Revista Insólito

La colegiata de San Salvador de Cantamuda

Publicado el 02 septiembre 2020 por Monpalentina @FFroi
Antes de poner término a este veloz recorrido por siglos arcaicos y medievales, viendo florecer en ellos alternativamente con vicisitudes de esplendor las más de las veces, y de opacidad otras, el núcleo territorial que primero fue señorío y más tarde Condado de Pernía, vamos a hacer un remanso de quietud en los dos lugares de descanso que todo señorío medieval ofrece al viajero, que cual moderno solariego atraviesa sus tierras, la Iglesia y el Castillo. 
La colegiata de San Salvador de Cantamuda
La iglesia que da la paz al espíritu y el Castillo que ofrece al cuerpo la refección y el cobijo. También Pernía tiene su iglesia y tuvo su castillo. La iglesia, San Salvador, subsiste; es aun el aliento de vida verdadera que perdura porque siempre se necesita; el castillo, el de la Peña Tremaya, desapareció, fue la corporeidad que restringía libertades y hubo de caer al recio golpe de la verdadera fraternidad cristiana.
La iglesia de San Salvador de Cantamuda se menciona ya en un privilegio de Alfonso VII, el Emperador de la primera mitad del siglo XII, en 1123. Su esplendor en auge, llega a hacer de ella, en 1478, la Colegiata de Pernía, con abad y canónigos de representación corporativa en el Cabildo de Palencia (58).
Aunque no es este momento propicio de descripciones ni de disquisiciones arqueológicas, hasta indicar que su traza románica en los vestigios de su primera planta basilical latina, y sobre todo en la belleza de su triple ábside, a la trayectoria característica de lo que se ha denominado por Lapérez y el Marqués de Lozoya, románico castellano-leonés. A vista rápida de su silueta y habida cuenta de detalles incipientes, se puede pensar en su posible construcción en el siglo XI y si en su iniciación constructiva intervendrían dirección y manos a quienes no fuera desconocida nuestra joya de San Martín de Frómista, terminada en 1066. Su actual reconfortación de parámetros y pórtico da graciosa belleza al conjunto sobre el que destaca como flecha dirigida al cielo su original espadaña, la más bella entre las de su clase.
Yérguese la iglesia en la placidez de la mayor abertura del valle: no muy lejos, allá arriba, en lo alto de la montaña dominándola como centinela de avanzada, a quien se confía la vigilancia que salva un tesoro, se levantaba mayestático y erguido el castillo de Tremaya, que el romance tradicional describe así:
En una pea elevada situada junto a Tremaya en el valle de Pernía que el claro Pisuerga baña ........... el fuerte castillo estuvo do el Conde Munio habitaba .......... con sus muros y sus torres por almenas coronadas.
Su existencia anterior y coetánea del templo de San Salvador, es romanceada por la musa popular que recopiló el gran perniano Barrio y Mier (59)-(60).
Otra iglesia la Condesa en Cantamuda fundara dedicada al Salvador que en sus penas la amparara y la cual para recuerdo de la ocurrencia pasada mira con su triple ábside a la peña de Tremaya.
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(58) Fernández de Madrid: obra cit., pg. 447.
(59) Barrio y Mier: Tradiciones Pernianas (1908), Madrid, p´sgs.: 7-8, 29.
(60) La obra de Barrio y Mier, basada principalmente en noticias populares y escrita sin pretensiones de crítica histórica, encierra, sin embargo, un gran fondo histórico, según indica él mismo en el prólogo. En este sentido es más que posible, probable que suerte depare más de una grata sorpresa a aquel de los suyos que se resuelva a indagar pacientemente en el enorme cúmulo de notas manuscritas de Barrio y Mier.


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