Chloe Jennings-White
Chloe Jennings-White tiene 58 años y quiere perder las piernas. Desde hace años trata de encontrar una manera de lesionarse y ahora busca un cirujano que le ayude a realizar su sueño, quedarse sin movilidad en las extremidades inferiores. Su deseo de ser paralítica llega al extremo de que se desplaza en una silla de ruedas y vive como si estuviera impedida. De pequeña, explica esta ciudadana de Utah (EEUU), sentía celos de los niños minusválidos y de una tía que necesitó una prótesis tras sufrir un accidente de bicicleta.
El problema de Chloe está en su cerebro. Sufre lo que se conoce como un "Trastorno de Identidad de la Integridad Corporal", conocido a veces como apotemnofilia y otras por sus siglas en inglés BIID (Body Integrity Identity Disorder). Su caso, que saltó hace unos días a la fama, es una de las expresiones de este trastorno, aunque la mayoría de los afectados no quieren perder la movilidad, sino que buscan directamente que se les amputen ese miembro que su cerebro rechaza como extraño.
En 2009, por ejemplo, el australiano Dave Openshaw metió su pierna izquierda en un cubo lleno de hielo durante seis horas y cuando llegó al hospital los cirujanos no tuvieron más remedio que amputarle el miembro por debajo de la rodilla. Era exactamente lo que buscaba, puesto que su pierna resultaba un objeto extraño e insoportable para él. "He pasado años fantaseando con ello y por fin ya no está allí", relataba. "Me he quitado un peso de encima". Una mañana soleada de 2001, en Florida, George Boyer cogió su arma, se dirigió al patio trasero de su casa y se disparó en la pierna. Cuando llegó al hospital, los cirujanos se quedaron de una pieza cuando el chico les pedía a gritos que le amputaran la pierna a pesar de que parte era salvable. "Nadie puede imaginar el deseo irracional que he tenido desde que tengo recuerdo", explica. "Por primera vez en mi vida, soy feliz".
En el documental de 2003 "Whole", dirigido por Melody Gilbert, varios de estos pacientes relatan su lucha para conseguir ser amputados, ante la incomprensión de los médicos y la sociedad. "Obviamente es extraño", dice Kevin, un profesor universitario al que amputaron la pierna. "Pero saber que es extraño y decir que es anormal no acaba con el problema".
Por si los pacientes con Trastorno de Identidad de la Integridad Corporal tuvieran pocos problemas, resulta que apenas se sabe nada del origen de su enfermedad. En principio todo apunta a que se trata de una anomalía en la representación que el cerebro tiene del esquema corporal. En 2008, el famoso neurocientífico V.S. Ramachandran de la Universidad de California, San Diego, investigó la actividad cerebral de estos pacientes y descubrió una diferencia con los sujetos sanos. Cuando a una persona sin el BIID se le toca cualquier parte del cuerpo, una región del cerebro relacionada con la percepción corporal, el lóbulo frontal superior, se activa. En los pacientes con BIID, en cambio, "si se tocaba la parte del miembro que cada uno quería que extirpasen, no se detectaba ninguna actividad". El miembro 'extraño' no se detectaba en el escáner cerebral pero el miembro no afectado, sí.
El otro estigma que lleva asociada la enfermedad es el sexual. Este tipo de pacientes se suelen excitar sexualmente y se sienten atraídos por personas a las que les falta exactamente el mismo miembro que ellos fantasean perder. El hecho de haber bautizado la enfermedad en un principio como "apotemnofilia" ayudó a confundirlo con una parafilia en la que el sujeto se siente atraído por personas amputadas.
Pero Ramachandran tiene otra posible explicación para este fenómeno: las personas, y también los animales, tenemos un esquema de nuestro propio cuerpo, de lo que consideramos como "correcto" y proyectamos a los demás. Esto explicaría por qué los avestruces prefieren aparearse con avestruces, escribe Ramachandran, y los cerdos prefieren las formas porcinas a las humanas. Nuestro esquema corporal podría trasladarse a los circuitos límbicos y de ahí a la preferencia visual estética, de modo que estos pacientes, al tener dañada su propia plantilla, consideran atractiva la plantilla que coincide con la suya y no la del cuerpo en su integridad. De esta forma, amputado o no, el cerebro trataría de buscar a su igual.
Fuente: Krazy Info.