LA CIUDAD
(Antología 1985-2008)
Karmelo C. Iribarren
Ed. Renacimiento,2008
Lo que contarían, si pudiesen, las barras de los bares
Por Esteban Gutiérrez Gómez
La primera vez que leí La ciudad (Ed. Renacimiento, 2008), el libro me acompañó en mis trayectos de tren diarios de ida y vuelta a Madrid durante tres meses. Soy de esos lectores no compulsivos que tienen por costumbre leer un poemario de una manera enriquecedora: comienzo a leer poemas y cuando llega uno que me hace crack dentro del pecho, dejó de leer por ese día. Medito sobre ese poema, lo valoro y reflexiono. Interiorizo su contenido, traslado lo que de general tiene a mi particular mundo y digiero lentamente la ósmosis producida. Ya tengo lo que quería y no necesito más.
No me avergüenza confesar que además practico la fea costumbre de doblar las esquinas en las hojas que contienen poemas “imprescindibles”, por lo que La ciudad es ahora, en su parte superior derecha, un abanico abierto al mundo.
En fin, lo que les quiero decir es que el poemario de este mes no tiene desperdicio.
I. Aproximación al texto.
La ciudad, es una antología de la poesía de KARMELO C. IRIBARREN desde 1995 hasta 2008. Por 10 euros, doscientos poemas escritos desde los intestinos pertenecientes a sus poemarios La condición urbana (1995), Serie B (1998), Desde el fondo de la barra (1999), La frontera y otros poemas (2005), Ola de frío (2007), más una treintena de poemas inéditos.
Descubrí a Karmelo en la antología Hank Over / Resaca, y me sorprendió el modo directo con el que aborda su poesía. Karmelo habla de la vida, y lo hace desde una perspectiva melancólica llena de ironía.
La noche, los bares, el desencanto, la soledad, las mujeres, la infancia, la ciudad: la vida, realidades mugrientas que nos toca digerir.
Los bares, el refugio de los deshechos sociales, de los derrotados.
Los bares: hormigueros, hogar de criaturas condenadas.
Los bares: el palpitar de la ciudad.
La ciudad, fría, artificial e inhóspita como metáfora del mundo, que excluye a los que no quieren competir, a los que no quieren participar en el “sistema”.
El perdedor se convierte en héroe en la poesía de Karmelo, pues soporta una vida que fluye en su contra. Reivindica así (sin ninguna gana de mostrarse como estandarte pues es su pequeña manifestación personal) la figura del derrotado pero no vencido. Ante esta realidad engendrada en su pesimismo existencial, sólo dos caminos de salida encuentra: la ironía y el amor. El autor siente nostalgia del pasado, entendida como decía Luis García Montero, de cuando en el pasado teníamos un futuro por delante lleno de sueños que disfrutar.
Poesía mínima, efectiva, desprovista de adjetivos, escrita con una distancia serena que hace que esa realidad despegue de sí mismo y se dote de una melancolía extrema.
Una vez aceptada, asumida esa triste realidad de vida, el poeta se muestra sereno pero escéptico, logrando magníficas loas al desencanto.
Poesía esencial, desprendida de retórica, sobria y certera, que consigue el efecto de conmocionar al lector.
Poesía confesional a verso libre.
Contundente poesía.
II.Evolución de su poesía (reflexiones personales):
La condición urbana (1995),
Desde sus primeros poemas Karmelo escribe sobre la vida que lo rodea, de lo que se adivina en los gestos o en las imágenes, dotando a sus descripciones de una fuerza interior difícil de abarcar con palabras. La vida es una mierda (Ya pasará) y frente a esa realidad (no necesariamente realismo sucio como marca la etiqueta) Karmelo ya utiliza la ironía como defensa y el amor como refugio. El hombre está desnudo y desamparado frente a la realidad que le toca vivir (A verlas pasar).
