Todavía no sé cómo lo he hecho.
Pero lo he hecho. Yo sola. Me merezco un premio. Un reconocimiento del ministerio de cultura.
Ahora podré hacerme la interesante. Dejarlo caer en alguna conversación. Fardar un poco.
He leído un libro.
Uno sin dibujos. Uno que no habla de princesas ni de dragones. Una novela. La chica del tren, de Paula Hawkins.
Lo he estado leyendo por las noches, arrancando horas al sueño. Lo necesitaba. Llevaba meses en los que mi nivel de lectura se había estancado en la Cuore. El Hola ya era demasiado. Estaba perdiendo vocabulario.
La chica del tren. El libro de moda. Se lo vi a mi suegra y se lo pedí. Y pim pam. Me lo he ventilado en una semana.
No es ninguna obra maestra. Pero se lee bien. Suelo medir lo entretenido que es un libro por el número de párrafos/páginas que me salto. En este no me he saltado demasiados. Te atrapa. Quieres saber. Quieres seguir. Y acaba como tiene que acabar.
Esta semana me doy un descanso de lectura, que he empezado aerobic. Mens sana in corpore sano. A tope.