Revista En Femenino

La complicada tarea de ser hermanos

Por Mamikanguro @MamiKanguro

Cuando en una casa hay más de un niño, es normal que surjan algunos problemas. Los hermanos suelen tomarse cosas prestadas entre sí, y no siempre las devuelven en las mejores condiciones. Los hermanos pequeños a veces tienen la impresión de que sus hermanos mayores pueden hacer todo lo que quieren. Y los hermanos mayores tienen la sensación de que el bebé de la casa es el centro de atención de la vida familiar. Éstos son problemas típicos que afectan a hermanos de todas las edades y lugares del mundo.

rivalidad

Cuando los hermanos no se llevan bien, esto se denomina rivalidad entre hermanos. Rivalidad significa competencia. La competencia es algo normal, pero un exceso de competencia puede hacer difícil la vida familiar. Hablemos pues de cómo puede uno llevarse lo mejor posible con su hermano o hermanos.

¿Qué es la rivalidad entre hermanos?

Un poco de competencia no es mala. A veces puede contribuir a que te esfuerces más -como cuando tú y tu hermano pasáis un rato jugando a baloncesto para ver quien hace más canastas. Si él tiene buena puntería, tal vez tú también quieras mejorar. Pero algunas formas de rivalidad entre hermanos fomentan las discusiones, como cuando crees que tu hermano está reteniendo la pelota. Las personas que se quieren es normal que discutan de vez en cuando, pero demasiadas peleas son desagradables para todo el mundo.

Todos los niños quieren que sus padres les presten atención, pero debes tener en cuenta que, si tus padres tienen varios hijos, tendrán que prestarles atención a todos. No obstante, si te sientes ignorado o te parece que tu hermano siempre es el centro de atención de la vida familiar, habla con tu madre o con tu padre. Si tus padres saben que tienes la sensación de que te dejan de lado, juntos podréis idear formas de ayudarte a sentirte mejor.

¿Cómo se pueden evitar las peleas?

Si las cosas se han descontrolado y tú y tu hermano estáis discutiendo mucho, tal vez necesitéis hablar con alguien. Los insultos y las descalificaciones pueden desembocar en agresiones físicas. Si tu hermano y tú discuten frecuentemente e incluso llegán a las manos, hablen con sus padres u otro adulto de confianza. Tal vez puedan arreglar las cosas hablando con un profesional, como un psicólogo, un psiquiatra, un terapeuta o un trabajador social, que entienda vuestros problemas de rivalidad.

Esto puede mejorar mucho las cosas, tal y como dijo un terapeuta familiar: “A veces hablar sobre un problema es el paso más importante para solucionarlo. Es posible que tus padres no se hayan dado cuenta de cómo te sientes, y, cuando lo sepan, podrán introducir cambios positivos para que vuelvas a sentirte incluido en la vida familiar.”

¿Por qué chocan los hermanos?

Si uno de tus hijos tiene ya dos o tres años y es el pequeño de la familia, para ahora ya empieza a darse cuenta de que sus hermanos mayores tienen más privilegios e independencia que él. Al mismo tiempo, el hermano mayor está descubriendo que no quiere que su hermano chico lo siga por todas partes. El resultado: constantes discusiones, burlas, acusaciones, empujones y golpes hasta un punto en que piensas que te van a volver loca.

La verdad es que algunos hermanos y hermanas van a chocar todas sus vidas, así que es mejor que aceptes que cierto nivel de conflicto a tu alrededor es inevitable. Por otro lado, es bueno que tus hijos aprendan cuanto antes la importancia de respetarse y de saber resolver sus propios problemas. Mediar en los conflictos fraternos no es algo fácil, pero con un poco de cuidado y mucha comprensión podrás navegar las situaciones, reducir los dolores de cabeza y mantener la paz y armonía del hogar.

¿Qué puedo hacer?

