.

Pero, puestos a imaginar… ¿Con quién es más habitual que surja ese “algo” durante la noche? Los datos dibujan un patrón muy claro:

Un compañero de otro departamento (46,7%)

El primer puesto lo ocupa una opción lógica: alguien con quien no se trabaja codo con codo cada día.

¿Por qué?

Reduce el riesgo de incomodidad diaria si después del encuentro hay arrepentimiento.

Da más margen para mantener distancia sin afectar al trabajo directo.

Añade cierto morbo, porque los piques y chismes entre departamentos suelen alimentar el interés.

La mezcla entre familiaridad lejana y la novedad del contexto convierte a este perfil en el más atractivo.

Alguien del mismo departamento (16,1%)

Aunque la cifra es menor, esta opción es también muy frecuente.

Aquí entra en juego una regla simple: la proximidad sostenida genera conexión.

Pasar tantas horas juntos (reuniones, proyectos, estrés compartido, cafés robados al reloj)crea una intimidad funcional que puede transformarse en algo más.

El roce, literalmente, hace el cariño.

El jefe o la jefa (13,6%)

El tercer puesto lo ocupa una figura que despierta tanta curiosidad como precaución. La relación con un superior tiene un componente extra de intensidad: el contraste entre la jerarquía diaria y la relajación del ambiente festivo puede generar una mezcla potente de atracción y morbo. Para algunas personas, la llamada “erótica del poder” es un factor decisivo; para otras, la fantasía se activa por la admiración, la autoridad o el vínculo de confianza construido a lo largo del año.

Y cada persona se pregunta con quién se liaría dentro de su empresa.

La cena de empresa, el cóctel navideño perfecto para las infidelidades, según la psicóloga Lara Ferreiro


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