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La clase política autonómica

Publicado el 09 julio 2010 por Peterpank @castguer

La clase política autonómica

El punto de vista de la clase política autonómica no debe perderse de vista. A ellos todos estos sesudos debates sobre las naciones históricas de la península Ibérica les aburren, no les interesan lo más mínimo. Excepto como herramientas de manipulación para conseguir el fin que persiguen. No son ningunos románticos idealistas libertadores.

Lo que quieren es sencillamente ser como el gobierno central, ser igual de impunes ante la no-ley que ellos. Todos esos rollos sobre segadores, chapelas y demás les dan igual, ellos se apuntan a lo que haga falta con tal de pillar.

No he conocido aún ningún independentista catalán, vasco, etc., que tenga alguna idea sobre qué forma de gobierno, y qué sistema electoral, quieren para su nueva nación recién independizada, parece como si eso fuera “lo de menos”. Están felices con los gobiernos autonómicos que ya tienen, piensan que son democráticos, que expresan la soberanía catalana, que les representan.

Los gobiernos autonómicos son tan oligárquicos como el gobierno español central, al que imitan. Aspiran a tener el mismo poder sin control, un poder ejecutivo con capacidad de gobernar, legislar, y juzgar. Quieren tener la misma impunidad ante la ley, que pactan entre ellos. Esos son los nobles fines que persiguen, apelar a los sentimientos nacionalistas no es más que una forma, como podría haber otras, de alcanzar ese poder.

Sería interesante analizar un hipotético escenario de una Cataluña(por ejemplo)independiente con un gobierno realmente democrático, representativo y con independencia de poderes. Imaginemos que Cataluña o el País Vasco pidieran la independencia de España precisamente para constituir esa forma de gobierno, ya que la forma de gobierno de España es una oligarquía corrupta irreparable. Por lo menos tendrían una buena razón para pedir la independencia.

¿Qué pasaría con el resto del país? ¿Se darían cuenta de que la forma de gobierno que quieren los catalanes para ellos es mejor? ¿Querrían para ellos lo mismo? ¿Si todos quisiéramos lo mismo qué pasaría con la independencia?

En España la democracia hay que buscarla con lupa, lo que tenemos son gobiernos oligárquicos herederos de nuestra tradición absolutista, por lo tanto ninguna de sus instituciones o leyes son legítimas. No son una expresión de la soberanía popular como tanta gente bienintencionadamente cree.

En una democracia descubriríamos si los catalanes, por ejemplo, son tan independentistas como su clase política y sus medios afines nos cuentan, igual sí igual no. En todo caso, nos gustase o no, por lo menos tendríamos la medida real de lo que hay, no una distorsión interesada de unos aspirantes a vivir de tú bolsillo y el mío.

1.- El derecho de autodeterminación tiene una concepción y definición en el derecho público muy específica, que es la destinada a la descolonización respecto a la metrópoli en el S. XIX. Su origen y finalidad fue dar cauce jurídico a las potencias europeas para cambiar soberanía por tutela comercial respecto los territorios de ultramar. No justifica ni es instrumento politico para la secesión por voluntad de una parte del territorio.

La secesión no puede ampararse pues en derecho internacional de autodeterminación alguno, si acaece, será por la fuerza de la violencia o de los hechos consumados.

2.- La apelación nacionalista a los sentimientos es una trampa dialéctica. Sabido es que contra los sentimientos no se puede razonar. Emboscado el rival dialéctico, la última trinchera del “es que yo me siento así”, es una treta de irreductibilidad ilícita por quedar extramuros a cualquier razonamiento.

3.- La apelación orteguiana del plebiscito diario que sustenta el nacionalismo es la más benévola de todas las consideraciones erróneas del planteamiento nacionalista, ya sea secesionista o españolista. José Antonio Primo de Rivera asume ese postulado nacionalista como proyecto sugestivo de vida en común o “unidad en el destino”.

Invocar al filosofo en lugar de al fascista en primer término da una suerte de legitimación intelectual inaceptable a lo injustificable por mucho que asumamos que Ortega en este aspecto de su filosofía, fue un desastre.

4.- La nación sólo puede definirse con referencia al estado. La organización judicial, policial y la emisión de moneda y aún las naturales, como la orografía, son referencias más válidas que el idioma o la religión para definir el hecho nacional como el elemento objetivo e invariable que es. España ha sido y es, por ahora, estado. Cataluña ni País Vasco, nunca lo fueron, jamás han tenido organización estatal propia.

5.- Como hecho objetivo que es. Los españoles no lo son por nacer en España, sino porque son DE España. De la misma manera que los frutos lo son del árbol.

Ese hecho objetivo, hace inane la voluntad de una parte de separase. De la misma manera que los hermanos no pueden por votar democráticamente dejar de ser hijos de sus padres porque vienen marcados por la genealogía sea cual sea su postura al respecto, o como si mañana, porque queramos pasar un agradable día de campo, votáramos muy democráticamente que no lloviera.

No se puede federar LO QUE NUNCA HA SIDO UN ESTADO CON UNA ENTIDAD ESTATAL PREEXISTENTE, no es tan difícil de entender.

Charlemos sobre realidades y sentimientos, pero hagámoslo sin trampa ni cartón, como se suele decir. Si en el referéndum por el Estatuto de Cataluña votó un 49% del censo electoral y, si de esos 49 votantes de cada 100, 10 votan que no (el 20,74%) y 36 votan que si (el 73,92%), la forma más correcta de interpretarlo, a mi parecer, es que la mayoría del censo electoral catalán no está interesado en el susodicho Estatuto. No se puede decir en puridad que la mayoría de los catalanes están por la autodeterminación. Por otra parte si uno es hijo de vasco, es decir español y catalana, es decir española, el fruto de tal coyunda es 100% español, aunque él pueda sentirse como mejor le acomode. Creo que las discusiones sobre sentimientos no conducen más que a la melancolía. Y lo mismo que un interviniente se reclama independentista hijo de españolistas, puede a su vez engendrar patriotas españoles, pese a su insobornable amor a la independencia de su patria chica. Lo que desconoce el patricio catalán es que lo que el reclama, su patria en exclusividad, forma parte de la patria común de los españoles, es decir España y debería respetar al resto de sus compatriotas que no deseen cederle la exclusividad que reclama para un 36% del censo de los españoles que residen en Cataluña. Tampoco es tan difícil de entender.

MCRC


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