Hay que ver cómo miran por este país. Son incansables. Ellos, los grandes empresarios que pagan una cantidad ‘exorbitada’ de impuestos (no más del 5% neto de media contra un 20% que pagan los trabajadores) ven cómo este gobierno ‘enemigo’ les acaba de subir el Impuesto de Sociedades.
Ellos que quieren tanto a los peperos, se ven traicionados. Y claro, protestan porque sus ingentes beneficios se pueden ver mínimamente reducidos y, además, ellos ya se habían acostumbrado a que la crisis la pagaran los otros. Con esta medida ven disminución de inversiones, disminución de la creación de puestos de trabajo y también inseguridad jurídica.
Por lo tanto, han decidido que lo van a recurrir al Tribunal Constitucional, y no por ellos, ‘que les encanta pagar’, sino por el daño que se hace al país, ‘su gran preocupación’. Eso sí, cuando ha habido recortes para todos, menos para ellos, ni mu, el patriotismo se les ha quedado en el bidé. Cuando se han subido impuestos como el IVA, o el IRPF, ellos calladitos, que para eso son los popes. ¡Vaya jeta!
Se creen que somos tontos. El sacrificio lo hacemos los demás. Quieren congelar los salarios (se han negado a subir los salarios más del 0,6%), quieren que les sigan subvencionando sus negocios, quieren aumentar la jornada laboral a sus trabajadores, quieren mantener esos trucos de ingeniería fiscal que protegen sus plusvalías. Y para obtener sus cuantiosos beneficios, que paguen los demás.
Ya lo dijo el anterior capo a Rosell, Díaz Ferrán –hoy en la cárcel— “hay que trabajar más y por desgracia cobrar menos”. Quizá podría haberse dirigido a los empresarios y soltarles esta otra sentencia: hay que robar más y por justicia pagar menos impuestos.
Y todo esto lo hacen con un desparpajo total, a sabiendas de que son los reyes del mambo. Hace poco más de un mes, Rosell sin ningún rubor y como si tal cosa, anunció que para los empresarios la incorporación de la mujer al mercado laboral es un problema. O sea, no sólo pagan menos a las mujeres, sino que además creen que son obstáculos que hay que evitar. Además: misóginos.
Este país no merece esta clase empresarial excelsa (me refiero a las grandes empresas) que es insolidaria, explotadora y se llena la boca de liberalismo económico cuando son, de facto, oligopolios que no dejan de recibir subsidios, ayudas y subvenciones que les hacen ser la clase empresarial que menos impuestos paga de Europa. Eso sí, no les pidan que paguen un poco más, que los pobres se quejan.
En definitiva estos mal llamados emprendedores son parásitos a los que el gobierno les facilita pagar muy pocos impuestos y cuando les piden, un pequeño sacrificio, lo consideran inconstitucional. ¡Es para mear y no echar gota!, y perdonen la expresión.
Salud y República