Revista Cultura y Ocio

La Ciudad de Toledo en Época Romana

Por Pablet
Resultado de imagen de toledo en epoca romanaLA CIUDAD DE TOLEDO EN ÉPOCA ROMANA 
La llegada de los romanos a la Península Ibérica, en el año 218 a.c., tuvo lugar dentro de un fenómeno bélico ajeno a la misma, como fue la denominada Segunda Guerra Púnica (218-206 a.c.), con la que se decidió la defiffitiva hegemonía de Roma en el Mediterráneo frente a Cartago, su potencia rival.
El resultado final de este proceso militar -que tuvo a Hispania como uno de los principales campos de operaciones, desde el desembarco de Cneo Escipión en Ampurias el año 218 a.C., hasta la conquista de Gades el 206 a.C.- fue que Roma se encontró dueña de una amplia serie de territorios en los que pronto comenzó a intervenir como potencia conquistadora. 
Las primeras actuaciones del nuevo poder en nuestra Península tuvieron una doble función; por una parte, la de organizar el sistema de explotación intensiva del territo~ rio ---como luego se verá- y, por otra, la de buscar unas fronteras seguras sin recurrir a grandes procesos anexionistas, al contrario de como había sucedido en la primera mitad del siglo 11 a.e. en la zona de los Balcanes y Grecia, donde se tuvieron que cen~ trar la mayor parte de los recursos militares disponibles. 

Dentro de este fenómeno de búsqueda de fronteras naturales, tuvo lugar el proceso de conquista de la Meseta Sur -englobada, en gran parte, en la denominada Carpetania según las fuentes antiguas 1_, consistente en una serie de enfrentamientos centrados en Toledo y sus alrededores, encaminados tanto a procurar el control efectivo del territo~ rio como, fundamentalmente, a dominar los vados del Tajo.

La primera cita que sobre estos hechos ha llegado hasta nuestros días describe cómo en el año 193 a.e. se desarrollaron una serie de enfrentamientos en Toledo, entre una confederación de pueblos de la Meseta Norte -vaceos, vettones y celtíberos- con las tropas romanas mandadas por Marco Fulvio Nobilior~. Resultado de imagen de toledo en epoca romanaDentro de esta misma campaña, aunque ya al año siguiente, se produjo la conquista de la ciudad de Toledo en el año 192 a.C., que -según Livio- sería ya entonces una parva urbs 3 • La utilización del término urbs es interesante, pues muestra una realidad prácticamente inexistente en el interior peninsular, aún de escaso desarrollo urbano frente a áreas como el Levante o Sur, donde las ciudades eran ya el sistema básico de articulación del territorio.
Esta conquista, básica para establecer la frontera del dominio romano en la línea del Tajo y controlar uno de sus principales vados ---como es el existente junto a la ciu~ dad en el lugar conocido como Río Llano-, no pacificó definitivamente la zona debido a la intervención, una vez más, de diversos grupos de lusitanos, vettones, celtíberos, etc., que dieron lugar en el año 186 a.C. a una derrota de las tropas romanas bajo el mando de Lucio Quinto Crispino y Cayo Calpurnio Pisón \ lo que provocó una res~ puesta durante el siguiente año, en que fueron derrotados los ejércitos indígenas" que sufrieron cuantiosas pérdidas.
 Las últimas operaciones militares de las que se tiene noticia fueron las campañas de Quinto Fulvio Flaco sobre la ciudad de Aebura, en busca, de nuevo, del control de la línea del Tajo y sus vados", y las realizadas bajo el mando de Tito Sempronio Graco en el año 179 a.C. en territorio carpetano, pero ya exclusivamente contra efectivos cel~ tíberos 7.

Estos últimos enfrentamientos parecieron marcar el establecimiento definitivo del mundo romano en la zona toledana, utilizada, en gran parte de estos años, como zona de enfrentamientos entre Roma y los pueblos del Norte del Tajo, más que entre aquélIa y la población local, que desde los momentos iniciales debió someterse bajo el poder romano, debido, posiblemente, a una mayor vinculación carpetana con el mundo mediterráneo, más proclive al nuevo proceso de aculturación, y obligada por la presumible presión bélica que estas zonas sufrían de lusitanos, celtíberos, etc., de los que se conoce desde fechas antiguas la existencia de sus constantes incursiones en territorios vecinos. Los siguientes procesos militares de conquista se produjeron bastantes años más tarde y sirven para demostrar ya una nueva realidad histórica.
En el año 1 S 1 a,C., tropas bajo el mando de Lúculo cruzaron el Tajo con la finalidad de atacar la ciudad de Cauca (Coca, Segovia), con la excusa de vengar determinados daños infringidos a los carpetanos, volviendo a la Carpetania para invernar~. 

