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La ciudad blanca se apagó en silencio

Publicado el 18 enero 2022 por Safae

 LA CIUDAD BLANCA SE APAGÓ EN SILENCIO

SINOPSIS

 Vitoria, 2019. Los señores del tiempo, una épica novela histórica ambientada en el medievo, se publica con gran éxito bajo un misterioso pseudónimo: Diego Veilaz.
Victoria, 1192. Diago Vela, el legendario conde don Vela, retorna a su villa después de dos años en una peligrosa misión encomendada por el rey Sancho VI el Sabio de Navarra y encuentra a su hermano Nagorno desposado con la que era su prometida, la noble e intrigante Onneca de Maestu.
Unai López de Ayala, Kraken, se enfrenta a unas desconcertantes muertes que siguen un modus operandi medieval. Son idénticas a los asesinatos descritos en la novela Los señores del tiempo: un envenenamiento con la «mosca española» ―la Viagra medieval―, unas víctimas emparedadas como se hacía antaño en el «voto de tinieblas» y un «encubamiento», que consistía en lanzar al río a un preso encerrado en un tonel junto con un gallo, un perro, un gato y una víbora.
Las investigaciones llevarán a Kraken hasta el señor de la torre de Nograro, una casa-torre fortificada habitada ininterrumpidamente desde hace mil años por el primogénito varón. Pero el reverso de tanta nobleza es la tendencia de los señores de la torre a padecer el trastorno de identidad múltiple, un detalle que arrastrará a Estíbaliz a vivir una arriesgada historia de amor.

LA CIUDAD BLANCA SE APAGÓ EN SILENCIO

Los señores del tiempo, Eva García Sáenz de Urturi

Planeta, Barcelona, 2018

448 páginas. 19,50 euros

OTROS DATOS: Trilogía de La Ciudad Blanca III, edición de tapa dura con sobrecubierta

Después de tres años, mil trescientas páginas, un millón de ejemplares vendidos, traducciones a cinco idiomas e innumerables recorridos por las calles, plazas y monumentos de Vitoria, la historia del inspector Unai López de Ayala, que comenzó con El silencio de la ciudad blanca, encontró su desenlace en Los señores del tiempo, publicado el pasado año. En palabras de la propia autora, esta novela supuso un proyecto especial, debido a que en ella convergen los personajes de sus dos universos literarios: la Trilogía de La ciudad blanca (2016, Planeta) y La saga de los longevos (2012, La Esfera de los Libros). No obstante, es posible que, precisamente, este cuidado y ahínco por cohesionar ambas historias paralelas haya redundado en la desorientación que parece acusar Los señores del tiempo y que desdibuja la novela en sí misma.
La trama se desarrolla tres años después de los acontecimientos acaecidos durante 
Los ritos del agua (2017). En el momento exacto en el que los protagonistas se topan con el caso de investigación criminal que conducirá el argumento, relacionado con métodos medievales de tortura y ejecución. En esta ocasión, los asesinatos que deberán resolverse sugieren cierta relación con el bestseller de reciente publicación que está triunfando, Los señores del tiempo. Un libro ambientado en la Victoria de 1192 y que narra las memorias del conde Diago Vela a su regreso a la antigua aldea de Gasteiz. De este modo, y a pesar del desarrollo equidistante, el inspector Kraken se convierte en una suerte de paranarratario del personaje paranarrador Diago Vela, aquello que se conoce como una historia dentro de otra historia. Rápidamente, el diario, entre la ficción y la historia real, se va convirtiendo en una premonición macabra tras otra.
Este cierre de la trilogía repite la eficiente fórmula estructural de sus antecesores, mediante la cual se presentan al lector dos argumentos que transcurren de la mano, a la vez que estos se alternan en cada capítulo. Con 
Los señores del tiempo, Eva García Sáenz de Urturi quiso dar un paso más. El trabajo documental, la atención al detalle, la exactitud de lo histórico y la meticulosidad de la ambientación caracterizan la obra de la escritora vitoriana, cualidades que adquieren luz propia en esta novela durante el cronicón de Diago Vela. Mas esta concentración en la carga histórica de la trama paralela ha perjudicado a la principal, el thriller, que el lector espera a la altura de El silencio de la ciudad blanca y Los ritos del agua.
La resolución del caso criminal por parte de los protagonistas se desenvuelve hacia adelante, con algún que otro tropiezo, a modo de agujero argumental o incoherencia. Hasta llegado un punto en el que la acción torna en un ovillo de lana de giros de guion, que allanan un camino tortuoso hacia un desenlace forzado y tejido con enredos y algún que otro 'hilo' suelto. Un resultado contrapuesto a las novelas antecesoras, caracterizadas por la limpieza y la premeditación de la arquitectura articulada tras el gran misterio: la identidad del asesino.
Los personajes también se ven contaminados, los protagonistas se desdibujan y se muestran algo confusos, algunos se someten a la evolución de la trama pese a sacrificar aspectos de su esencia. O, al menos, de la imagen que habían proyectado anteriormente. En cambio, los nuevos nombres que se presentan, enmarcados en las memorias de Diago Vela, suponen un soplo de aire fresco.
Las familiares calles de Vitoria y los caminos de sus pueblos abrazan al lector, que, esta vez, podrá disfrutar de una Gasteiz medieval, de apasionante origen e historia. En ella, los humildes campesinos intentan sobrevivir en medio de luchas de poder entre los reinos de Navarra y Castilla; y rodeados por las rivalidades, confrontaciones y partidas de ajedrez de los linajes locales. Un nuevo panorama tan desconocido como cautivador, a pesar de algunas de las costumbres y prácticas que en aquella sociedad acontecían, demenciales para la época actual. La narración favorece el camino entre escenarios, observadora, dirige los ojos del que lee a través de un lenguaje pulido y grato, sin sobrecargar y reparando en lo peculiar.
Tras un año de la publicación de 
Los señores del tiempo, la trilogía del inspector Unai López de Ayala vuelve al candelero. El 25 de octubre de este año se estrenó la versión cinematográfica de El silencio de la ciudad blanca, producida por el grupo Atresmedia y protagonizada por Belén Rueda (Perfectos desconocidos) y Javier Rey (Fariña). Desafortunadamente, no resultó como se esperaba, la acogida no ha sido satisfactoria y la crítica la ha devorado para después tildarla de "adaptación fallida".
No será algo capaz de abatir a Eva García Sáenz de Urturi, de personalidad aguerrida, diligente y firme, tal y como deja entrever en sus apariciones en prensa, que no tienen desperdicio. A comienzos de 2019, ante la pregunta de la entrevistadora 
del diario Expasión "(...), ¿de dónde sacaba tiempo y fuerza para sus hijos?", acerca de su exigente jornada de trabajo dedicada a la escritura, la vitoriana replicó con firmeza: "Eso no se lo preguntas a un escritor".
Esta trilogía supone un fenómeno de ventas en España, y con alcance en el extranjero, aún de su final decaído. Atendiendo al ritmo de publicación de esta laboriosa escritora, de seis libros en siete años, los lectores no habrán de esperar en exceso hasta su siguiente título; sin duda, aterrizará en la expectación. Hasta entonces, la ciudad blanca queda en silencio.


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