  • Trata de no estimular la competencia. Resiste la tentación de compararlos. El clásico: “¿Por qué no puedes ser más como tu hermano?” seguro que hiere los sentimientos de alguien. En su lugar, destaca los atributos propios de cada niño: “Enrique, qué bien te has puesto la camiseta. Y Raquel, estoy orgullosa de que escribiste el cuento tú solita”. Siempre que puedas, halágalos a ambos a la vez: “¡Qué bien, hoy nadie derramó la leche!”.
  • No busques la igualdad por todos los medios. Cuando los padres, con la mejor intención, buscan tratar a sus hijos equitativamente, crean más problemas de los que resuelven. Trata a tus niños como individuos. Llegará un momento, si es que no ha llegado ya, en que uno de ellos vaya a una clase de gimnasia para la que el otro es demasiado pequeño. Y los dos van a pasar por ver cómo su hermano celebra su cumpleaños y le toca abrir montañas de regalos mientras ellos no reciben nada.
  • En vez de buscar la igualdad, diles a tus niños que siempre tratarás de ser justa: eso es todo lo que puedes hacer. Cuando uno se queje de que “Sofía tiene más cerezas que yo”, prueba con: “¿Te gustaría otra cereza? ¿Cuántas más crees que vas a comer?”. Deja que uno de los dos corte la torta y el otro elija la primera porción. El encargado del corte seguro que intenta hacer las porciones iguales y ambos disfrutarán de un experiencia nueva.
  • No aceptes las acusaciones. Cuando el más pequeño corra a decirte que su hermana mayor está comiendo dulces a escondidas, dile que no te interesa que él te diga lo que hace su hermana. Pero si ella quiere decirte lo que ella está haciendo, escúchala con atención. Deja claro que no vas a aceptar que uno de los hermanos trate de crear problemas para el otro. Pero asegúrate de que entienden que esa regla tiene una excepción: si uno de los dos está en peligro de hacerse daño o de dañar a alguien, entonces sí necesitas saberlo inmediatamente.
  • Ejerce de árbitro y pon límites cuando sea necesario. En general, evita meterte en sus discusiones excepto para facilitar la comunicación. Puedes probar con: “Vuelvo en un minuto. Si para entonces no han aclarado cómo van a compartir el juguete, ninguno de los dos podrá jugar con él”. Pero los niños más pequeños frecuentemente necesitan la presencia de un adulto para mantener la civilidad y guiarlos hacia una solución, especialmente si las emociones suben de tono y percibes que alguien va a empezar a llorar o a gritar. Si esto ocurre (y piensas que los niños ya son suficientemente maduros), intervén y escucha las dos partes. No dejes que ninguno interrumpa hasta que el otro explique su versión. Luego resume el problema, reconoce su dificultad y ayúdalos a alcanzar una solución sencilla.
  • Claro está, habrá veces en que la culpa será claramente de uno de los dos. Si es del más pequeño, llévatelo aparte y pon claras las reglas para futuros conflictos. Por ejemplo: “A veces a tu hermano mayor le gusta jugar construir con bloques contigo pero otras veces, no. Cuando no quiere no lo puedes obligar. Tienes dos opciones: o jugar a los bloques tú sola o preguntarle si quiere jugar contigo a otra cosa”.
  • Reconoce sus sentimientos. A veces, simplemente hablar sobre lo que sienten basta para acabar con una pelea. Si tu hija pequeña lleva toda la tarde tratando de arrebatarle a su hermano mayor una piedra que encontró en un parque, en vez de buscar una piedra del mismo color, habla con ella. Dile que comprendes cuánto le gusta la piedra de su hermano y cuánto la desea. Escucharla con respeto puede ahorrarte una expedición al parque para buscar otra piedra. Además, la próxima vez que intente quitarle un juguete a su hermano, recuérdale que eso no está permitido, y luego explícale que comprendes por qué quiere ese juguete y que entiendes lo difícil que es esperar. Enséñale a preguntar si puede jugar después que su hermano mayor acabe de hacerlo.
  • Fija límites sobre los objetos personales. No esperes milagros, pero muchos conflictos pueden evitarse designando un lugar especial para los objetos personales de cada uno: por ejemplo, un estante para cada uno. Diles que antes de tocar algo del estante de su hermano, tienen que pedir permiso. Ayúdalos a elaborar rótulos con sus nombres y señales como NO TOCAR, o PRIMERO PEDIR PERMISO. Al pequeño seguro que le entusiasma tener su propio estante, y eso lo va a hacer ser más respetuoso con el espacio personal de su hermano mayor. Si los niños tienen edades muy parecidas, una manera de evitar conflictos es comprarles juguetes idénticos siempre que sea posible.

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