Resultado de imagen de toledo en epoca romanaEsta situación de represalias en defensa de la Carpetania se repetirá, igualmente, en las primeras campañas ofensivas de las Guerras Lusitanas y Celtibéricas.
En resumen, y una vez expuesto el proceso militar, se deduce que la conquista de la Carpetania se llevó a cabo, fundamentalmente, en tomo a la ciudad de Toledo y que, tras una primera resistencia en la que debieron tomar parte tropas locales, como lo demuestra el cerco a la ciudad de Toledo, el principal obstáculo defensivo lo presentaron los ejércitos pertenecientes a pueblos de la Meseta Norte que, confederados, luchaban en esta área contra Roma, conocedores del valor estratégico de la ciudad que servía de llave de paso entre ambas zonas.
 El dominio romano de Toledo será básico ya en la segunda mitad del siglo II a.c., como cabeza de operaciones y lugar seguro de aprovisionamiento, invernada y retaguardia del ejército romano durante buena parte de los conflictos con lusitanos y celtíberos, que darán lugar a la conquista definitiva de la Meseta Norte y, por lo tanto, a la pérdida, en parte, del papel fronterizo y militar que debió desempeñar Toledo en este segundo siglo a.C.
En lo referente al proceso administrativo realizado por Roma para la explotación de estos territorios, parece claro que a la llegada de los romanos, y en contraste con otros pueblos hispanos, la Carpetania era únicamente una realidad étnica y en ningún caso política \ basada en una serie de grandes poblados cada uno dueño y señor de su propio territorio, en los que, en todo caso, Toledo podía, como caput carpetaniae 10, es decir, cabeza de la Carpetania, servir de centro religioso o de referencia, con escasas o nulas competencias administrativas sobre el resto de los territorios no pertenecientes a su proplo «hinterland».
Tras la conquista, Roma, al igual que en el resto de los territorios conquistados, no trató de realizar ningún proceso de asimilación o romanización propiamente dicho, sino que, en gran parte, aprovechó la organización administrativa indígena e incluso la potenció como esquema válido de explotación basado en el establecimiento de tributos a las unidades políticas establecidas -en nuestro Ca!iO, las pequeñas ciudades carpetanas y sus territorios que, según algunas fuentes, sumarían un total de dieciocho poleis 11 _ , que mantu vieron, por lo tanto, una cultura material y social plenamente indígena. como lo dcmucstrdn las diferentes excavaciones arqueológicas realizadas sobre asentamientos de esta época en la zona ll .
Resultado de imagen de toledo en epoca romana Este proceso debió de determinar el que Toledo, como centro de un amplio y rico territorio en el Valle del Tajo y, a la vez, con cierta influencia dentro de la región, fuera potenciado como principal centro urbano indígena carpetano, lo que se ve ría complementado, además, por los asentamientos militares que, como se ha viSIO, debieron ser prácticamente constantes en el siglo 11 a.C.
El conlinuismo cultural prerromano, que caracteriza a la práctica tOlalidad del período republicano, comenzó a-camhiar a finales del mismo, primero con César y, fundamental y definitivamente, con Auguslo, ya en época imperial, quienes realizaron la gran remodelación de la organización territorial de los dominios de Roma, dando lugar a un nuevo proceso, ahora ya de absorción y asimilación, que culminará con la romanización de los mismos, cuya principal causa fue un nuevo sistema de explotación basado no ya en una ocupación mililar. como había venido ocumendo hasta la fecha, sino en la administración de cada territorio de acuerdo con una nuevas unidades político-administrativas presentes en lOdo el Imperio, cuyo eje principal sería el mUniCipIO.
Se rrata, de nuevo, de un largo proce ~o histórico, comenzado a finales del siglo 1 a.e. y que, continuando hasta prácticamente finales del siglo 1 d.C., provocará importantes cambios en numerosos territorios, con grandes movimientos de población, abandono de poblados indígenas, fundación de nuevos centros urbanos, etc.
Esta nueva situación, que implica, ahora sí, una necesaria romanización, está íntimamente ligada con el fenómeno municipalizador que a lo largo del siglo 1 d.C. sirvió para mostrar la evolución y el éx ito de las reformas emprendidas, de manera que en zomlS o núcleos más pronLamente romanizados se adquirió el rango municipal en fechas más tempranas -épocas de César y, sobre todo, de Augusto- , en contraste con aquellas poblaciones o lerritorios donde la implantación fue más tardía, como fue el ea so de los escasos estatutos municipales concedidos en época de Claudia y los muchos más otorgados en época flavia.
En el caso de Toledo, existe el problema de la escasa investigación realizada hasta la fecha que. entre otros aspectos, impide conocer con seguridad su momento de conversión en municipio y el abandono de su antigua considcc(lción de ciudad estipendaria, hecho que ya habría ocunido en los inicios del siglo 11 d.C. como lo demuestran diversos hallazgos epigráficos realizados en la ciudad ". Nos encontramos ante un rema conflictivo en el que se mantienen dos vías de interpretación distinlas; por un lado, la que propugna el cambio institucional en época de Augusto l \ y por otro la que se inclina por la época flavia .
