La comida de los hombres fracasados
Cuando alguien te diga que no le gusta el tomate, lo que realmente te está diciendo que no ha probado el tomate en su vida y que sus padres eran tan hijos de puta que nunca le obligaron a comer tomate y que su vida es tan miserable que nunca se ha visto compartiendo cubierto con un grupo de adultos de alto valor.
Luego están los que no comen queso. Otro día te explico lo que les pasa a esos.
No sé si sabías pero a la gente que lleva toda la vida comiendo enlatado no le sabe bueno el producto fresco. Pasa como con la pobreza y la esclavitud.
El triángulo del sometimiento. Te acostumbras y la libertad te sabe mal.
Te da miedo, estrés, no sabés qué hacer, te falta motivación. El qué decidir por la mañana, por dónde tirar, cómo solucionar problemas desconocidos.
Son los que piden hamburguesa en los restaurantes.
Fíjate si habrá hombres débiles que se ha desarrollado toda una industria entorno a las hamburguesas gourmet.
Y no vengas a contarme los sesudos motivos por los que pides hamburguesa. Si no te diera vergüenza saltarías a por el pollo con patatas y lo sabes.
Y palitos de pescado y san jacobos congelados.
Y ahí estás, ahí te tengo.
Leyendo mi opinión acerca de las manías alimentarias. Negando, afirmando o riendo.
Y podría seguir. Podría seguir hablando de comida y misantropía. Y seguirías involucrado.
También podría usar otras palabras raras.
Como filisteo, esteta pero también asceta. Iconoclasta y lacónico. Apátridada o ácrata.
Y seguirías leyendo.
Y comadreja. Esa también me gusta mucho. Por ejemplo, ¿cuál es la comadreja de esta historia?
Pues que cuando arrancas con las palabras adecuadas, con el tiutlar preciso, lo demás está hecho. Incluida la venta.
Y a veces, el mejor titular para que la gente entre a tu casa y te compre es algo absurdo, tan absurdo como este. Otras veces, no. Te lo cuento en el newsletter
Acepto la política de privacidadY que sí, que ya sé. Dirás que no es el titular. Que es la costumbre, la confianza generada por el tiempo.
Y yo te diré que es este post, y el anterior y el anterior. Y la web donde miles de personas se han apuntado.
Y la confianza ganada tras cientos de emails.
Y la empresa que me dio las experiencias con las que me he gando esa confianza. Y los clientes que me dieron el dinero para mantener la empresa que me dio las experiencias…
Ve atrás todo lo que quieras y siempre encontrarás el origen en el mismo punto.
Te estoy hablando de un imperio creado sobre palabras. En concreto sobre las primeras.
El titular de un texto o la primera frase que salía por mi boca.
Así de importante es.
Y eso es lo que enseño en el newsletter. A escribir titulares.
Titulares que llenan aulas, consiguen reuniones y cierran ventas.
Que captan lecturas y follan mentes.
Aquí, ahora, ya:
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