Serie B (1998),
Mujeres, bares y vida siguen siendo sus referentes. Su pesimismo existencial se abisma en este poemario que empieza a mostrarnos la producción poética de Karmelo como auténticos microrrelatos musicales: muy cortos, afilados, someros y con un título que más que anunciar, cierra el texto. Ya aparece La ciudad como objetivo de críticas y anhelos por partes iguales y marca su poética realista en Fax a los poetas.
Desde el fondo de la barra (1999),
Se abisma aún más su pesimismo existencial, su falta de fe en el mundo y en las personas que conforman la sociedad, el sistema, la apisonadora. Nos encontramos ante un Karmelo más crítico, más irónico, más antisocial, reivindicando la figura del solitario (Ya entonces), del autoexcluido de la máquina de fagocitar almas. Mujeres, vida y el binomio amor/desamor, siguen siendo los temas de su poesía.
La frontera y otros poemas (2005),
Marcado este poemario por ese eterno dueto amor/odio hacia la ciudad que encarna el mundo, Karmelo sigue reivindicando la huída material, el viaje, como en La frontera o, si esta no es posible, la autoexclusión en los bares, el mejor refugio para convertir el agua salada de las lágrimas en perlas de color azul. Vida, bebida, ciudad siguen siendo los temas de este poemario. Su técnica se va depurando, no mucho porque ya desde el inicio su voz narrativa está perfilada a la perfección, y siguen pareciendo sus poemas mínimos como contundentes microrrelatos. La ironía se dibuja en algunos de los poemas (Los viejos camaradas, Pobres diablos) y, oh, sorpresa, algún rayo de optimismo que denota que asumido el hipócrita mundo que nos ha tocado vivir, la cuestión es no amargarse (La ciudad, Como un trocito de cielo, Un simpático vejete) y seguir luchando.
Ola de frío (2007)
Karmelo es un halcón de ciudad: observa las cosas, describe los detalles mínimos, pequeños pero a la vez los más importantes, aquellos que muestran la conexión del alma con un gesto, y reflexiona sobre eso en sus poemas.
Karmelo, que asume su ajeneidad del mundo, su incompatibilidad de caracteres con lo social, pero que, con los pies en el suelo firmemente anclados le muestra los dientes, a cara de perro (Los zapatos).
Karmelo que se confiesa, que asumida su condición de perdedor, encuentra consuelo a su pesimismo de vida (No estamos solos) sólo en el amor. El amor, lo único que le ayuda a soportar el mundo (Mis respuestas, Mi país).
Terrible imagen bipolar, metáfora-pozo, ese autobús desierto y reconfortante que cruza la ciudad a altas horas de la madrugada (Habitantes de la noche, Estrellas y tachuelas)
y una treintena de poemas inéditos.
Vida.
Frente a ella,
o a su lado,
quién sabe,
mujeres y alcohol,
amor y bares.
Los poemas
se van convirtiendo
en efectivos
epigramas,
en flechas certeras
desprovistas
de adornos,
disparadas
al punto exacto
que aloja
el alma
del lector.
III. Poesía confesional: El poeta total.
Y unas últimas frazadas que no me quiero dejar en el tintero:
Una. Según los formalistas, su poesía no es académica (cómo si la poesía tuviese que ser académica). Su formación fue en su inicio autodidacta y eso aumenta el valor de sus propuestas poéticas.
Dos. Según los faltos de opinión y acomodados, se le etiqueta de poeta colíder del denominado realismo sucio español (que no lo dudamos pero, señores etiquetadores, eso ¿no se llama ahora de otro modo? Y, además, ¿eso es pernicioso?). El Karmelo poeta es, en sus orígenes, un camarero, trabaja en los bares, y cuenta lo que no pueden contar las barras que separan al que pide del que sirve. Eso, además, le vale de exorcismo.
