● Título: La chica del lago
● Título original: Girl saves boy
● Autora: Steph Bowe
● Serie: Libro independiente
● Publicación: Abril 2011
● Editorial: Montena
● Páginas: 240
● Precio: 15’95 €
A estas alturas creo que no es ningún secreto que me gustan las historias tristes. Pero, más que las dramáticas, me gustan esas novelas melancólicas que te emocionan al leerlas y que al final te dejan con un sabor agridulce (y, la mayoría de las veces, con una sonrisa boba en los labios). Y eso es lo que he encontrado en La chica del lago: una historia dramática llena de esperanza y con los sentimientos a flor de piel.
No nos encontramos con una trama muy compleja, pero la autora nos habla de temas delicados (como la muerte) y lo hace desde un punto de vista optimista, viendo siempre lo bueno en lo malo; el mensaje que encierra la novela me parece uno de sus puntos fuertes. Es una de esas novelas ligeras que se pueden tener listas en un par de tardes, pero también una que invita a la reflexión y que hace pensar al lector.
La relación de los dos protagonistas, Sasha y Jewel, es algo que captó mi atención desde el principio. Son dos personajes muy distintos, pero se complementan muy bien y la amistad que entablan me parece única y especial. Y os hablo de la amistad porque es lo primero en su relación; la parte romántica llega un poco más tarde y no me ha parecido tan emotiva.Además, me han parecido dos personajes bastante trabajados en el sentido de que tienen un buen trasfondo: conocemos su pasado, las historias que han ido dejando atrás, y estas ayudan a que empaticemos con ellos en seguida; unos buenos protagonistas, desde luego. Pero los secundarios son otro cantar: salvo un par de ellos, el resto no aporta gran cosa a la historia y están algo desaprovechados.
El libro me ha gustado mucho, tenedlo claro. Y aunque el final es uno de esos de los que os hablaba al principio (de los que dejan un agradable sabor agridulce) no ha acabado de convencerme. Lo he encontrado algo brusco y me ha sabido a poco; yo necesitaba un poco más. Pero eso no quita que la novela esté bien escrita (Bowe tiene una narración muy fluida y mantiene el ritmo en todo momento), esa atmósfera cargada de sentimientos que envuelve al lector y, sobretodo, que nos anime a vivir la vida.
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