El padre Leyre, un inquisidor dominico, aprovecha sus últimos días para contarnos su mayor aventura vital mientras pudo trabajar para el Santo Oficio.
El escenario será el Milán del siglo XV y la trama se desarrollará con múltiples personajes históricos, entre ellos el afamado Leonardo da Vinci, la duquesa de Milán, Beatrice d’Este, el gobernador de Florencia, Cosme el Viejo, y un largo etcétera.
A quienes les guste la historia del arte verán que Javier Sierra se documenta fuertemente tanto en el elemento articulador de su novela, La última cena de Vinci, como en la vida de los diferentes artistas y mecenas que aparecen en la historia. También es fiel a la hora de mostrarnos la sociedad renacentista, la Orden de Santo Domingo, la comunidad cátara… Para mí, este libro es una forma de adentrarnos en el siglo XV de forma amena y comprensible por todos.
Los enigmas que atribuye da Vinci a su pintura del Cenacolo van resolviéndose a lo largo que avanzamos en la lectura, dándonos a conocer el mundo de la criptología y las dos iglesias, la de San Pedro y la de Juan y María Magdalena.
Aunque el libro tenga, tanto en su portada como en su interior, una imagen de La última cena, son numerosas las obras que se mencionan del maestro Leonardo. Así que recomiendo que, aunque ya las conozcáis, las volváis a contemplar a medida que van siendo nombradas en la lectura. Los detalles pictóricos complementan todo lo narrado.
El único pero que le encuentro es que el final es un poco precipitado en comparación con el desarrollo de toda la acción anterior. Si antes tardaba varios capítulos en ir resolviendo enigmas, en el final lo resuelve todo “a la vez” y parece que no da tiempo a digerir tanta información entre tanto personaje. Con todo, disfruté de la lectura de La cena secreta.
Me quedo con la siguiente frase: “No debería preocuparte llegar a la meta, Marco. Ocúpate solo de recorrer el camino.“