Tres. Siendo Karmelo un autor afín al mutismo mediático, ajeno a los ambientes literarios, la única vez que abrió la boca provocó un seísmo en la intelectualidad al decir que en el País Vasco los poetas que sólo escriben en castellano estaban siendo marginados (lo cuál nadie duda). Así que, si tenemos en cuenta que carga con unos cuantos sambenitos y, además, tiene coraje para decir lo que piensa a pesar de saber que se le cierran multitud de puertas en el “mercado” literario, no se extrañarán que la mayoría de desarrapados-piojosos-desheradados-autoexcluidos-perdedores-incluso fracasados sintamos admiración por él.
IV.(Anexo)
Más sobre KARMELO C. IRIBARREN :
un estupendo estudio de su poesía
y algunos blogs con entrevistas y poemas.
A finales del año pasado publicó su último poemario (que, aún no he tenido la oportunidad de leer): Atravesando la noche, Huacanamo, 2009
LOS SUEÑOS
Lo fueron todo
y ya los ves
ahora,
abatidos por los días
iguales,
como pasquines en los charcos.
Vivir
se reduce
a esquivarlos.
SE ACABÓ EL CUENTO
Se acabó el cuento,
amigo, esto es la vida.
Todos los grandes sueños
con los que hasta ahora
te has entretenido, puedes
dejarlos a la entrada.
Aquí no sirven de nada.
QUÉ CARAJO, A VIVIR
Después de hacer balance,
tras considerar la situación
de arriba a abajo, en frío,
he decidido no volarme hoy
tampoco la tapa de los sesos.
Nunca se sabe con la vida,
me he dicho. Y además, qué
carajo: ya que me trata peor
que a un perro, que se tome
ella la molestia de matarme.
DEL ROSA AL NEGRO
Es lo que tiene,
el amor
empiezas siendo
el galán
protagonista
de una maravillosa
comedia,
y acabas
convirtiéndote
en un actor
sobrio, serio,
de carácter,
sólo que de tu
propia tragedia.
ACASO HACE FALTA ALGO MÁS (fragmento)
La oigo subir por la escalera,
es ella, pienso,
estoy seguro,
sólo ella es capaz
de sacarle música
al cemento,
ya está aquí,
abro la puerta, la ayudo
con las bolsas:
pan, jamón,
cerveza, café, queso...,
comemos
y nos reímos un rato
del mundo [...]
EN EL PARQUE, LEYENDO
¿Tienes un cigarro?
Levanto la mirada:
Unos 45 años,
en la cuneta.
Le digo que sí
y le alargo un Camel.
Gracias – dice– ,
a las diez cierran la verja.
Ahora se las doy yo a él.
Le veo irse,
cabizbajo,
hacia los árboles.
Hace un alto
en una papelera.
Decido cenar algo
yo también.
EL AMIGO
Llora cuanto quieras
sobre mi hombro,
desahógate,
cuenta conmigo
para lo que te haga falta.
Pero no te equivoques,
no soy mejor que él:
le envidio
cada una
de tus lágrimas.
LA CIUDAD
(Antología 1985-2008)
KARMELO C. IRIBARREN
Editorial Renacimiento
Por María Jesús Silva
La antología se divide en cinco partes:
La condición urbana (1995)
Serie B (1998)
Desde el fondo de la barra (1999)
La frontera y otros poemas (2005)
Ola de frío (2007)
El poeta nos reta a caminar por una ciudad vista desde sus ojos, esos por los que mira para mostrar una parte que sabemos que existe pero a veces no nos detenemos a observar. Es una ciudad particular, llena de sentimientos encontrados en los que se posa una mirada capaz de extraer de la oscuridad esa luz mortecina con que ilumina los versos en los que va narrando imágenes de vagabundos, de una playa, de unos bares, de unos ojos que se cruzan con los nuestros mientras se alejan, de un taxi, de un amigo que se va, de una mano que acaricia una espalda en la madrugada y susurra unas palabras que te vencen en sus brazos, de un paraguas que da la vida por ti. Otra veces es lo que no está escrito lo que más nos hace mirar y pensar, la elipsis que crea donde todo está dicho sin decirlo. Hombres y mujeres aparecen retratados desde el alma a la que él se asoma poniendo el ritmo lento de las horas en un banco, los días caminando, las madrugadas borrachas en las que no se espera y sin embargo nos detienen. Una mirada limpia que refleja, exenta de pudor, la soledad del que se siente abandonado, del que no tiene nada y nada espera. Lejos de lo artificioso, con esa bondad rara que a ratos hiere, nos hace caer de bruces junto a una papelera, encender un cigarro mientras se toman notas y levantar la mirada para ver las olas del Cantábrico en el mes de septiembre.
