Revista Ciencia

La ciencia y la lógica de la espiritualidad

Publicado el 07 octubre 2011 por Createandshare @CreateShareBlog

La ciencia y la lógica de la espiritualidad

Durante más de 300 años, el método científico se ha dedicado a fijar una serie de pasos con el fin de alcanzar conocimientos válidos mediante instrumentos confiables. Gracias a esta forma de entender la realidad hemos realizado grandes avances como especie. Yo, personalmente, estoy muy agradecido de que la ciencia nos haya traído hasta donde nos encontramos. Poder comunicarme con miles de personas de cualquier punto del planeta es, sencillamente, mágico. Por no hablar de lo accesible que resulta viajar, conocer y regresar para compartir.

Sin embargo, la ciencia ha dejado de ser fiel a sus principios. Desde que Max Planck presentó al mundo su teoría cuántica, allá por el año 1900, la visión del mundo atómico y las ideas acerca de la naturaleza de la luz cambiaron drásticamente. Hoy sabemos mucho más de lo que este genial personaje sabía. Sabemos, por ejemplo, que la realidad cambia por el mero hecho de observarla. Cada vez que tratamos de reproducir y cuantificar un fenómeno, éste cambia en su estructura subatómica. ¿Cómo es posible, entonces, que el método científico no haya incluido estos revolucionarios descubrimientos en su flujo de trabajo? ¿Cómo medir aquello que está en constante transición? Todo está formado por esas diminutas partículas. Así pues, absolutamente todo es susceptible de ser modificado por un observador. Voy a reproducir a continuación las palabras que Max Planck dijo cuando recibió el Premio Nobel de Física en 1918:

“Como hombre que ha dedicado su vida entera a la más clara y superior ciencia, al estudio de la materia, yo puede decirles que como resultado de mi investigación acerca del átomo, lo siguiente: No existe la materia como tal. Toda la materia se origina y existe sólo por la virtud de una fuerza la cual trae la partícula de un átomo a vibración y mantiene la más corta distancia del sistema solar del átomo junta. Debemos asumir que detrás de esta fuerza existe una mente consciente e inteligente. Esta mente es la matriz de toda la materia.”

Resulta que esto mismo es lo que las principales tradiciones espirituales llevan diciéndonos miles de años. Cuando cambiamos la manera de mirar a las cosas, las cosas cambian. Muchos místicos creían que, una vez que la ciencia descubriera estas verdades, muchas personas confiarían en ello. Sin embargo, poco parece haber cambiado, y muchos siguen creyendo que somos átomos arrojados al vacío y que llegamos hasta aquí por casualidad.

La lógica de la espiritualidad es precisamente esta. El mundo no “es”, nosotros lo hacemos. Y lo creamos con la ayuda de una energía ilimitada e impensable, y de la que todos formamos parte. Todos somos esa energía. Cada observador está cambiándolo todo, reestructurándolo para que se ajuste a lo que él cree que es. Cuando creemos en algo, lo estamos creando, estamos poniendo a trabajar a Dios. Esta infinita energía existe como parte de nosotros, y ejerce su influencia en la dirección que nosotros le indicamos.

Aquellos que creemos que el mundo puede cambiar, le estamos trayendo el cambio al mundo. Aquellos que creen que el mundo es un campo de batalla lleno de odio, ira y envidia, eso mismo le traen al mundo.

La ciencia es fascinante y siempre evoluciona. Sin embargo, a pesar de su frenético desarrollo, nunca podrá demostrar ciertas cosas. ¿Cómo medir el impacto de estas palabras en un lector? ¿Cómo medir cuánto tiempo pasó hasta que estas palabras ejercieron su influencia en alguien? ¿Cómo medir la asimilación profunda o superficial de este mensaje? ¿Cómo medir lo que no se puede medir?

Física cuántica y tradición nos han legado la respuesta que nos negamos a asumir:

no se trata de medir, se trata de crear.

  • Artículo original de Create&Share
  • Imagen: William Murphy

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