En ocasiones, el fuego nos ha privado de muchos conocimientos, como el que asoló Cartago tras ser conquistada por Roma, pero en otras como en Pompeya, ha paralizado eternamente el tiempo y nos permite conocer casi a la perfección la vida de sus habitantes. El caso del yacimiento turolense podría ser una mezcla de ambos.
Tras las guerras celtíberas que terminarían con la toma de Numancia, las tierras de estos bravos guerreros comenzaron una tímida, pero progresiva romanización, potenciada por los servicios militares de sus ciudadanos en rango de mercenarios. Es por esto que la ciudad encontrada, de la que no se sabe su nombre, podría ser el fruto de la concesión de tierras a los guerreros que sirviesen a Roma, en un enclave fundamental para la explotación minera del hierro.
Recreación del armamento encontrado en el centro de interpretación de Caminreal (Teruel)
Pero apenas unas décadas después de su fundación, con un casco urbano ya definido, pero aun no completado, la guerra civil que enfrentase a Sila y Mario en Roma, alcanzó la región. El senado italiano mandaría a Pompeyo a vencer al último rebelde, Sertorio, y en el transcurso de esta guerra, la ciudad que nos ocupa sería tomada a sangre y fuego en torno al año 75 A de C.
Esta conquista de "La Caridad", respondía a la eliminación de un punto estratégico, por lo que tras esclavizar a la plebe, se dio fuego a la ciudad sin atender en demasía a la rapiña. Este hecho nos permite hoy encontrar una población detenida en el tiempo, con las cocinas aun preparadas para alimentar a las familias, las fundiciones a pleno rendimiento y lo más importante, una movilización militar propia de un enclave bajo asedio, siendo común encontrar todo tipo de armamento, destacando el lanza dardos o Scorpio.
Estos mosaicos de pobre factura en comparación a otros muchos, estarían formados por una base de mortero mezclado con polvo de arcilla que le aportaría un tono rojizo, sobre el que se añadirían teselas blancas en forma de greca y composiciones geométricas. Pero si alguno nos sorprende, es el que indica el dueño de la vivienda, quien nos lo hace saber en Íbero y no en latín. Señal de la mayoría de población autóctona y la aun no plena romanización de la península.