Título: La Ciudad y los Perros
Autor: Mario Vargas Llosa, escritor peruano (y desde 1993, también español), político, dos veces doctor, Premio Nobel de Literatura en el 2010 además de Premio Planeta, Cervantes, Rómulo Gallegos y Príncipe de Asturias entre otros, marqués (cosas de españoles, ni caso) y punta de lanza del boom latinoamericano.
Lo leemos...: En digital, en el Kindle.
Sinopsis: El Colegio militar Leoncio Prado marcará para siempre la vida de sus alumnos. Su tránsito de la infancia a la madurez pondrá a prueba su carácter, su lealtad, su fortaleza y su resistencia. A través de los relatos de sus protagonistas, conoceremos las circunstancias que llevaron a cada uno a terminar en un lugar donde se premian la rudeza y la agresividad y se castigan la honestidad y la moral.
¿Cómo lo podemos describir?: Como un novela dramática, ubicada en el realismo y la crítica social, con tintes costumbristas, y con una estructura narrativa inusual.
¿Qué podemos destacar de él?: Que es la primera novela de Vargas Llosa, que supuso la fama y el reconocimiento del autor, que está considerada obra clave de la literatura del siglo XX y que tiene una estructura narrativa y una temática muy arriesgadas para tratarse de una ópera prima.
Un joven Vargas Llosa escribió "La ciudad y los perros" entre Madrid y París y la publicó en España gracias al editor Carlos Barral (de la editorial Seix Barral), todo un experto en burlar la inexorable censura franquista. Puedo imaginarme la conmoción que supuso esta novela en su momento, y porqué se convirtió tan rápidamente en un hito en la literatura en lengua castellana. Veamos:
En primer lugar, como ya dije, tiene una estructura narrativa poco habitual, sobre todo si consideramos que es la primera novela del autor (antes había publicado relatos breves). La obra comienza in media res (en el medio de la historia), con el acontecimiento sobre el que gira la trama: El robo del examen de Química por parte de los protagonistas. A partir de ahí, el autor alternará narración omnisciente en tercera persona con relatos en primera persona de diferentes protagonistas, muchos de ellos en retrospectiva, combinando el presente con "flashbacks" que aportan mucha información sobre los personajes que componen el cuadro.
Está ambientada en el Colegio militar Leoncio Prado, en el Callao, Perú, en las postrimerías de los años 50. Vargas Llosa estudió dos años en la institución, por lo que la novela, sin llegar a ser autobiográfica, sí que recoge su propias vivencias, y para mí es evidente que Alberto Fernández "el Poeta" es en cierto modo un trasunto del propio autor. Los cadetes estudian durante tres años: tercero, cuarto y quinto. Los alumnos de primer año (tercero) son llamados "perros", lo que inspira el título de la obra.
"La ciudad y los perros" es una novela "de personajes" y es envidiable la capacidad de su autor para dar vida a tantos y tan bien caracterizados protagonistas. Tanto los cadetes como los oficiales y otros secundarios ajenos a la escuela son una radiografía excelente de los "tipos" de la sociedad peruana de su época, y el libro tiene un valor costumbrista (y casi antropológico) nada desdeñable.
Mediante esta nómina de personajes, Vargas Llosa muestra las diferencias sociales que padecen los peruanos de la época, en concreto la capital y su área de influencia. Denota los prejuicios de los costeños hacia los serranos, y las desigualdades entre blancos (despectivamente, blanquiñosos), cholos (mestizos) y negros, y entre los distintos barrios como Miraflores (una zona acomodada) o Lince (una zona pobre y deprimida).
