Con unas tres semanas de retraso, porque soy así y yo lo valgo, os voy a hablar de uno de los últimos estrenos patrios: El Caso. Era una serie a la que le tenía ganas, básicamente porque la protagonista es Verónica Sánchez, a la que hay que rendirle pleitesía tras robar cualquier escena en Sin identidad con su estupenda Amparo. De hecho, Verónica Sánchez no llegó a fichar por Mar de plástico porque le salió El Caso, así que me generaba aún más curiosidad.
Y, bueno, el género negro es uno de mis favoritos, sobre todo en las series, así que tenía todas las papeletas para gustarme. Y me bastó ver el primer episodio para que me encantara, aunque los dos siguientes confirmaron que El Caso es muy, muy recomendable.
Bueno, situémonos, Madrid, 1966, Jesús Expósito (interpretado por Fernando Guillén Cuervo) es un periodista pasado de todo, que tiempo atrás fue policía y que arrastra un pasado truculento, pues su novia fue asesinada y está convencido de que el hombre detenido por el crimen no es culpable. Jesús escribe para El Caso, una revista de crímenes, lo que le lleva a colaborar más o menos estrechamente con la policía, sobre todo con el comisario Montenegro (Francisco Ortiz), que es el hermano de su antigua novia. Por otro lado, con quien se lleva a matar es con Antonio Camacho (Antonio Garrido), comisario jefe, que fue su amigo de la infancia.
La acción arranca no sólo con un nuevo caso que investigar, sino con la llegada de Clara López-Dóriga (Verónica Sánchez) a la redacción del Caso. Clara acaba de llegar de Londres, es joven guapa y básicamente una niña bien, que además es hija de un importante cargo del Régimen. Por eso, en un principio Jesús no la recibe precisamente con los brazos abiertos, ya que se teme que tiene que cargar con ella por un mero capricho. Sin embargo, Clara no tarda en demostrar su valía y ganarse el respeto tanto de Jesús como del resto de la redacción.
Como os podéis imaginar, El Caso mezcla tanto casos episódicos como una trama horizontal, que está protagonizada por El asesino del rosario, un asesino en serie que mató a la novia de Jesús y que desde el principio sabemos que no es quien pagó por los crímenes.
En ese sentido, El Caso podría ser una serie muy típica, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de procedimentales que hay con esa estructura. Sin embargo, desde el primer momento El Caso demuestra que es algo más y que tiene su propia personalidad. En primer lugar, por el aire noir que tiene, como de película antigua, para lo que usan no sólo la fotografía o la música, sino también la época en la que está ambientada. Estamos en 1966, en pleno franquismo, algo que no se ignora (hola, Velvet, ¿te crees que eres un multiverso de la DC o algo?), pero que tampoco es lo principal.
Sí, Clara, Jesús y compañía viven en la España de los 60, lo que no sólo se traduce en esa estética tan chula que tienen, sino en que hay muchos factores que influyen en sus vidas: el qué dirán, el poder de los políticos, censores, el empeño del Régimen por ocultar que en España había crímenes...
Es cierto que se toman ciertas licencias, pero no molestan y, como ya he dicho, emplean la época muy a su favor, lo que es todo un acierto.
Además, El Caso es algo más que un procedimental. Por mucho que los casos que van investigando Jesús y Clara, para obtener el artículo que corresponde, sean importantes y el motor de cada episodio, la serie nos cuenta más cosas. Y es que El Caso se está molestando en crear un universo complejo y formado por muchos personajes secundarios: desde la redacción de la revista, hasta los allegados de los protagonistas. Así, poco a poco van dando matices y perfilando a los secundarios, incluso dándoles sus propias tramas, que al final acaban confluyendo en las principales: la complicada situación de Germán por sus deudas de juego, les ha acabado dando pistas en varias tramas, por poner un ejemplo.
Y, claro está, se están molestando mucho en desarrollar a Jesús y Clara como algo más que ser el vehículo de la acción. Ambos son humanos, con sus defectos, sus virtudes y sus relaciones y también sus distintas situaciones.
Así, por un lado tenemos a Jesús, que quedó muy marcado por el asesinato de Asun, su novia de cuando era joven, lo que le afecta no sólo a la hora de seguir investigando el caso, sino también a la de desarrollarse con la gente de su entorno: el que era su mejor amigo le odia, sale con Rebeca pero no parece por la labor de comprometerse como ella quiere, Montenegro es como si fuera su hermano... De hecho, aunque no lo han dicho (de momento), se deja entrever que eso hace que se tome tan serio su trabajo y que acabara dejando la policía.
Encima, las escenas que tienen que ver con Jesús y El asesino del rosario son muy chocantes (el descubrimiento del cuerpo de Asun es una escena muy potente), de esas que se te quedan en la retina y resultan poderosas.
Por otro lado, está Clara y no puede ser más maravillosa. Clara no sólo demuestra desde el minuto uno que es lista y va a convertirse en una gran profesional, sino que tiene carácter, es maja y la pobre es una pupas. Por si no tenía suficiente con que su padre quiera cortar sus ambiciones para que cumpla con lo que él espera (quedarse en casa criando niños), la pobre descubre en el primer episodio que su marido la engaña con un hombre. Un hombre que, para más INRI, va a acabar siendo el censor que imponga su padre a la revista. Vamos, que se puede tener una situación familiar complicada y luego lo que tiene la pobre Clara.
Que, por cierto, fue ver el episodio piloto del Caso y comprender por qué Verónica Sánchez pasó del insufrible personaje de Marta en Mar de plástico para interpretar a Clara en El Caso. Es que no hay color, vamos.
Además, en El Caso todos los personajes son muy buenos (ya te caigan bien o te caigan mal) y todo el reparto está estupendo. Un reparto que, encima, no tiene desperdicio, pues cuenta con unos secundarios de lujo: Fernando Cayo me tiene ganada desde que aparece como el jefe caradura y rebelde de la revista, Blanca Apilánez tiene muchísima presencia como la reportera experimentada, Antonio Garrido no puede ser mejor haga lo que haga (que este hombre era Mario en Los protegidos y el malo malísimo de Augusto Lloveras en Amar es para siempre y estaba inmenso en ambos papeles)... y así podría seguir con todos, porque hasta Francisco Ortiz me ha sorprendido para bien (vale, quizás sea injusta juzgándole por ver escenas sueltas de El secreto de Puente Viejo si pasaba por ahí, pero ahí estaba fatal).
Otro aspecto interesante es que todos los casos están basados en hechos que de verdad ocurrieron y que protagonizaron las páginas de la revista. Por ejemplo, yo había oído hablar de la desaparición del niño pintor que es el misterio a resolver en el tercer episodio emitido.
Y encima El Caso mantiene ese espíritu de invitar al espectador a averiguar la solución al misterio junto a los personajes, como hacía la (muy tristemente) desaparecida Los misterios de Laura. Eso sí, los casos no están tan elaborados, ni resultan tan complicados como a los que se enfrentaba nuestra querida Laura Lebrel, y la serie tira más por el noir e incluso el thriller que por la complejidad del misterio. Aunque, bueno, eso no es que sea malo, ya que, como he dicho antes, le da su propia personalidad y hace que El Caso sea única.
Lo único malo que puedo decir de ella es que los de Antena 3 le han hecho la puñeta al programar Allí abajo el mismo día que venía emitiéndose El Caso, así que, claro, le ha acabado haciendo pupa.