Revista Opinión

La cobardía de la clase media

Publicado el 30 septiembre 2009 por Elhombredelpiruli
La cobardía de la clase media
¿Alguna vez han deseado el mal a alguien? Yo he tenido un conato, pero no diré el nombre de mi víctima. Me confesaré con un esbirro del Gran Virón el día en que recupere la fe. Pese a todo, la sangre me sigue hirviendo en las venas y me ha llegado hasta el cerebro. Ha sido la gota de sangre que ha hecho colmar mis capilares. A un tipo con cara de tonto (ver foto), para más señas consejero delegado del BBVA, el banco lo indemniza con 52 millones de euros para que se vaya a su casa. Es un cachorro más de esa raza de rijosos que ha provocado la crisis mundial y que chapotea gozosa en la ciénaga de los expedientes de cierre, los despidos, los ERE y los recortes de plantilla.
Con una mano recogen las ayudas del Gobierno a la banca (al que critican después porque no les gustan los presupuestos del Estado), unos cien mil millones si no engañan las crónicas, y con la otra se echan el dinero al bolsillo para tener un suave colchón que palie su dorada jubilación.
Mientras le llega el momento del despido, se ríe del G-20 que recomienda en Pittsburg que se controlen las primas, las comisiones, las indemnizaciones y los contratos blindados de los grandes ejecutivos.
Es una bofetada más a la ciudadanía, que no reacciona o no quiere reaccionar, pese a que se le acumulan las ofensas recibidas y se convierte en carne de subsidio de paro.
Las empresas automovilísticas reciben ayudas millonarias para que, una vez saneadas, despidan a sus trabajadores y cierren factorías. No se les exige al menos la fabricación de coches no contaminantes.
La Justicia es cada día más lenta e injusta para el pobre, mientras pasa la mano por el lomo de los poderosos y no tiene empacho en confesar su idilio con los políticos.
La Sanidad se deteriora, se torna peligrosa y torpe. Se privatiza para fomentar el negocio particular a costa de los pacientes, que deben esperar semanas o meses para ser atendidos. ¿Qué hacen los poderes públicos? Alentar la mentira de pandemias inventadas para engordar la cuenta de resultados de las multinacionales farmacéuticas. Las mismas que atesoran derechos sobre los medicamentos y niegan la licencia para fabricar genéricos para el Tercero Mundo, donde por un céntimo de euro se podría salvar la vida de un niño.
¿Qué hacen, mientras tanto, las instituciones que deberían rebelarse ante esto?
La Iglesia, en cuyo Adn debería figurar la piedad para con los más desfavorecidos, está más pendiente de sus intereses dogmáticamente obtusos que de prestar socorro, y se dedica a lanzar mensajes falsos y criminales, como que el uso de los condones sirve para propagar el Sida.
El Gobierno, temeroso de todo, sube los impuestos para todos sin atreverse a meter mano a las sicav, nido en el que se refugia el dinero de los más ricos; traga con los contratos blindados de los banqueros y enriquece a la Iglesia.
La oposición opta por crear redes de financiación ilegal, gestionadas por pijo/delincuentes que viajan en coches de lujo, usan chaqués y se pavonean en fiestas, saraos y bodas de alto standing con señoras recauchutadas. Cuando se les reprocha, mueven a sus adeptos, a esas masas de clase media que sin dudarlo un segundo se echan a la calle a defender al preboste calumniado.

La cobardía de la clase mediaLa cobardía de la clase media


¿Qué hace la ciudadanía ante estas humillaciones?
Ver la televisión.
Esa clase media, cada día más empobrecida, no se moviliza porque sus ahorros sirvan para financiar la pensión de un consejero delegado, no se moviliza porque unos pijo/delincuentes cobren mordidas a unos constructores que luego repercutirán el importe en el precio de los pisos que nos venden, ni porque la banca española sea la más cara de la Unión Europea, ni siquiera por quedarse en el paro.
Esas masas de ciudadanos bienpensantes se echan las manos a la cabeza cuando los jóvenes se cabrean y asaltan una comisaría porque la policía les tocó los cojones mientras hacían botellón.
Esas masas abúlicas se extrañan de que los grupos antisistema se manifiesten cada vez que hay un G-20 o un FMI o BM.
Pero, en cambio, esas masas manipulables de la clase media salen a la calle como borregos a fabricar un estúpido mosaico olímpico a cambio de una gorra con publicidad de una caja de ahorros.
Esas masas se mueven por decenas de miles para llenar el estadio Santiago Bernabeu La cobardía de la clase mediadurante la presentación Cristiano Ronaldo, un futbolista comprado como un caballo a precio de avión jumbo.
Prietas las filas, las masas se amontonan en la vía pública para ver pasar la comitiva nupcial de una princesa, o de un torero o de una tonadillera.
Están narcotizadas con programas de televisión rosa que les crea la ilusión de que ellos también pueden ser algún día como esos figurines a los que ven en las pantallas disfrutar de su vida muelle.
Están hipnotizados por la lotería que les mantiene viva la esperanza de que algún día den el pelotazo del premio gordo que los saque de la miseria de sus vidas para alcanzar el Olimpo en el que se mueven esos personajes de las revistas. Carlos III inventó en 1763 la Lotería Nacional para ilusionar a sus súbditos, muertos de hambre. Su primo francés no ofreció ninguna válvula de escape a los suyos y le costó la cabeza poco después.
La cobardía de la clase media
La clase media nos engloba a la inmensa mayoría de los españoles (aunque cada día más empobrecidos) y todos estos desmanes se cometen con nuestro dinero y con nuestra dignidad, pero somos incapaces de reaccionar, de revolvernos contra tanta manipulación, de evitar que nos traten como ganado en lugar de ciudadanos.
Permitimos el desfalco de nuestros bolsillos, de nuestra dignidad y de nuestras ilusiones.
Somos cobardes.
¿Qué se puede hacer? El cuerpo te pide echarte al monte, pero no haré apología de la violencia.
Lo mejor es no votar en las elecciones, como en la novela de Saramago Ensayo sobre la lucidez. Que se vayan a la mierda.
Ah, y a quienes tengan la cuenta corriente en el BBVA, les pido que tengan dignidad y retiren su dinero.

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