POR GUARDIANES DE LA MEMORIA.
Cuenta la Wikipedia, que igualmente dicen que falla más que Rapel jugando a la lotería, pero nos arriesgamos, que la Bética (en latín Baetica) fue una de las provincias romanas que existieron en la península ibérica, llamada por los romanos Hispania. Tomó su nombre del río Betis (en latín Baetis), llamado en la actualidad río Guadalquivir y su capital era Córduba, la actual ciudad española de Córdoba, en Andalucía. La Baetica fue dividida en cuatro conventus iuridici: el Conventus Cordubensis, con capital en Córduba que además era la capital de toda la provincia Bética; el Conventus Astigitanus, con capital en Astigi; el Conventus Gaditanus, con capital en Gades y el Conventus Hispalensis con capital en Hispalis.
Córdoba, ciudad del Betis.
Dicho esto quizás se hayan dado cuenta que los que datan y firman como desde la “Ciudad del Betis” en Sevilla, lo están haciendo como si realmente fuese desde Córdoba probablemente ignorantes de ello. Los cordobeses, como comprenderán, no deben estar muy contentos con que alguien quiera robarles la capitalidad bética que ostentaron y que usurpen, seguramente desde la incultura, algo que incluso es perdonable, el nombre que por historia les corresponde a los cordobeses.
Sería entendible y comprensible que hiciesen referencia a “Híspalis” como la capital en la que habitan en vez de llamarla Sevilla, pero el anacronismo es supino. Estrabón, geógrafo romano en su obra Geographiká, indica que Corduba es la ciudad más importante de la Baetica. Si quieren hacer referencia al nombre romano del río o de la calle de Triana, según el callejero de Santiago Montoto “Las calles de Sevilla” de 1940:
Como quizás alguno podría suponer, esa calle no se llama así por un equipo de fútbol, aunque cualquier equipo de fútbol podría llevar el nombre de esa calle si se lo propusiese. Pero profundicemos un poco más:
“De los nombre del río.
El GUADALQUIVIR -o, con más propiedad Guadalquebir, sin afectaciones ortográficas- ha tenido tantos nombres como civilizaciones han surcado sus aguas.
El primero, río (o río de) Tartessos, no debe considerarse un nombre propio sino, más bien, la denominación del vasto territorio sureño que era atravesado por la corriente de agua, en cuyas márgenes desarrollaba su vida aquel pueblo pacífico. Y fue el griego Estesícoro quien, hacia el siglo sexto antes de Cristo, lo citó así por vez primera, prodigándose más tarde. Entre los tartesios era, sin embargo, llamado Baetis, de modo que cuando las águilas romanas se enseñorean de la península, denominaron Baetica a la región del sur de Hispania regada o influenciada por aquel gran río central.
Cuando los musulmanes conquistan a los visigodos el territorio hispánico y establecen su capital en Córdoba, el río pasa a llamarse Nahr Qurtuba, es decir, río de Córdoba, pero cuando el país agareno queda reducido a reinos de taifas, el río cordobés no vuelve a citarse como tal: "Agua al mar enhebrada por los puentes de Roma con una lenta vena de plata abierta al sueño... Guadalquivir por Córdoba...", en la palabra de Mario López.
En el siglo XII, el geógrafo El Edrisí le daría el apelativo, ciertamente raro, de Nahr al-Agtam, pero en realidad los textos literarios lo llamarían río de Sevilla. Pero por aquellos entonces ya era conocido como Wad-al-Kabir o río grande, que por transformación fonética del al-Andalus pasa a Wad-al-Kebir y queda finalmente Guadalquebir y también Guadalquibir, nombres que los conquistadores cristianos de media Andalucía, al mando de Femando III, reciben en herencia, hasta la denominación actual.”
Texto extraído del libro “Guadalquivir. Historia de un pueblo” Juan José Antequera Luengo de la Real Academia de Historia.
No es grave que las huestes verdiblancas hagan acopio de la expresión “Ciudad del Betis” referida a Sevilla en escritos por distintos medios, incluso de palabra, lo realmente grave es que personalidades a las que se le supone una cierta cultura y deben ejercer de faro y guía para los suyos, sean los que expandan el despropósito a los cuatro vientos. Los Carrillo, de la Borbolla, Hernández, Herrera, Burgos y otros tantos, han caído en el catetismo una y otra vez de hallarse en una ciudad que no era a la que se referían, no saber en qué lugar se encontraban, y lo que es peor, hacer el ridículo de una forma espantosa.
Igualmente nunca una ciudad puede ser referida en honor del equipo menor, en cualquier caso sería la ciudad del Sevilla FC, el grande del sur de España.
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