Resultado de imagen de toledo en epoca romanaSin entrar a examinar los detalles de cada una de las propuestas, dado lo amplio del tema, cada día parece más evidente la pronta municipalización de Toledo, que se debió producir, posiblemente, en época de Augusto, basándose, fundamentalmente, en los siguientes aspectos:
-Consideración de Toledo, según se ha visto, como cabeza de la Car-petania, equiparándola a Segóbriga -cabeza de la Celtiberia-, que se sabe adquirió el rango municipal en época augustea.
-Existencia de una ceca de cronología republicana con la marca Tole en nuestra ciudad -en un área de escasas acuñaciones-, únicamente comparable a la ceca del municipio augusteo de Segóbriga.
-Existencia de un completo catálogo de edificios monumentales e infraestructura de gran entidad presentes, fundamentalmente, en municipios antiguos pronto romanizados.
Alguno de estos inmuebles, además, presenta una cronología claramente anterior a la época flavia, como lo demuestran los hallazgos arqueológicos del circo 16 y, presumiblemente, la fecha de construcción del puente de Alcántara, según los datos reflejados por el Codex Parisinus
-Constancia de que en la mayor parte de los municipios navios son abundantes los datos epigráficos de organizaciones suprafamiliares, como fenómeno de pervivencia del sistema social indígena. Ejemplos de esta situación en la zona serían Cacsaróbriga (Talavera de la Reina) y Complutum (Alcalá de Henares).
Esta particularidad no aparece entre los municipios de comienzos del Imperio, como ocurre con Toledo, según parece derivarse del estudio de sus documentos epigráficos.
-Existencia de datos sobre la reestructuración de un sector residencial de la ciudad, aparecido en las excavaciones realizadas en el inmueble núm. 3 de la calle Nuncio Viejo, en la que se advierte la regularización de la topografía del peñón toledano mediante grandes muros de hormigón para establecer una zona residencial, ya plenamente romanizada, fechable en época de Tiberio -segundo cuarto del siglo 1 d.C.-, según 10 demuestran los hallazgos cerámicos I.
Las principales consecuencias de la municipalización toledana fueron de gran importancia, ya que el probable pronto cambio de estatuto provocó la transformación total y completa de la ciudad, con la finalidad de que sirviese como modelo de las condiciones de vida y, fundamentalmente, del poder de Roma, a través de la obra pública como elemento romanizador para amplias zonas del interior de la Península, única explicación posible para el conjunto de inmuebles e infraestructuras con las que se dotó a Toledo, similar al de otras grandes ciudades del Imperio, caso de Caesaraugusta o Mérida, donde, por ejemplo, encontramos un claro paralelismo en obras tan importantes como son el propio sistema hidráulico o el circo, entre otras.
Esta realidad histórica de la importancia del Toledo romano ha pasado en gran parle desapercibida hasta nuestros días, dehido al amplio desarrollo que tuvo la ciudad en épocas medieval y moderna, que ha eclipsado y provocado la existencia de otros focos de interés a la vez que la práctica destrucción de lodo 10 anterior, dada la escasez de suelo urbano que siempre caracterizó a la población toledana.
Esta ciudad alto imperial iría evolucionando, como el resto de las ciudades hispanas, hasta llegar al denominado Bajo Imperio, en el que, una vez más y debido a diversos fenómenos históricos, se debieron dar nuevos cambios importantes para la ciudad, conocidos sólo muy parcialmente.
La crisis del Imperio a lo largo del siglo III d.C. supuso, en parle, la ruptura del sistema implantado por Augusto, 10 que afectó, por lo tanto, al elemento base de articulación del territorio -el municipio-, que comenzó un proceso de decadencia interpretado tradicionalmente como un fenómeno de ruralización, aunque éste no parece ser el modelo de explicación exacto; más bien, al contrario, a partir de las reformas de Diocleciano habría que hablar de una urbanización potenciada, es decir, con concentración de la función administrativa y de territorios en una serie de ciudades elegidas como centros de influencia más extensa, que incluiría varios de los antiguos municipios alto imperiales a los que, en un proceso gradual y nunca de forma inmediata, iría dejando reducidos a simples asentamientos de segundo nivel e, incluso, llegaría a provocar la desaparición de algunos.
En el caso particular de Toledo, son numerosos los datos que indican que éste fenómeno de potenciación de las funciones y ámbito territorial de los antiguos municipios provocó un nuevo auge en la ciudad, que pasaría a convertirse en el centro administrativo del interior peninsular. Esta situación conllevaría, como ocurrió en otras ciudades donde este proceso es conocido 1\ nuevos cambios urbanístico~ caracterizados por la pérdida de la importancia del valor propagandístico oficial de las grandes obras púhlicas aún en uso -que, prácticamente, dejaron de realizarse- a la vez que la aparición de nuevos elementos, como fueron las construcciones vinculadas con el cristianismo -fundamentalmente templos y complejos episcopales, ubicados en las zonas más céntricas de la ciudad-, junto a los complejos administrativos necesarios debido a la implantación, por primera vez, de una administración profesional e independiente de los cargos públicos electos, que en ciudades como Mérida, mejor conocida que Toleoo, dieron el impulso necesario para mantener y acrecentar la vida urbana a 10 largo del siglo IV d.C. 

