En los bosques, jardines y al borde de los caminos, crecen plantas totalmente comestibles que nada tienen que envidiar a las lechugas, los tomates o cualquier otra verdura de las que acostumbramos a llevar a nuestro plato. Hay quién les llama malas hierbas, pero esto depende del punto de vista con el que se mire.
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Visto en Dolça Revolució de Josep Pamies
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