Sinopsis
«La justicia no le interesa a nadie.La gente quiere al monstruo.Y yo les doy lo que quieren».Una chica desaparecida en un pueblo de montaña.La lluvia, la niebla, las luces.Las luces son las de las cámaras.Han llegado los medios de comunicación.Y todo ha cambiado.
AutorDonato Carrisi nació en 1973 en Martina Franca y vive en Roma. Después de graduarse en Derecho, se especializó en Criminología y Ciencias de la Conducta. Es escritor y guionista de películas y series de televisión. Ha sido galardonado con el Premio Bancarella de Italia, el Prix Polar y el Livre de Poche, el premio más importante de los lectores en Francia. El cazador de la oscuridad se convertirá en una serie de televisión producida por la Fox. Donato Carrisi ha publicado, entre otros, El tribunal de las almas, La hipótesis del mal, Lobos y El cazador de la oscuridad . Sus novelas gozan de un gran éxito con millones de ejemplares vendidos en todo el mundo y del reconocimiento de la crítica y de los lectores, que esperan impacientes sus nuevos libros.
Opinión personalConocí a Carrisi con Lobos. Después vinieron El tribunal de las almas, La hipótesis del mal y El cazador de la oscuridad (el primero y el tercero protagonizados por Vasquez, y los otros dos por Marcus). Y cuando hace mes y medio descubrí que publicaba me volví loca. Y con esa sinopsis tan «ridícula» no sabía si iba a ser de Vasquez o de Marcus. Pues bien, de ninguno de los dos.Por eso, con este libro llevaba las expectativas superaltas, pero no porque hubiera visto a muchos levitando en las RRSS con la novela, las llevaba altísimas porque adoro todo lo que hace este señor, me tiene completamente entregada. Como si mañana le da por escribir sobre paneles japoneses, que allí iré de cabeza.Pero empecé a leer y empecé a implorar en Twitter que me devolvieran a mi Carrisi, que allí no aparecía por ninguna parte. Y cuanto más leía, más suplicaba. Y hablaba con Kayena y le iba contando mis pesares. Y se sorprendía de que siguiera leyendo (en cualquier otro caso lo hubiese abandonado, pero dejar un libro de Carrisi sin terminar es un pecado mortal).Así hasta que, cuando quedaba un 25 % de la novela, apareció el Carrisi que yo conocía.Cuando terminé la lectura me di cuenta de que el final era el de un genio, pero al mirarlo todo en perspectiva vi claramente que no solo era un genio por el final, que la novela en sí era una obra maestra, por todo: porque está muy bien escrita, porque su argumento es magnífico, porque no es un thriller (aunque nos lo venden como tal) y te atrapa, por su estructura, por sus personajes y por su desenlace.Así que, desde aquí, pido perdón públicamente por haber dicho que ese no era mi Carrisi, que me lo habían cambiado. No me lo habían cambiado: había cambiado él.Es cierto que no es el Carrisi al que estamos acostumbrados, que como todos los grandes se ha reinventado y nos ha regalado La chica en la niebla, que no sé ni dónde etiquetarla, y mucho menos cómo convenceros de que tenéis que leerla. Vamos a intentarlo:
- Porque el lector necesita implicarse en el juego que plantea el autor. Esta novela no es para leerla solamente, es también para disfrutar intentando encajar las piezas que el autor nos va soltando. Algunas nos resultarán muy fáciles, otras no tanto; y las más de las veces no sabremos si nos ha dado algunas que sobran, porque ignoramos a cuento de qué están ahí. Pero lo están por algo. Y al final descubriremos el motivo.
- Porque lo «paranormal» (utilizo esta palabra para referirme a algo que escapa de nuestra comprensión) que aparece en todas sus otras novelas aquí no está y no lo he echado de menos.
- No hay muertes violentas, como en las otras. En ningún momento he echado en falta los asesinatos explícitos a los que nos tiene acostumbrados. A veces es mejor insinuar que mostrar.
- Porque me ha parecido el recurso de un grande que todos los capítulos fechados el 23 de febrero empiecen «La noche en que todo cambió para siempre...». Y nos tiene así desde el principio, mordiéndonos los muñones, porque sabemos que ese día no desapareció la niña, así que tuvo que pasar algo. ¿El qué? ¡Ah! Ya te enterarás cuando corresponda.
