La mayor parte de la programación televisiva actual corre a cargo de empresas mediáticas interesadas en los contratos con la CIA, es una programación donde se exalta la violencia a nombre del gobierno estadounidense, se venera al hombre de acción, asesino y torturador, claro, siempre que este actúe a nombre del gobierno y en defensa de los «intereses» de la sacrosanta «seguridad nacional» de Estados Unidos.
EE.UU. tiene un desproporcionado número de series de televisión dedicadas a las fuerzas de seguridad, programas que condicionan al público para que mantengan una buena opinión sobre ellos.
No se dejan espacios sin cubrir, quien no ve los noticiarios o lee los periódicos, consume horas de conexión a internet e interactúa en las redes digitales o es seguidor de los espectáculos televisivos, de la moda o del deporte transnacional, o escucha la radio o lee libros y revistas, todo está conectado, una gran red de distribución de contenidos atrapa y sumerge en un mundo irreal a millones de ciudadanos del mundo de hoy, abrumados de información chatarra, con muy pocas alternativas valederas de enriquecimiento cultural.
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