En las minas de oro y plata de la región de Esmeraldas (Ecuador) los mineros indígenas del siglo XVII encontraban, mezclada con los metales preciosos, una sustancia metálica a la que llamaban “platina” que era muy difícil de separar del oro y la plata. Lejos de tener valor alguno, era considerada un estorbo para la obtención de los metales nobles. Fue el español don Antonio de Ulloa el primero en hacer una descripción detallada de la platina y por ello es considerado el descubridor del metal más abundante en ella, el platino. Nadie podía sospechar por entonces que, con el tiempo, el platino sería más valioso que el oro y se emplearía para numerosos fines que van desde la electrónica hasta el tratamiento del cáncer.
Ahora, el platino no sólo es un metal precioso con el que se elaboran joyas de alto valor sino que se utiliza como símbolo de éxito. Se entregan discos de platino a los artistas que han logrado unas altas cifras de ventas en sus producciones discográficas y, socialmente, las parejas que consiguen convivir 75 años juntos celebran sus “bodas de platino”.
Más allá de su empleo en de joyería, las propiedades físicas y químicas del platino lo han convertido en un elemento muy útil por sus aplicaciones en la industria y en la medicina. El platino es imprescindible, por ejemplo, en los catalizadores de los automóviles porque su presencia favorece la conversión de productos contaminantes, como los hidrocarburos, el monóxido de carbono o los óxidos de nitrógeno, en formas más benignas para el medio ambiente como el dióxido de carbono o el agua. También encontramos platino en los ordenadores personales, concretamente en el disco duro, se utiliza en los procesos de fabricación de fertilizantes y forma parte de las conexiones eléctricas en multitud de dispositivos diseñados para la industria aeroespacial.
Un campo de la medicina el platino tiene un protagonismo destacado. Puede, incluso, que lo lleve usted en su boca formando parte de las aleaciones de los empastes y prótesis dentales. Lo que ya nos es tan conocido, al menos para el público en general, es su utilidad en la lucha contra el cáncer.
La historia del platino como componente de complejos metálicos útiles en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer comenzó en 1965. Fue entonces cando el químico estadounidense Barnett Rosenberg descubrió que la electrólisis de un electrodo de platino sumergido en una disolución de cloruro amónico producía cisplatino, un complejo químico que tenía un efecto nocivo en la Escherichia coli, la bacteria más estudiada por el ser humano. Por alguna razón, desconocida en aquel momento, el cisplatino provocaba en la bacteria un aumento espectacular de tamaño, podía adquirir un volumen hasta 300 veces mayor de lo normal, pero – y esto era lo importante – era incapaz de dividirse.
Dado que el mayor problema de las células cancerosas es su proliferación descontrolada, Rosenberg decidió investigar si el cisplatino tenía algún efecto en ellas. La investigación reveló que el cisplatino era uno de los compuestos más efectivos a la hora de tratar el cáncer en humanos y desde entonces está entre los fármacos más usados en la quimioterapia. Actualmente se utiliza para el tratamiento de varios tipos de cáncer como sarcomas, algunos carcinomas, cáncer de ovario, linfomas y tumor de células germinales.
A pesar del éxito inicial del cisplatino, su uso no está libre de problemas. Se ha demostrado que el cisplatino ataca a la célula cancerosa interfiriendo y modificando su ADN de tal manera que ésta activa su mecanismo de autodestrucción (apoptosis) y se suicida. No obstante, a lo largo de un tratamiento de quimioterapia se generan resistencias que acaban volviendo inmunes a las células cancerosas. Por otro lado, el cisplatino y otros complejos metálicos no sólo atacan a las células cancerosas sino que inhiben también el crecimiento de células sanas, necesarias para el funcionamiento normal del organismo.
Por estas razones, la investigación de los complejos químicos que utilizan al platino y otros metales no ha cesado desde su descubrimiento. Actualmente se continúan buscando nuevas variantes que permitan tratar a las células resistentes y reducir los efectos secundarios inevitables durante su tratamiento en quimioterapia.
Hoy, nuestra invitada, Blanca Manzano Manrique, Catedrática de Química inorgánica de la Universidad de Castilla – La Mancha, nos explica los detalles de la investigación de nuevos complejos metálicos y el difícil camino que debe seguir el estudio de un fármaco, desde su diseño hasta que, si tiene éxito, puede ser utilizado para luchar contra determinados tipos de cáncer. Blanca Manzano nos invita a visitar uno de los lugares en los que se llevan a cabo estas investigaciones: La Facultad de Ciencias y Tecnologías Químicas de Ciudad Real de la UCLM. Allí y un nutrido equipo de investigadores estudian el desarrollo de nuevos complejos metálicos de platino y de rutenio con potenciales efectos anticancerosos.
Te invito a escuchar a Blanca Manzano Manrique en Hablando con Científicos. Espero que te resulte de interés. Fuente: Ciencia para Escuchar. C. Marco