Algunas de las figuras retóricas que aparecen en el poemario:
Las principales son las de pensamiento descriptivo, todo el poemario es una descripción constante con efectos visuales y sentimentales.
Aparece la topografía, descripción de un lugar.
Ej: LA LEVE SOMBRA (pág, 27)
La leve sombra que proyectas
sobre la sábana recién inaugurada
es un país tranquilo, acogedor,
donde se hospeda
-por pura complacencia-
toda la luz del mundo.
Encontramos también el retrato, descripción tanto moral como física.
Ej: VAGÓN DE FUMADORES (pág, 76)
Para Hipólito G. Navarro
La mujer que se sentó a mi lado
tenía el pelo rojo,
los párpados azules,
las uñas grises
y los labios verdes.
Fumaba sin parar
cigarrillos rubios, largos
como sus piernas del color de la noche.
Llegaba tarde –me dijo- a la cita
con su psicoanalista.
Pensé en él, muy detenidamente.
Vemos la máxima, reflexión filosófica sobre la vida.
Ej: VENCIDO (pág, 40)
Vencido, una vez más. Por el amor,
el odio, o por la vida
que no hace concesiones
ni da treguas. Aquí,
en la esquina de un siglo
tan inútil como lo fueron
todos. Y también
tan sanguinario. Fumando
un cigarrillo. Indiferente. Viendo
cómo la gente se destroza,
y sin sentir nada especial.
Unido a la máxima aparece el epifonema, reflexión final resultado de afirmaciones anteriores.
Ej: MALOS TIEMPOS (pág, 28)
Ándate con cuidado,
que no se entere nadie
de que lo pasas bien,
que tu vida funciona
y eres feliz a ratos.
Hay gente que es capaz
de cualquier cosa,
cuando ve una sonrisa.
Vemos la antítesis, enfrentamiento de dos pensamientos opuestos.
Ej: LA FÓRMULA (pág, 68)
Para Iñigo Peciña Begiristain
Hay que estar preparados para lo peor
y disfrutar de lo bueno.
Ésa es la fórmula.
Saber que nada es duradero;
que la palabra siempre
es engañosa, falsa, equívoca;
que lo que hoy nos une eternamente,
mañana será polvo, odio quizás, historia de la mala;
que la vida se venga en la felicidad.
Saber que será así, o podrá serlo.
Y vivir como si el tiempo nos debiese algo,
como si fuese nuestro,
exigiéndole al contado lo que nos pertenece.
Vemos la perífrasis asociada al eufemismo, señala de forma benévola un hecho desagradable.
Ej: DE COPAS CON CIORÁN (pág, 56)
Con los días contados,
chaval, así vivimos
todos. Esperando
a que nos tachen
de la lista. Distrayendo
la espera con tragos
y canciones. No hay más.
Puedes llorar o morirte
de risa. Como prefieras.
También aparece la ironía, afirmar lo contrario de lo que se dice.
Ej: FAX A LOS POETAS (pág, 85)
Para Paddy Rekalde
No se preocupen.
Ustedes sigan
adornando
sus jodido arbolitos
de Navidad.
Yo haré
el trabajo
sucio.
