Revista Diario

La comunidad del anillo

Por Desmadreando @desmadreando

Hace tiempo no me pasaba por aquí. Podría contarles mis despropósitos de año nuevo, enumerar todos mis deseos de felicidad y desmadre para todos ustedes en el 2014 y todas esas cositas cursis que a una embarazada le sacan la lagrimita hormonal pero si justo no lo hice en el momento era porque estaba en el borde de la locura desmadrosa.

Tener a la familia de visita, un dolor de pelvis caracterísitico del tercer trimestre y darle rienda suelta a la hormona no iban a ser buenas combinaciones para un post.

Sin embargo, hoy se ha activado en mi la necesidad de compartir con ustedes esas “cositas” del embarazo y la maternidad por las que empecé a escribir desde el primer momento en ésta su casa.

Primero pensé que sería un tema demasiado íntimo para airearlo- ya saben que hay ciertas cosas que nunca se aceptan en público. Pero siempre me quedará la negación.

Desde este momento niego que yo haya escrito, pensado o redactado éste post. Y sobre todo niego rotundamente ser la protagonista del mismo. Dicho esto, podemos proceder a hablar de “la amiga de mi amiga”. A ella, la “sin nombre”, no le importará que yo les cuente sus pesares.

La amiga de mi amiga está preñada. Muy. Mucho. Pero aún le queda tiempito para poder pensar y repensar eso de que “el embarazo es el estado ideal de la mujer”. De hecho, está buscando fuentes históricas que avalen éste dicho. Cualquier ayuda en éste tema será agradecido ampliamente. No obstante, hay algo que ha descubierto gracias a esta preñez avanzada: “La verdadera comunidad del anillo”.

Para aquellos fanáticos del Señor de los Anillos esténse tranquilos que no soltaré ningún spoiler ni contaré los pormenores de la última película. Simplemente diré que cuando uno está embarazada descubre la verdad verdadera de “El Anillo del Poder” y conoce la desolación de Mordor.

Yo siempre había pensado que las películas eran ficción absoluta pero hay ocasiones que la “realidad supera la ficción“. ¿Ustedes saben lo que se siente el gran fuego de Smaug cuando recae justo en la comunidad del “anillo”? Yo no tenía idea hasta que vi a la pobre amiga de mi amiga sufrir de esa manera gracias a los asquerosos “orcoshemorroidales”.

A sabiendas de que me rodeo de pura preñi y madre experimentada me hizo preguntar por twitter remedios naturales para luchar contra los orcos y las madres expertas rápido contestaron que para aquellas que quieran volver a gozar de la “invisibilidad del anillo” y no ser molestada por esos orcos asquerosos no había nada mejor que ponerse un hielo en la zona, gotas del árbol del té a mansalva, congelar un guante de latex y medir si el anillo le queda al dedo anular y por último una crema llamada Ruscus Llorens que suele ser natural y apta para preñis. A cada remedio se me salía la carcajada y una lágrima de dolor.

Un hielo en la zona causaría que Smaug y su ardiente fuego lo derritiese en un santiamén. Además ¿cómo en su sano juicio una embarazada puede girarse para colocarse un hielo en el anillo ¡si ni siquiera puede mirarse los pies!?

Lo de congelar un guante de latex y usar los dedillos congeladillos para aliviar la zona me hizo pensar en la pobre cara de Gandalf pensando en la peligrosidad de que el anillo fuese conquistado por los orcos logrando que el mal dure eternamente. ¡Me niego! ¡Estos orcos tienen que irse sea como sea!

La comunidad del anillo
Así que la amiga de la amiga optó por esa cremilla llamada Ruscus Llorens, que no me negarán que ya el simple nombre es para hacerle un anuncio de esos que le gustan a Mi Alter Ego y a La Boticaria Desquiciada. “Si tienes Ruscus en la Comunidad del Anillo, no llorens más, ponte éste ünguento y sabrás lo que es sentir un Listerine sabor mentol en tú faceta más oscura”.

Así es esto amigas mías. La preñez avanzada trae consigo ficciones que no había conocido en carnes propias que son ampliamente conocidas por la sabiduría popular materna pero sobre todas las cosas corroboro como publicista que una imagen vale más que mil palabras: ahora sé perfectamente lo que significa el ardor en el ojete de Saurón.


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