Me ha llegado recientemente, vía correo electrónico, una nota informativa de la librería Detrad relativa a la firma de ejemplares -el próximo día 12- por parte de la autora del libro con el que ilustro esta nota.
Compraré el trabajo de Brigitte Castella con el ánimo de leerlo para aprender en vez de despellejarlo, tendencia ésta cuya presencia vengo observando con cierto espanto, disimulada bajo la apariencia de amago de crítica literaria.
"De la mixtidad en la Francmasonería" es un repaso por la evolución histórica que ha experimentado la presencia de la mujer en un mundo inicialmente reservado a los hombres.
En el momento actual, tras tantos años de batalla, la cuestión ha dejado de ser novedosa, debiendo no obstante reconocer que, en tanto que miembro del Gran Oriente, existe un antes y un después para referirnos a este tema, que tiene su momento de ruptura oficial en la fecha del 2 de septiembre último.
Pasado apenas un mes y medio -y aunque el término temporal no sea para nada extenso- no dejo de apreciar que el mundo sigue girando. No tengo tampoco noticia a la fecha de este apunte de que se hayan producido grandes catástrofes.* Cierto es que será necesario el concurso del tiempo para que el orden natural de las cosas encuentre acomodo, pero lo vivido no difiere en modo alguno de otros procesos históricos y requiere en consecuencia del paso de las horas: Los litigios promovidos por grupos minoritarios como la autodenominada **"Unión para un G.O.D.F. Masculino", ni aun teniendo un hipotético éxito en el futuro del que mucho dudo y que no deseo, podrán ya revertir la situación creada. En cualquier caso, prudencia, respeto y en ocasiones silencio, seguirán siendo compañeros de viaje de quien escribe pensando en la única disciplina a la que me debo: la de mi Obediencia.
Llegado hasta aquí, con tantas emociones estremeciéndome aún, echo la vista atrás y no puedo dejar de sentir una satisfacción cuya descripción y comunicación me resultan casi imposibles. Cuando comenzó este proceso -y cuando empecé a tomar parte en él junto a tantas personas - era sobradamente conocida la existencia de otras entidades de estructura más o menos mixta. Se decía entonces (y se sigue diciendo y escribiendo hoy) que tal o cual obediencia tenían "la cuestión" resuelta. Sin embargo, tal afirmación no deja de ser sino una muestra más del reduccionismo que a veces se aplica al analizar este tema. Porque no todas las obediencias masónicas trabajan de idéntica manera; no todas son iguales; no todas tienen las mismas características o historia aunque compartan objetivos, voluntad y buenas intenciones. De poco puede servir a quien ansía formar parte de este complejo universo que es la Francmasonería, que una entidad sea mixta o no si ésta no se ajusta mínimamente a una mecánica de trabajo e identidad anheladas. Dicho de una forma coloquial y personalizando:
Existen obediencias mixtas por las que siento todo el respeto del mundo y reconozco que hacen una gran labor, pero donde nunca encontraría acomodo siéndome imposible trabajar. Así, recíprocamente, comprendo que haya quien respete al G.O.D.F. pero, mixto o no, universal o no, con libertad ritual o no, rehúse formar parte de una obediencia en la que las miras sociales tienen tanta trascendencia.
Lo anterior, ese "nosotros ya lo tenemos resuelto", dio pie para que en algunos casos, bien por animadversión o por otros sentimientos igualmente negativos y difíciles de comprender, se desatara una feroz campaña, con ejercicio de competencia mercantil incluído, contra algunos talleres del Gran Oriente de Francia. Sucede en el país vecino y ha sucedido en nuestro suelo. Las críticas estuvieron al orden del día y -hay que decirlo- se practicó una aguerrida defensa aun confundiendo públicamente dos conceptos: el de pertenencia y el de visita.
Cometieron un gran error quienes basaron su trabajo en desacreditar los proyectos ajenos con la intención de que así medrarían los propios. A título personal recuerdo un comentario muy negativo sobre mi persona, publicado en el libro de visitas de una conocida página web y que quedó a la vista de todo el mundo. Bajo la firma de "Carmen Álvarez" (aunque yo siempre pensé que la tal Carmen tenía bigote), se me llamaba hipócrita por haber valorado positivamente en este blog el hecho de que Juan Fernando López Aguilar suspendiera una rueda de prensa en Arabia Saudí. La reacción de quien entonces era Ministro de Justicia estuvo motivada por el hecho de que se había prohibido el acceso a la sala de prensa de las mujeres periodistas. La tal "Carmen Álvarez" afeó mi conducta por participar en una organización en la que no se admitían mujeres ¿Merecía yo o tantas personas como yo semejante descalificación? ¿No era conocida nuestra postura, nuestro compromiso, el esfuerzo, la crítica y la acción pública llevadas a cabo? Sí, por supuesto que todo eso era conocido, pero en una dinámica de "busque, compare y si encuentra algo mejor..." qué importaba.
Episodios como el que comento -y otros que quedan guardados en el cajón- ponen de manifiesto que lo que yace tras todo este despliegue en pro de la ilícita concurrencia no es otra cosa que un temor al fracaso. Poca confianza se tiene en aquello que uno intenta construir cuando para levantarlo, ha de hacerlo a costa de algo tan bochornoso como decir "Oiga, ahí no entre, que vetan a las mujeres. Venga con nosotros, que ya tenemos resuelto el asunto desde hace tiempo".
Comportamiento equivocado porque había y hay sitio para todos. Si quienes formamos parte de esta vieja cofradía tenemos derecho a decidir cómo queremos trabajar dentro de ella, también quienes nos observan con curiosidad desde el exterior tienen la misma legitimidad para elegir su camino, decidir y obrar en consecuencia. Y con ese punto de vista son muchas las organizaciones que, desde la diversidad, comparten un mismo sueño que ya no es exclusivo de las entidades masónicas, pero también modos, medios y señas de identidad que sí son específicas, y que hacen ridícula, por inútil, toda idea de competencia. Si esto se entiende, si esto se asimila y admite, quizá entonces haya una oportunidad para hacer algo nuevo. Si no es así, ya conocen el dicho: "España no se acaba donde empieza el mar: hay barca pa´ seguir".
*Opiniones hay para todos los gustos sobre este particular, pero tengo tendencia a huir del amarillismo y de la alarma fútil.
**Digo que el grupo es minoritario; no me estoy refiriendo al volumen de votos del último Convento.
Et si omnes, ego non.