Como ejemplo de esas elipsis en las que escribe versos sin escribirlos, poemas invisibles para que nosotros los continuemos, yo elegiría este:
RARO AMOR (pág, 79)
Suena el teléfono de pronto
y tú desapareces. Más tarde,
mientras fumo un cigarro
o leo una novela, vuelves.
Y te vas otra vez porque
ha llegado alguien. Así vivimos
estos últimos meses. Así
sufrimos. Siempre conmigo
tú, contigo yo, siempre
escondidos. Unidos sólo
por este raro amor impronunciable.
Lo que me ha sorprendido en este poeta es que utiliza en algunos poemas el “In media res”, técnica literaria donde la narración comienza en mitad de la historia. Esto es muy complicado y hay que ser muy atrevido y saber hacerlo muy bien para que el poema nos cuente, en su brevedad, lo que jamás se escribirá, cosa que él domina y hace que funcione perfectamente.
Ej: ESTAS COSAS SIEMPRE SUCEDEN DE REPENTE (PÁG, 33)
No pasa nada. Ella está
en un expreso con dirección
a Barcelona, y yo aquí, en mi
mesa de trabajo, escribiendo
estos versos. Hace apenas
dos horas que se ha ido.
mañana charlaremos
por teléfono. Sobre la tele,
su espléndida sonrisa.
No pasa nada, como digo.
Y de repente, no sé
qué hacer con tanta soledad.
Los tiempos verbales tienen una alternancia para narrar hechos pasados, utiliza el indefinido el presente y el imperfecto. También aparece el pretérito imperfecto propio de la narración.
Los versos cortos crean un ritmo rápido, con encabalgamientos suaves que indican serenidad.
Me ha parecido una poesía transcendente, poemas que explican sucesos que se experimentan dentro del hombre en relación a sí mismo y a los otros.
Opinión personal:
Karmelo C. Iribarren me descubre que sus poemas tienen dos lecturas: Las imágenes que nos describe y visualizamos siendo capaz de transportarnos al lugar. Y por otro lado las imágenes que no nos cuenta, la elipsis poderosísima que forma en los versos no escritos y que sin embargo se mantienen y nos hablan narrando en nuestra mente todo aquello que no nos ha dicho pero que ha escrito en el silencio. Es magistral. Crea dos imágenes paralelas para que seamos capaces de seguir el poema que no existe. La poesía de Karmelo C. Iribarren nace para contar lo que siente su alma, es el inframundo que aparece cuando uno da un paso más, es ese caer al cruzar la barrera y sostenerse en el cuadrilátero fronterizo de futuro que, de antemano, no se sabe si alguno tendremos cabida en él.Son poemas que nos zarandean, sentimos el dolor de la pérdida y por encima de todo de la pérdida del tiempo, ese reloj que no para y al que no se puede engañar ni manipular, ni muchísimo menos chantajear. Nos dan patadas en la espinilla, puñetazos en la boca del estómago. El poeta actúa como un boxeador de la vida, se mueve por el Ring de los días con unos guantes escribientes que traducen las imágenes que recuerdan que estamos viviendo en un mundo del que sólo nos interesa alguna parte, alguna gente, pero al mezclarnos con el resto del conjunto nos atrapa la mirada perdida de un borracho, la ausencia de un amigo, las personas que quizá formen lazo con nosotros, de una ola, del sol, las gotas de lluvia caídas al amanecer mientras apuramos la última copa o el penúltimo cigarrillo. Y eso se nos clava en la piel. Nos adivina el punto débil de la soledad, casi sin esperanza, la nostalgia de lo que pudo ser pero se perdió sin llegar, de un camino que no parece importarnos adónde conduce. Y cae sobre nosotros con un Crochet arrojándonos sus versos que nos cortan como pedazos de vidrio, que nos clava como alfileres y dejamos que nos hieran, y necesitamos como nubes en las que reposar los ojos. Nos hace ver que la vida era esto: Vivir.