La chispa de la vida

Este señor ni es del Madrid ni nada

Vaya por delante mi total desconocimiento de la cosa vasca (por lo visto “conflicto vasco” no se puede decir). También mi incapacidad para ponerme en el lugar de alguien a quien le hayan arrebatado de forma cruel, injustificada e inútil la vida de un ser querido. Tampoco puedo sentir la piel de un señor con barba aficionado del Real Madrid cuyo hijo quiere hacerse del Atleti, por razones obvias. Pero sí puedo entender a una persona a la que intentan cerrarle las puertas del mercado laboral por manifestar públicamente sus filias políticas, sin cometer delito alguno (de momento, que al paso que vamos, todo se andará).
También puedo entender a los señores de Coca-Cola: se les puso el culo chiquitillo ante la simple idea de que alguien pudiera pensar que son ETA. (Lo del ERE de las embotelladoras y el expolio del agua en Colombia pues ya tal). Incluso puedo entender a la asociación de víctimas del terrorismo de ETA que envió su queja a la compañía porque la pena, igual que el miedo, es libre. (Me van a perdonar que no ponga las siglas, pero son tantas las asociaciones y tan variados sus colores que me hago un lío. Es que soy mujer y de superioridad intelectual voy justita).
Lo que no entiendo mucho es la queja en sí. ¿Les molesta la mera presencia de ese actor en la pantalla? ¿Les molesta que sea un vasco medio abertzale que interpreta a un aficionado del Real Madrid? ¿Querían que todos supiéramos hacia qué lado se inclinaba el hombre y así hacer lo que más le puede joder a un actor, que lo encasillen? Porque yo, me van a perdonar, hasta ayer no tenía ni idea ni de quién era, imagínense todo lo que sabía sobre sus manifestaciones públicas. Pero ya lo dije, soy una piba y hay cantidad de cosas que no sé. Quizás les preocupaba que en medio del edulcorado anuncio nos estuviera enviando, codificadas, consignas pro independentistas y pro-lo-que-sea y de repente todos los que lo viéramos, desde Cuenca hasta Buenavista del Norte, saliéramos a la calle a pedir el acercamiento de los presos y lo de la Doctrina Parot (Las mujeres, además, como no entenderíamos del todo la codificación, pediríamos que nuestros maridos tuvieran barba y nuestros hijos no se hicieran del Atleti).
Habrá quien diga que bueno, que trabaja para el público y que eso le pasa por significarse y por apoyar a personas que han cometido delitos. Mi respuesta, seguramente un poco simplista, es que si retiráramos de la vista a las personas que apoyan a otras que han delinquido igual nos quedábamos sin presidentes del gobierno, reyes, y papas. Lo que, visto así, no estaría tan mal.