Abriendo el foco del diafragma, sabemos que las ciudades en el mundo van a seguir creciendo y van cambiar sustancialmente su fisonomía. Según las Naciones Unidas dentro de 25 años, dos tercios de los habitantes del planeta Tierra vivirán en zonas urbanas, es imparable la tendencia a la acumulación de la población en las grandes urbes y la aparición de nuevas megalópolis. Sabemos que nuestros niños serán más urbanos, y tendrán que aclimatarse a vivir en espacios reducidos y se impondrán normas de convivencia rigurosas que administren la diversidad humana y social. Los niños tendrán que resolver los asuntos graves que les dejamos pendiente sobre la sostenibilidad de nuestro sistema, que afecta al medio ambiente, y a los modelos sociales y humanos de convivencia. Así, los niños deberán arbitrar “soluciones verdes” para resolver los graves problemas de contaminación que padecen nuestras ciudades y atajar la amenaza del calentamiento del planeta. Tendremos que compatibilizar el crecimiento de las ciudades con un uso razonable del aire, el agua y las energías, exigiendo que las ciudades sean autosostenibles y saludables. Del mismo modo, deberemos avanzar en generar dinámicas de inclusión social que aporten una mayor sostenibilidad social y humana a nuestras ciudades, sin duda los contextos sociales futuros serán muy diversos y exigen grandes dosis de adaptación y flexibilidad, y soportaremos la amenaza de la bipolaridad, sobrevuelan las tendencias extremas y las situaciones paradójica que ya se observan en nuestras grandes ciudades, zonas de alto lujo rodeadas de barrio marginales de pobreza. Las paradojas serán más extremas y agudas y precisan de una nueva formulación de la distribución de los recursos y los espacios que aún desconocemos en qué sentido se orientarán.
Ya vivimos flagrantes antagonismos, valga de ejemplo la construcción de las nuevas ecópolis y la adaptación de los asentamientos precarios. Songdo (http://www.songdo.com/) representa la construcción de un nuevo modelo de urbanismo humano que integra la convivencia humana en un escenario altamente tecnológico y comunicado, dotado de un amplio repertorio de instalaciones culturales, sociales y económicas, en el que se integran la vida laboral, familiar y de ocio en un espacio autosostenible medioambiental y energéticamente. Muchos de los niños actuales, los del conocimiento, los más competitivos llegarán a vivir en ecópolis, especies de paraíso artificiales que atenderán las necesidades de los colectivos humanos más productivos. Frente a esas ecópolis, subsistirán en los países en desarrollo múltiples barrios marginales en los que la convivencia humana será bien distinta. No obstante, también se advierten grandes cambios en estos contextos urbanísticos, ya se están produciendo grandes transformaciones en los suburbios de las megalópolis, como Delhi, Río Janeiro, Lagos, entre otras, en la que la propia población establece nuevas dinámicas colaborativas basada en la cooperación mutua, la sostenibilidad, la supervivencia y la lucha contra la pobreza. Efectivamente, en los suburbios de las grandes megalópilis se está fraguando bases esenciales de la construcción de nuestro futuro. Mike Davis, nos refiere que “Los suburbios de las ciudades del tercer mundo son el nuevo escenario geopolítico decisivo”. La vida de los suburbios será en parte muy distinta a las de las ecópolis, en distribución de los espacios, el nivel de las comunicaciones, el acceso a los bienes esenciales y suntuarios, la repartición de los tiempo de trabajo, ocio, familia, y otras realidades; pero también presentarán similitudes apreciables, como la obsesión por la sostenibilidad, el afán por la innovación permanente y la productividad, una autoregulación social propia, la autotutela social, etc.
Los niños del mundo vivirán en ciudades muy diversas, y su lugar de nacimiento seguirá determinando el futuro de sus vidas, si bien surgirán nuevos escenarios urbanísticos, unos de nueva creación y pensados para la vida tecnológica del futuro, y otros de intensa readaptación del medio precario para dar respuestas a las nuevas necesidades de supervivencia, productividad y convivencia humana. Otros territorios mantendrán estructuras tradicionales, combinando medios urbanos sostenibles y apacibles, con espacios rurales reconfigurados al mundo del ocio, el turismo y la vida más lenta de las personas menos activas. Como vemos, en general reinará mucha diversidad, más radical que nunca, y nuestros niños tendrán que aprender a vivir en espacios muy tecnificados regidos por la inteligencia ambiental, y movilizarse por áreas suburbiales complejas donde la vida responde a nuevos patrones sociales.
La ciudad acabará siendo tan compleja como nuestras propias vidas, y los niños necesitarán adaptarse al tránsito de espacios diversos, microescenarios, en el marco de grandes aglomeraciones que conforman macrocomunidades humanas. Igualmente las comunicaciones también serán profusas, y tecnológicamente complejas y regidas por inteligencia ambiental, y existirán elementos muy sofisticados frente a medios sencillo y humanizados. Todo concurrirá en el mismo tiempo y espacio, una vida sencilla y placentera de forma tradicional, junta a la precipitada y tecnológica vida ultrarápida.