Descubrir un posible mundo habitable ya es motivo para que la revista Time te incluya entre las cien personas más influyentes del año. A mí, que soy una persona que confía en la ciencia como herramienta de conocimiento que es, me parece de lo más normal, pero hasta ahora (y fuera de la revista Time) las cosas no han sido ni son así. Basta ver lo que se invierte en ciencia en este y en otros países para hacerse una idea.
Además de Guillem Anglada (astrónomo catalán que trabaja en Londres), hay otros dos investigadores, también descubridores de exoplanetas (planetas fuera de nuestro Sistema Solar) que están en esa prestigiosa lista. Yo, que no soy mucho de listas y enumeraciones, me he alegrado por todos. Por ellos y por nosotros.
Por si todavía no se han parado a pensarlo, les cuento algo: aunque aún falte mucho tiempo para que desarrollemos la tecnología necesaria para viajar a otras estrellas, estoy convencida de que, más pronto que tarde, llegará. Y llegará, primero, por nuestro afán aventurero y, segundo, porque no nos quedará más remedio (hay quien dice incluso que lo único que nos sacará de la Tierra será la pura necesidad de supervivencia). Sabemos que nuestro Sol tiene fecha de caducidad: en unos 4.500 millones de años empezará su fase chunga, es decir, envejecerá hasta achicharrarnos cuando se empiece a hinchar y su diámetro alcance la órbita de Marte. Así que, si aún estamos vivos como especie y no nos hemos matado entre nosotros o destruido el planeta por completo (otra opción muy posible, viendo los resultados de las elecciones en el mundo en los últimos años y las jodidas guerras y la mierda de fronteras… y ya lo dejo que el paréntesis se hace eterno)… si aún estamos vivos, tendremos que emigrar a otro planeta.
Y es muy posible que nuestro hogar de mañana esté siendo estudiado hoy por estos investigadores. Casi ná.
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