Cuando Xula del blog Caminando entre libros convocó el Mes Temático del Terror pensé que con tanto Halloween invadiéndonos por todos lados sería estupendo daros a conocer la tradición que, si no se remedia, terminará sucumbiendo como tantas otras llevadas a cabo por los intereses de los mercados y el excesivo consumismo que nos ciega.
En mi pueblo, Zafra, y en otras muchas zonas de Extremadura, celebramos la CHAQUETÍA una fiesta en la que los jóvenes y los niños de Zafra, con sus pandillas o con sus padres, el día 1 y 2 de noviembre, Día de los Difuntos y de todos los Santos, se iban al campo con sus "taleguillas" llenas de los frutos de la temporada (higos pasos, nueces, castañas, bellotas, granadas, membrillos, etc) para comerlos en compañía y pasar el día al aire antes de que comenzarán los fríos del invierno.
También los niños iban de casa en casa o a casa de otros familiares pidiendo "Tía, tía, dame la chiquitia que si no no eres mi tía" para que te dieran este tipo de frutos. Así que la chaquetía es , por un lado, los frutos obtenidos que se comían luego y, por otro, la jira, romería o excursión que se hacía al campo para comerse esos frutos.
Actualmente, parece que la inseguridad "inmotivada" en muchos sitios hace que los niños ya no vayan solos al campo como tampoco van solos al colegio o juegan solos en las calles de nuestros pueblos, y por ello, la chaquetía se viene celebrando en el interior de muchos colegios organizada por los padres adultos en un intento de que la tradición se conserve y quede reflejada en la retina de nuestros hijos.
La verdad es que no creo que se logre por dos motivos principales: uno primero porque la fuerza del mercado de los productos de halloween y su influencia en niños y padres es muy fuerte y, segundo, porque los mayores intervienen en exceso en una fiesta que era genuinamente infantil/juvenil. Era y es importante comer los frutos de la época, pero lo más importante era la independencia respecto de los mayores que te daba ese día, un día campestre con tus amigos, muchas veces tu primer día de libertad. Hacerlo en los colegios elimina este factor y se acaba convirtiendo en una fiesta de adultos nostálgicos que se visten de castañeros.
En fin, no me cabe duda, que como en otras muchas cosas, algo más adelante acabaremos gastando dinero público, europeo si es posible, para recuperar una tradición que nunca deberíamos haber dejado de lado.