En esta relación de protagonistas, destacan los cadetes del colegio. Los tres principales son Alberto Fernández "el poeta", Ricardo Arana "el esclavo", y "el Jaguar" (del que nunca se dirá el nombre); a los que acompañan "el Boa", "el Rulos", "el negro" Vallano, "el serrano" Cava y el brigadier Arróspide. Los cadetes se mueven en un entorno brutal, áspero, desabrido. A la rigidez e intolerancia del ambiente castrense y sus normas inflexibles, se suma la barbarie propia de los cadetes y el mundo de sus cuadras (barracones), marcada por una parte por la clandestinidad -los robos de ropa y útiles personales, las partidas de dados y naipes (la novela comienza con los cadetes jugándose a los dados quién roba el examen), el alcohol y el tabaco, las fugas (llamadas "tirar contra"), la sexualidad sórdida (competiciones de masturbación, zoofilia, violaciones entre cadetes, visitas a los burdeles, como el de "la Pies dorados", único personaje que mantiene el nombre real en la obra)- y por otra por la violencia -peleas y agresiones entre cadetes, los crueles "bautizos" a los alumnos del tercer curso por parte de los de cuarto, que consisten en humillarlos y maltratarlos con ensañamiento durante un mes-.
"El Poeta" es una persona fuera de su ambiente (procede de una buena familia de Miraflores) pero que se adapta a él y sobrevive. Se financia escribiendo novelitas pornográficas y cartas a las enamoradas para los otros cadetes. "El esclavo" también está fuera de su mundo, pero no consigue adaptarse y sobrevivir en él. Representa la víctima del sistema, y no puede acoplarse ni a la disciplina de la escuela ni al ambiente de resistencia clandestina en el que se mueven sus compañeros. Por su parte, "el Jaguar" es un personaje con claroscuros y muy complejo, pues representa tanto los peores defectos como la virtud del orgullo y del honor (es el único que planta cara a los alumnos de cuarto, que no pueden "bautizarlo", organiza a sus compañeros en "el Circulo" para defenderse, les sirve de ejemplo, y carga con cualquier culpa por no delatar al verdadero culpable de una falta), además el final del libro ofrece un rato muy revelador sobre él, que lo humaniza y redime en gran medida.
Destacar que los tres personajes estarán interconectados de muchas maneras en la obra, y una de ellas es Teresa, una joven que, a mi modo de ver es una alegoría de la propia Iberoamérica: Pobre pero digna, limpia y pulcra; noble pese a su entorno menesteroso. Es poco agraciada, y sin embargo provoca el enamoramiento en los jóvenes.
En esta misma línea de alegorías y simbologías, llama la atención la figura de la Vicuña, mascota del colegio, que nunca parece comer ni dormir, y a la que los cadetes apedrean cuando los mandos no miran. Para mí representa la irracionalidad del ejército, la desubicación de los cadetes (es un animal de alta montaña y de una región muy lejana, está fuera de su entorno natural) y el rechazo del sistema en el que están inscritos, así como la sensación de encierro y reclusión de quien debería estar libre.
Cartel de la adaptación cinematográfica
El resto de personajes representan igualmente virtudes, defectos y valores. "El Boa" significa la lealtad ciega, y es singular su relación de amor-odio con una perra callejera llamada "La malpapeada" que le guarda lealtad pese al maltrato que él le dispensa, y de igual manera permanece fiel él al "Jaguar" en la adversidad.
El Teniente Gamboa, por su parte, muestra una vez más la irracionalidad y la ceguera del ejército en sus decisiones y su forma de manejarse, pues no preponderan el honor y la justicia, sino al contrario, el ejército es capaz de cualquier cosa con tal de mantener su buena apariencia y su prestigio, aún a costa de condenar a inocentes, ocultar pruebas o amenazar y coaccionar a testigos. Gamboa, por ser fiel a sus principios y a su sentido del deber y el honor, que deberían ser virtudes militares, se convierte por el contrario en una víctima del sistema en el que creía y al que pertenece por decisión y vocación.
"La ciudad y los perros" es, en resumen, una obra arriesgada para su tiempo, dura, violenta, pero con una lectura satisfactoria, y merece la pena cada línea. Decir que la ambientación (temporal y espacial) no es ningún impedimento, los diferentes registros narrativos la hacen variada, y merece la pena vencer la cierta dificultad inicial, que pronto deja paso a una lectura apasionante y muy, muy recomendable.