- Porque Carrisi acostumbra a hacer tramas complicadas, con muchas subtramas. Aquí no: la trama es simple, aunque no lineal. Lo complicado es crear esa estructura de la novela (que no es ninguna novedad) y que nos quedemos pasando páginas hinoptizados. Me voy a parafrasear a mí misma: aquí había poco ladrillo, pero ha construido una catedral.
- Porque aunque nos lo hayan vendido como thriller no lo es: ni tiene ritmo, ni tiene acción, ni hay héroes (para mí casi todos son villanos).Pero aunque el ritmo es bastante lento, su manera de escribir te atrapa en una especie de tela de araña de la que es imposible salir. Maneja el suspense y la intriga como pocos. Juega con nosotros haciéndonos ver que en el libro hay secretos ocultos, que nos los va a mostrar todos, pero en el momento que a él le venga bien. Y esa frase, que es como un mantra: «La noche en que todo cambió para siempre...», que aparece de vez en cuando y ya los muñones están a la altura de los codos.
- Porque aunque hay cosas que las tienes claras, porque para eso se ha encargado de ir dejándonos pistas, en lugar de enfadarnos lo único que tenemos claro es que nos lo ha puesto tan simple por algo.
- Porque ha creado unos personajes odiosos, que eso tiene mérito: ninguno me ha caído bien. El agente especial Vogel es como el Sebastian de los suecos elevado a la enésima potencia, de los que se ponen a hacerlo más tonto y es imposible, únicamente quiere salir en la tele y ser la superestrella que resuelve todos los casos, construir su carrera sobre las desgracias ajenas; a Stella Honer, la periodista, solo le interesa tener la primera la exclusiva; a la fiscal Rebecca Mayer lo único que le preocupa es «cargarse» al agente. Y así sucesivamente.
- Porque ha elegido una ambientación que es casi un personaje más de la novela: un valle perdido en las montañas, en una comunidad muy pequeña, con una congregación religiosa a la que pertenece la niña desaparecida, donde todos se conocen y conocen los «cadáveres» que cada uno oculta en su armario.
- Y os preguntaréis: ¿y la niña? La niña desaparecida no le importa absolutamente a nadie. A todos les interesa «el monstruo» que se la ha llevado. Es la primera vez en mi vida que yo leo algo así y me la creo.
- Pero es que tampoco hay una investigación al uso. De vez en cuando hay una pista, pero tampoco es que lo que encuentran les sirva para mucho.
- Lo que Carrisi quiere dejar muy claro es que la víctima no es prioritaria para nadie y que tampoco lo más importante es dar caza al secuestrador. El autor nos pone delante todas nuestras miserias y hace que nos planteemos cómo actuamos cuando sucede un caso de estos: los medios informativos quieren carnaza, los que tienen hijos de edades similares a la víctima están felices porque no les ha sucedido a ellos, se empieza a criticar a los padres por no haber vigilado mejor. Aquí cada uno tiene una versión de los hechos y la suelta, y ya veremos lo que pasa. Porque hablar y difamar es gratis. Nadie quiere realmente conocer la verdad, porque puede ser dolorosa.
- Porque tiene un desenlace de los dejarte en shock, cuando te explica quién, cómo y por qué (lo del móvil es sencillamente sublime). Pero no tiene bastante con eso que nos tiene preparada otra sorpresa, y ni siquiera nos hemos recuperado de la primera. Y si esta primera es sorprendente, la segunda es para subirlo a los altares del género (si es que no lo está ya).
Resumiendo, que dice el Maestro: un Carrisi al que yo no conocía pero que me ha demostrado que es aún más genio de lo que yo pensaba; con una trama bastante simple (ha desaparecido una niña y hay que averiguar quién la tiene); con un hilo cronológico roto por completo, que posibilita hacer una estructura de la novela maravillosa; unos personajes con los que es imposible empatizar; un ritmo bastante lento para lo que él acostumbra; un thriller que no lo es porque carece de ese ritmo, pero que mantiene la intriga mejor que muchos; y un desenlace «múltiple» que me ha hecho ponerme a sus pies y a los de su señora.
Y una puntualización: he pagado por este libro en digital casi 10 euros. Merecemos una corrección exquisita: no debemos permitir ni los «sólo», ni los «éste» ni demás faltas de ese calibre. Porque el mejor escribano echa un borrón, pero aquí se nos ha escapado demasiada tinta.
Valoración: 9,75Leído el 1 de junio de 2017