La chica del sueño

Les dejo por aquí mi relato para el número de enero de la revista digital Valencia Escribe.
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La chica del sueño

Lo cierto es que ni tan siquiera sé qué demonios hacía en aquel pub a aquella hora, apurando una cerveza tratando de convencerme a mí mismo que sería la última para a los cinco minutos pedir otra. No sé qué esperaba o buscaba en un entorno y un ambiente que ya no eran los míos, que dejaron de serlo hace mucho. Mis amigos se habían marchado hacía ya un buen rato tras compartir un par de tragos, hablar del trabajo o la falta de él, el matrimonio, los hijos, la casa. Todos habían regresado a su hogar a una hora decente, todos tenían responsabilidades igual que yo. Pero no sé por qué razón decidí entrar al local y estirar un poco más la noche con una cerveza en soledad. Hacía ya un par de horas que me había dado cuenta de que no había sido una idea brillante, que yo no pintaba nada allí entre jóvenes eufóricos y bebidos, entre chicos compitiendo en testosterona y chicas demasiado guapas, demasiado jóvenes y demasiado provocativas como para no hacerme sentir un asqueroso viejo verde. Sin embargo era un poco como en aquella película de Buñuel, desconocía la razón por la que no me decidía a marcharme.

Ella entró al pub como una respuesta extraña a una pregunta absurda, trayendo todavía consigo más interrogantes. Vino directa hacia mí, firme y decidida, se sentó en el taburete contiguo al mío e hizo un gesto al camarero que de inmediato colocó una cerveza frente a ella. Era muy guapa, con una belleza discreta pero mucho más atractiva por contraste que el resto de las exageradas mujeres que pululaban por allí. Como todos los clientes del local tendría entre diez y veinte años menos que yo. Bebió un trago y me miró tan fijamente que estoy seguro que debí ruborizarme.
— Bueno, ya era hora, por fin te encuentro, te he estado buscando por todas partes. Venga, ¿qué es eso tan importante que tenías que decirme?— Me preguntó a bocajarro dejándome completamente sorprendido.
— Esto, disculpa, por lo visto me has confundido con otra persona. —respondí decepcionado.
— No, no te he confundido con nadie, eres tú, no podría estar más segura. Sueño contigo cada noche y el sueño siempre termina justo después de que me digas que te escuche, que tienes algo muy importante que decirme, de manera que ahora que te encuentro en la vida real no te vas a escapar sin decírmelo.
Pensé que estaba loca o que era una manera original y extraña de ligar, algo propio de esa juventud ignota a la que pretendía ridículamente aferrarme. El caso es que aquella chica me fascinaba y pasamos un buen rato compartiendo cervezas y hablando, ella contándome sus sueños y yo tratando de convencerla de su error. Era muy divertido, era mágico, era lo mejor que me había ocurrido en demasiado tiempo. Me gustaba mucho aquella chica y ya de madrugada, cuando dijo que debía volver a casa, me ofrecí galante a acompañarla. Caminábamos en silencio por las gélidas calles del centro, ella ensimismada y yo tratando de recordar cómo diablos se daba el primer paso para besarla. Cuando cruzamos el puente de Las Artes ella se frenó en seco y me miró con una sonrisa melancólica y dulce, se acercó y me dijo en un susurro.
—Oye, te pido disculpas, eres un gran tipo, pero yo necesitaba una respuesta y ya veo que tú no vas a dármela.
Entonces me dio un suave beso en los labios y acto seguido sin que pudiera hacer nada por evitarlo saltó desde el puente. Lo hizo con un gesto decidido y sencillo sin aparente esfuerzo ni drama, como quien esquiva con un ágil movimiento un charco en la acera. De pronto fue como si un silencio inmenso se apoderara de todo y luego un sonido cruelmente seco.
Desde entonces la busco por todas partes. Entro en los locales y pregunto por ella, arrastro mis pies descalzos y mi pijama por toda la ciudad tratando de encontrarla. Tengo que decirle algo muy importante.