‘La cena’: Ni mesa sin pan, ni ejército sin capitán

Por Juan Manuel Llerena.

Para quienes tengan la duda: no, La cena no es otra película más sobre la Guerra Civil. Manuel Gómez Pereira lo deja claro desde los primeros segundos, con unos títulos de crédito modernos y coloridos que, a primera vista, chirrían frente a la penumbra de la posguerra. Pero a los cinco minutos entendemos que esto no es una película puramente histórica; sino otra cosa: «una sátira de una época y un dictador que no estamos acostumbrados a hacer», en palabras del propio director. ‘La cena’: Ni mesa sin pan, ni ejército sin capitán Después de Un funeral de locos, Gómez Pereira dirige una libre adaptación de la obra de teatro de José Luis Alonso de Santos La cena de los generales. La historia se sitúa en abril de 1939, apenas dos semanas después del final de la Guerra Civil. El teniente Medina (Mario Casas), oficial de intendencia del ejército franquista, recibe el encargo de organizar una cena para Franco y sus generales en el Hotel Palace de Madrid. Pero pronto se encuentra con un problema: todos los cocineros de la capital están en la cárcel, por «rojos». Medina, con la ayuda del maître del hotel (Alberto San Juan), intenta sortear la falta de marisco y de música, mientras reúne a un equipo de cocineros republicanos que, entre plato y plato, sueñan con fugarse. Alberto San Juan lleva décadas demostrando lo buen actor que es y lo bien que le sientan tanto los personajes de galán como de pardillo. En La cena vuelve a desplegar esa elegancia natural y esa capacidad para llenar la pantalla con apenas una mirada o una réplica. Mario Casas, en cambio, ha tenido que recorrer un camino más largo y empedrado. Durante años ha cargado con la etiqueta del «malote buenorro», ese personaje que se le pegó a la piel como una colonia barata. Pero hace tiempo que empezó a quitárselo de encima, película a película, con paciencia y oficio. En La cena está espléndido, igual que en Muy lejos, donde ofrece una de las interpretaciones más sólidas y emocionantes de su carrera —quizá incluso una de las mejores del año—. Desde entonces, ya no veo al ídolo de carpetas adolescentes, sino al gran actor en el que se ha convertido. ‘La cena’: Ni mesa sin pan, ni ejército sin capitán
Tanto San Juan como Casas poseen una vis cómica natural, una intuición para el ritmo y la réplica que los hace brillar tanto en la comedia como en los momentos de mayor carga dramática. Por eso, las escenas que comparten son, sin duda, lo mejor de la película. Verlos enfrentarse y acompañarse en pantalla es como asistir a un duelo interpretativo de primer nivel, en el que ambos salen vencedores. A su lado, un grupo de secundarios de lujo completa el reparto: Asier Etxeandia, Elvira Mínguez, Nora Hernández, Óscar Lasarte, Martín Páez, Carmen Balagué y Antonio Resines, entre otros. Todos están estupendos, pero es Nora Hernández quien se roba todas las miradas, con un personaje lleno de dulzura. Una nueva actriz a la que ojalá el cine no le quite la frescura ni las ganas. ‘La cena’: Ni mesa sin pan, ni ejército sin capitán
Hacer una comedia sobre la Guerra Civil es difícil, salvo que seas Berlanga. Bueno, hacerla no: hacerla y que funcione, que haga reír de verdad. Clara Bilbao lo intentó con Tratamos demasiado bien a las mujeres, pero ni siquiera la siempre maravillosa Carmen Machi ni Antonio de la Torre consiguieron sacarme una sonrisa. Soy de risa difícil, y, sin embargo, La cena logra despertarme varias carcajadas —y cuando no, más de una sonrisa—, algo que hacía tiempo no me pasaba con una película, y que tampoco me ocurrió con Un funeral de locos, la anterior película de Gómez Pereira: un remake de un remake con un reparto excelente, pero incapaz de hacer milagros.Remontar después de aquello no era demasiado difícil, pero podía haber salido mal. Sin embargo, Gómez Pereira firma aquí una comedia que, aunque tampoco pretende ser de autor, cumple con lo fundamental: hace reír. Y casi todos los chistes le funcionan, a juzgar por la gente de la sala. Cuando aparecen los créditos y veo que Joaquín Oristrell y Yolanda García Serrano están detrás del guion, entiendo por qué todo encaja: la historia fluye, los gags entran con naturalidad y el ritmo no falla. ‘La cena’: Ni mesa sin pan, ni ejército sin capitán Una compañera de la universidad me enseñó que, si lo único malo que puedes decir de una película es que no te ha gustado su tipografía, es que la película es muy buena. En La cena, eso es exactamente lo único que no me ha gustado. Todo lo demás está pensado, medido y conseguido. La película divierte, entretiene y, además, permite ver la posguerra con una mirada distinta, irónica y ácida, sin perder humanidad ni verdad.

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##check## Lo bueno

Lo mejor de la película es, sin duda, el dúo que conforman Alberto San Juan y Mario Casas. Ambos están sobresalientes.

##times## Lo malo

Hablar de la Guerra Civil siempre es delicado, y contentar a todo el mundo es prácticamente imposible.
Quienes entiendan que se trata de una sátira podrán reír y disfrutarla; quienes no, la verán como una «españolada» más, hecha por «rojos» y para «rojos». Pero, en mi opinión, La cena es bastante más que eso. Se ríe de una época oscura con mala leche, sí, pero también con mucho talento.

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Ambientación 8.0

Rodada en localizaciones de Valencia, Madrid y Gran Canaria, consigue trasladarnos con eficacia al Madrid de 1939.

Desarrollo de Personajes 8.0

Los personajes están bien construidos y cada actor aporta profundidad, incluso en los roles secundarios.

Argumento / Guión 8.0

El guion, firmado por Joaquín Oristrell y Yolanda García Serrano, es uno de los puntos fuertes. El planteamiento de la obra de teatro ya era divertido, y aquí los años de experiencia de los guionistas se nota en la fluidez de los diálogos y la precisión de los gags.