Algunas de las evidencias de que Toledo participó de este proceso histórico pueden ser:
-Existencia de una elite social y económica en la ciudad y en su más cercano telTitorio, pujante en pleno siglo IV d.C., como lo demuestra la existencia de complejos tan importantes como el de Materno, en Carranque, o la existencia de la mayor concentración de sarcófagos palcocristianos de mánnol y origen itálico en el interior de la Península, destinados, de manera exclusiva, a los grandes señores de la época. 
-Constancia de una sede episcopal en Toledo, importante desde fechas bastante antiguas, como lo atestigua la asistencia del obispo toledano Melancio al Concilio de Elvira -fechable en torno al año 300 d.C.-, en el que la mayoría de los obispos reunidos eran de la Bética o del Sur de Lusitania y zonas cercanas de la Tarraconense, salvo los de Zaragoza, Mérida, León y Toledo. 
-Organización en torno al año 400, aún en plena época romana, de un concilio nacional en la ciudad -conocido como 1 Concilio de Toledo- destinado a combatir el Priscilianismo. 
-Presencia presumible de comunidades orientale.s --caso de la población judía- relacionadas, generalmente, con actividades comerciales y, por lo tanto, con economías en cierto auge, según evidencian algunos hallazgos arqueológicos realizados en las inmediaciones de la ciudad :'(J. 
-Pérdida gradual de la importancia y del papel administrativo de otros núcleos de población cercanos, como son Consábura (Consuegra), Complutum (Alcalá de Henares), Caesaróbriga (Talavera de la Reina), que, a su vez, requirió la existencia de un gran centro administrativo que englobase estos territorios.
-Presencia importante de importaciones comerciales de diversos orígenes, como las sigillatas africanas, los materiales de construcción del mismo origen de Carranque, o los ya citados sarcófagos itálicos paleocristianos, que muestran la existencia de una importante red comercial en funcionamiento.
En definitiva, y como resumen, Toledo, cabeza de la Carpetania indígena y punto estratégico-militar durante buena parte de la época republicana romana, alcanzó una pronta municipalización y un gran poder económico y social, que se vería aún más potenciado en épocas tardías, sentando las bases del posterior desarrollo alto medieval de la ciudad, como capital del Reino visigodo de Toledo.
Será este proceso histórico el que permita explicar las grandes obras públieas alto imperiales de Toledo, el origen y pronta importancia del episcopado toledano y el papel político a desempeñar en época visigoda, que supuso el fin de un proceso y no el resultado inmediato de una decisión puntual y aleatoria de un individuo, como hasta ahora se ha venido proponiendo.
FERNANDO ARANDA GUTIÉRREZ JESÚS CARROBLES SANTOS JOSÉ LUIS ISABEL SÁNCHEZ 
EL SISTEMA HIDRAULICO ROMANO DE ABASTECIMIENTO A TOLEDO 
INSTITUTO PROVINCIAL DE INVESTIGACIONES Y ESTUDIOS TOLEDANOS (e.S.l.e. Diputación de Toledo) 
https://realacademiatoledo.es/wp-content/uploads/2015/09/acueducto.pdf
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