Revista Expatriados

La cena de Moctezuma

Por Maletas@sinrumbo

Nachos, burritos, tacos o quesadillas. Esto es lo primero que nos viene a la cabeza cuando pensamos en comida mexicana. Pero nos quedamos cortos, muy cortos. El país azteca ofrece un gran abanico de “platillos” –como ellos dicen- en su gastronomía: manchamanteles, pozole o mixiote son algunos de los últimos platillos que he descubierto este fin de semana.

Fue en un restaurante mexicano de Madrid: el Tepic, que con motivo de la celebración del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución mexicana, celebra unas jornadas gastronómicas que ligan el aspecto culinario a la cultura. Y claro, no me pude resistir.

Lejos de recibirte como mariachis o sombreros mexicanos, este restaurante de aspecto moderno situado en el corazón de Chueca se aleja claramente de los tópicos a los que estamos acostumbrados, tipo cadenas Tex Mex o La Cantina Mariachi.

Bajo el mural de un mexicano con sombrero, descubrí que en Mexico también tienen su propio “cocido”: el pozole. Se trata de una sopa hecha con granos de maíz, carne chile y verduras. Con un origen precolombino, es muy típico de los estados de Sinaloa y Jalisco. Según la leyenda, durante las fiestas aztecas en honor al dios Xipe, Moctezuma tomaba pozole con la carne de algún prisionero sacrificado en honor del dios. No sé como estaría el pozole del emperador, pero el mío estaba delicioso.

Otro plato al que no me pude resistir fue al manchamanteles: un sabroso guiso del estado de Oaxaca, hecho a base de lomo de cerdo que se sirve con tortillas de maíz y rebanadas de plátano macho. A pesar de ser un plato que no lleva picante, me entraron muchos calores mientras lo comía (serían las especias...). Con lo que ya no pudo mi estómago fue con el mixiote de carnero: envuelto en una hoja de maguey pulquero -planta de la que se obtiene el tequila-, la carne enchilada se cuece al vapor y se presenta en una especie de saquito. Es un platillo contundente muy típico del centro de México. Y cuidado, la planta no se come.

Para beber me ofrecieron una margarita. Me mojé los labios, pero no quise más. El tequila me trae muy malos recuerdos. Lo que sí bebí fue la michelada. La tradicional se sirve en una copa escarchada con sal, chile, jugo de limón y hielo. Yo me atreví con la versión fuerte que además lleva tabasco y chile. Me encantó la mezcla de sabores de la cerveza negra con el picante. Y toma nota: esta bebida es un buen remedio para la resaca.

Los Tacos de Pastor, el aguachile de camarón, la cochinita (igualita a la que probé en el Yucatán) o el pastel de tres leches con cajeta (lo que conocemos como dulce de leche) son otros de los manjares mexicanos que encontré en esta taquería. Eso sí, date prisa si quieres probar su menú degustación (25 euros), porque termina este fin de semana. ¡Ah! Y si quieres conocer las maravillas de México de boca del chef Ángel Rodríguez, no te pierdas el vídeo de este post.


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