¿Hemos subrayado algún párrafo?: Por supuesto. Una descripción del trajín de los cadetes fuera de la escuela:
"Bajo el reloj de la Colmena, instalado frente a la plaza San Martín, en el paradero final del tranvía que va al Callao, oscila un mar de quepis blancos. Desde las aceras del Hotel Bolívar y el Bar Romano, vendedores de diarios, choferes, vagabundos, guardias civiles, contemplan la incesante afluencia de cadetes: vienen de todas direcciones, en grupos, y se aglomeran en torno al reloj, en espera del tranvía. Algunos salen de los bares vecinos. Obstaculizan el tránsito, responden con grosería a los automovilistas que piden paso, asaltan a las mujeres que se atreven a cruzar esa esquina y se mueven de un lado a otro, insultándose y bromeando. Los tranvías son rápidamente cubiertos por los cadetes; prudentes, los civiles aceptan ser desplazados en la cola. Los cadetes de tercero maldicen entre dientes cada vez que, el pie levantado para subir al tranvía, sienten una mano en el pescuezo y una voz: "primero los cadetes, después los perros".
—Son las diez y media —dijo Vallano—. Espero que el último camión no haya partido.
—Sólo son diez y veinte —dijo Arróspide—. Llegaremos a tiempo.
El tranvía iba atestado; ambos se hallaban de pie. Los domingos, los camiones del colegio iban a Bellavista a buscar a los cadetes.
—Mira —dijo Vallano. Dos perros. Se han pasado los brazos sobre el hombro para que no se vean las insignias. Qué sabidos.
—Permiso —dijo Arróspide, abriéndose paso hasta el asiento que ocupaban los de tercero. Éstos, al verlos venir, se pusieron a conversar. El tranvía había dejado atrás la plaza Dos de Mayo, rodaba entre chacras invisibles.
—Buenas noches, cadetes —dijo Vallano.
Los muchachos no se dieron por aludidos. Arróspide le tocó la cabeza a uno de ellos.
—Estamos muy cansados —dijo Vallano—. Párense.
Los cadetes obedecieron."
"El boa" narra en primera persona:
"Tengo pena por la perra Malpapeada que anoche estuvo llora y llora. Yo la envolvía bien con la frazada y después con la almohada pero ni por ésas dejaban de oírse los aullidos tan largos. A cada rato parecía que se ahogaba y atoraba y era terrible, los aullidos despertaban toda la cuadra. En otra época, pase. Pero como todos andan nerviosos, comenzaban a insultar y a carajear y a decir "sácala o llueve" y tenía que estar guapeando a uno y a otro desde mi cama, hasta que a eso de la medianoche ya no había forma. [...]La Malpapeada es chusca, una mezcla de toda clase de perros, pero tiene un alma blanca. No me acuerdo cuándo vino al colegio. Seguro no la trajo nadie, pasaba y le dio ganas de meterse a ver, y le gustó y se quedó. Se me ocurre que ya estaba en el colegio cuando entramos. A lo mejor nació aquí y es leonciopradina. Era una enanita, yo me fijé en ella, andaba metiéndose en la sección todo el tiempo desde la época del, bautizo, parecía sentirse en su casa, cada vez que entraba uno de cuarto se le lanzaba a los pies y le ladraba y quería morderlo. Era machaza: la hacían volar a patadones y ella volvía a la carga, ladrando y mostrando sus dientes, unos dientes chiquitos de perrita muy joven. Ahora ya está crecida, debe tener más de tres años, ya está vieja para ser perra, los animales no viven mucho, sobre todo si son chuscos y comen poco. No recuerdo haber visto que la Malpapeada coma mucho. [...]"
¿Más datos de interés?: Sí. Fue adaptada al cine por Francisco José Lombardi en 1985, en la película homónima, con guión del propio Vargas Llosa, y por Sebastián Alarcón en la cinta"Jaguar", en 1986.
Tuvo una adaptación al teatro que se estrenó en Madrid en 1982, con Antonio Banderas en el reparto, y se reestrenó en Lima en el 2012.
Por otra parte, es una habitual en las listas de "Las 100 mejores novelas del S.XX" y similares. En cualquier caso, yo la recomiendo. No he querido destripar la trama ni detalles importantes de la obra (y espero haberlo conseguido) y aún así me he extendido un poco, aunque creo que la ocasión bien lo merece. Nos leemos!