La Ciclogénesis Explosiva pasó por nuestra tierra sin pena ni gloria, pero la palabra se ha quedado entre nosotros y ha empezado a sonar en todas las tertulias, debates o titulares que quieren apuntarse un plus de modernidad. Yo también he vivido mi ciclogénesis explosiva particular. Como todos los domingos me desperté cuando la claridad del día ya entraba por las rendijas de la persiana. Estiré un pie hacia el otro lado de la cama y noté el calor cálido del reciente abandono. Atraída por el aroma del café recién hecho, llego a la cocina donde lo sorprendo con el rostro serio y concentrado en lo que está haciendo para que le quede todo perfecto.Le miro las manos enérgicas y fuertes, la frente amplia y despejada, los ojos entrecerrados por la necesidad de gafas, la nariz contundente, la boca fina. En sus actos transmite quietud, aunque dentro de esa quietud bulla una mente inquieta, activa e incansable que se manifiesta por algún rictus en la boca o por como frunce el entrecejo. Unos ojos azules muy claros, me miran satisfactoriamente unos segundos: “¡ya está todo!” La luz matinal entra a raudales por el ventanal y produce destellos en las tazas. La mía, vacía, con la cafetera caliente al lado; la suya, humeando el rico chocolate. La fruta y las tostadas crujientes, el pan tumaca y los bizcochos; todo preparado por un artista de bodegones. Quiero ese bigote que el chocolate le ha dejado en su labio superior, no me deja, se defiende con el brazo, insisto y por fin dice: —Si quieres guerra, la vas a tener. Se levanta de la silla, lo agarro fuerte rodeando su cintura con mis piernas y el café y el chocolate se encuentran en perfecta armonía —¡Empieza la ciclogénesis explosiva!—anuncio— En un susurro oigo que me dice: —La ciclo ¿qué?
Revista Opinión
Desde Información Meteorológica nos anunciaron que debíamos prepararnos para la Ciclogénesis explosiva que estaba al llegar. Por primera vez no utilizaron las consabidas: huracán, borrasca o temporal a las que ya estamos más acostumbrados y al oír Ciclogénesis, nos quedamos encandilados con la palabra; la gente empezó a repetirla con cierta cadencia poética. En este mundo de la imagen, ya no quedan los Medina o Fuentes de Oca que enseñaron a los españoles a descifrar símbolos del parte meteorológico con mapas rústicos y recursos precarios. Con esos mapas empiezan a marcharse también las palabras que los acompañaban y son sustituidas por otras que logran ser "trending topic".