El expresidente de la Generalidad Artur Mas pide limosnas al independentismo para la fianza de 5,2 millones de euros impuesta por el Tribunal de Cuentas, a él, junto a la exvicepresidenta Joana Ortega y los exconsejeros Francesc Homs e Irene Rigau, por los dispendios ilegales del pseudorreferendun separatista de 2014.
Sorprende que postulantes y seguidores oculten adrede que la independencia va para muy largo, o para nunca, porque si creyeran que iba a conseguirse, ¿por qué pagar la multa de una institución extranjera sin poder alguno en la nueva República catalana?
Ningún medio informativo catalán hace referencia a esta contradicción fundamental, que también es difícil de encontrar en el resto de los medios españoles.
Parece “La conjura de los necios”, la divertida novela de John Kennedy Toole, que se suicidó en 1969 porque nadie quería editársela; lo logró su madre en 1980 y se convirtió en un enorme éxito.
Todos callan que declarada la independencia catalana por Puigdemont dentro de una o dos semanas el nuevo Estado debe negarse a pagar.
Hay más elementos que demuestran que los independentistas no creen en su misión, por lo que cuidan su bolsa y propiedades.
Tras saber que el Tribunal Constitucional imponía 12.000 euros diarios de multa a los políticos que organizaran el nuevo referéndum ilegal, sus responsables abandonaron la misión en cascada.
Primero, el secretario general de Vicepresidencia y Economía, Josep Maria Jové, número dos de Oriol Junqueras –habla mucho, que se autoprotege evitando firmar papeles--, y seguidamente los cinco síndicos, garantes del referéndum.
Lo de las urnas y las banderas del domingo sólo será un espectáculo para las masas. Ningún político separatista catalán, qué cutrerío, quiere perder un euro por su jurada “libertad patriótica”.
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SALAS y el voto en Cataluña