A veces regala lo que sabe y otras vende lo
que sabe hacer o alquila lo que tiene. A veces no cobra más que la satisfacción
de haberlo hecho, otras lo intercambia, puede cobrar en ecosoles, bitcoins o
euros de curso legal. No encuentra su sitio en las constituciones que se basan
en la propiedad y el trabajo mientras vive en la realidad del acceso y la
ocupación. Tampoco lo encuentra en un sistema legal y fiscal pensado para
empresas y trabajadores, ni ejerce en una sola cosa con dedicación continua
como un autónomo. Les presentamos a nosotros: la ciudadanía colaborativa.
Espoleados por una crisis no solo económica estos nueva
ciudadanía educada y conectada, que han descubierto la capacidad de transmitir
confianza más allá de los círculos establecidos, activan sus recursos
infrautilizados y contribuyen a los recursos comunes para hacerlos
abundantes en una insegura zona gris al límite de las leyes, de los planes, de
las licencias municipales, del hartazgo de sus vecinos o del acoso de los
negocios establecidos. Inventan sus vidas.
Una nueva fuerza dispersa, que actúa
a tiempo parcial, de forma esporádica, en redes diversas, sin
representación institucional, gestiona -a través de
la acción- parte del programa de ciudad: redefine zonas, espacios y
usos, redistribuye ingresos, provee servicios generales, optimiza recursos,
genera ocupaciones, disminuye el tráfico rodado, financia de forma colectiva
las iniciativas que le interesan, se ofrece como censor, comparte datos o suma
firmas y presencias. Lidera.
Van más rápido los ciudadanos colaborativos
que las ciudades que los acogen, que las instituciones que velan por su
intereses o los negocios con los que podrían colaborar. Mientras unos
rediseñan sus vidas los otros ven amenazada su legitimidad o competitividad.
El pasado 27 de junio de 2013 tuvo lugar la sesión «Ciudad colaborativa: ¿choque de trenes o pipa de La Paz?» en el marco
del festival de arquitectura Topias organizado por eme 3 en el Fabra i Coats de Barcelona. En esta sesión participamos Paisaje Transversal junto a otros
colectivos y profesionales del sector como Archikubik, Recetas Urbanas,
Ateliermob (Portugal), Impossible Living (Italia), ZUS (Holanda) y que estuvo
moderada por Javier Creus.
En
esta sesión nos planteamos las consecuencias de la
emergencia de este nuevo agente urbano (la ciudadanía colaborativa), discutimos
el marco y las acciones que podría encauzar su energía, exploramos la idoneidad
y los límites de esta nueva economía y como ligarla con la que nos ha permitido
generarla. Algunas de las preguntas que nos formulamos fueron las siguientes:
¿Pueden las ciudades seguir ignorando a su
ciudadanía más activa? ¿Qué papel deben o pueden tomar las administraciones
frente a ellos? ¿Cómo se integra este urbanismo distribuido y espontáneo en los
planes y objetivos de la ciudad? ¿Sirven la reglas, los impuestos, las
licencias disponibles? ¿Si cambian las reglas para unos, no deberían cambiar
las reglas para los otros también?
A continuación podéis ver el vídeo íntegro de
la sesión, que fue emitida en directo a través de la plataforma Think Cities.
El texto de esta entrada es una remezcla del que Javier Creus (Ideas for Change) escribió como introducción al debate sobre la ciudad colaborativa y que se publicó originalmente en la web de eme3.
Imagen : Talleres de construcción
colectiva en Colombia (fuente : Historias comunitarias)
Revista Arquitectura
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