Queridos lectores, hoy vamos a abordar un tema controvertido, fuente de problemas, disputas, demandas y de todo tipo de sentimientos encontrados: vivir en comunidad sin morir (ni matar) en el intento.
Partiendo de la base de que ninguno de mis vecinos conoce este blog, y si lo conoce, no seré yo quien sufra las consecuencias sino mi pobre coche como hasta ahora presumo que así ha sido, voy a intentar sincerarme al máximo no sin hacer alguna reserva para evitar detenciones innecesarias en comisaría.
Macizo de mi comunidad y esta vez no me refiero al socorrista.
Pero tranquilos, todavía no me he cargado a nadie aunque ganas no me han faltado y eso que soy una de las propietarias más encantadoras que hay por aquí. Ya estoy viendo en el telediario comentar a mis vecinos: "era una chica muy agradable, saludaba a todo el mundo, no entendemos qué le ha podido ocurrir". "Jamás pensamos que terminaría cometiendo esta masacre. A ver ahora cómo limpiamos toda esta sangre".
Fantasías aparte, vamos a ir desglosando incertidumbres, dudas y simples hechos que ocurren y a los que, particularmente, no encuentro explicación, salvo que sea yo el sujeto causante. Adelante con ello.
1. ¿Por qué cuándo te saludo con un "buenos días" no me contestas?
Juro que te mataría en ese momento, te trocearía y volcaría los cachitos de tu inservible cuerpo a la piscina. Y no los descubrirían hasta el próximo verano gracias a esa horrorosa lona que tú y tus adláteres os habéis empeñado en comprar.
Adivina qué hay debajo.
¡Ayyy! Reconozco que éste es uno de mis temas favoritos y de los que más estimula mi perversa imaginación.
De hecho, quiero recoger firmas para que, en estos casos, se modifique el Código Penal y sea, no una eximente, pero si un atenuante en caso de homicidio o asesinato por parte de la persona a quien no se le ha devuelto el saludo.
He buscado explicación a este fenómeno paranormal. He llegado a pensar que en mi comunidad hay una epidemia que ha dejado sorda repentinamente a mucha gente.El caso es que luego les veo hablar y contestar a otras personas de manera fluida y sin ningún tipo de traba, con lo cual esta circunstancia me hace pensar que no voy por el camino correcto.
¿Y si soy un fantasma? Yo pienso que vivo y soy una persona normal, pero puede ser que me haya muerto hace años en esta comunidad (Dios, ¡qué triste!) y sea mi espíritu el que vague por aquí en busca de algún tipo de venganza o ajuste de cuentas, y por eso, aunque yo hablo, ellos no pueden verme ni escucharme. Bastante posible.
Otra opción es que siga viva pero que algunos vecinos al verme y ser saludados por mi les de una especie de síncope y se queden sin habla. Sé que es un poco presuntuoso por mi parte, pero chico, sobre gustos y pasiones no hay nada escrito.
Bonito edificio de la calle Velázquez de Madrid con precioso andamio al lado.
2. ¿Por qué riegas tus plantas con un metro cúbico de agua cuando la jardinera mide dos palmos?
Me he pasado tooooodo el verano recibiendo lluvia (no dorada, ¡por suerte!) de uno de los vecinos de arriba obligándome a limpiar todos los días el cristal de la ventana manchado de agua y tierra. Las pobres plantas no sé si han sobrevivido a estas Cataratas del Niágara diarias pero mi paciencia sí que ha estado a punto de claudicar y eso que el chorro de agua nunca me pilló asomada y con el pelo recién lavado si no os escribiría desde la cárcel, tenedlo por seguro.
¿Es que mi vecino no oía el ruido de la masa de agua al caer en el suelo? En fin, misterios de la mente humana. Todos los días, a las 20.00. No se lo pierdan.
Las jardineras son unos elementos decorativos peligrosísimos, no lo olvidéis.
3. ¿Por qué dejas objetos privados en elementos comunes de uso común?
Nos encontramos con triciclos, pelotas y demás enseres, especialmente infantiles, que parece que están exentos de cumplir una mínima norma sobre orden y limpieza. En estos casos, mis deseos de decomisar estos objetos son reprimidos por mi falta de espacio en casa. Pero me encantaría hacer lo mismo que hacía una de mis profesoras en el cole. Cuando a un niño se le caía una canica al suelo por estar jugando con ella en clase, se la confiscaba y para poder recuperarla el niño tenía que pagar su precio doblado en pública subasta. Un momento estupendo para hacerte con las mejores canicas de la clase.
Volviendo al tema, a esta invasión juguetera tenemos que añadirle la nueva moda de irse de vacaciones y dejar las plantas de casa en los jardines comunes para que se rieguen con los aspersores. Queda muy bonito, muy estético. Ya sabéis que este tipo de detalles me encantan.
Lástima porque el próximo año esta gran idea no será tan seguida. Algunos de esos arbustillos han sufrido mutilaciones inexplicables este verano. ¿Aspersores asesinos? Uf, pues puede ser...
Juguetes infantiles a la venta en las calles de Valença (Portugal).
4. Lavadoras y aspiradoras danzando a horas intempestivas. A veces uno se desvela y se levanta a las 5 de la mañana. ¡Qué bien! ¿Verdad? A quien madruga, Dios le ayuda, así que ¡hala! A aprovechar bien el día que no será por tiempo. Y nos ponemos a aspirar o a poner una lavadora tranquilamente cuando el resto de vecinos están en la fase REM. Pues no queridos míos. Tenemos que intentar evitar ese tipo de ruidos a altas horas de la madrugada, que un centrifugado en el lugar y momento equivocados no sé si pueden provocar un terremoto en las Antípodas, como reza la Teoría del Caos que tanto me gusta, pero sí pueden despertar a tu vecino y su ira.Y ella creo que tiene muy mal carácter.
Ummmm, qué bien sienta un centrifugadito a las 7.00 a.m.
5. ¿Por qué todos los días sé perfectamente qué están comiendo mis vecinos? O dicho en otras palabras, ¿por qué no usan el extractor y/o ventilan su casa cuando cocinan? Reconozco que soy una maniática de los olores y no me gusta que mi casa, ni la planta del edificio en la que vivo, huela a huevo frito, a croquetas, a puré de patatas o a guiso de ternera. ¿Por qué nunca huele mi comida? Vale, ahí me he metido en un callejón sin salida. Ya sé que no cocino mucho pero os aseguro que las pocas veces que lo hago pongo el extractor y, aparte, abro la ventana aunque haya dos grados de temperatura fuera. Que las escaleras huelan a comida me parece molesto, poco elegante y en mi caso, muy triste ya que me recuerda que no tengo cocinera ni sé cocinar, con lo cuál mientras mis vecinos comen suculentos platos, yo me tengo que conformar con un vuelta y vuelta o con una latita decorada con lechuga alrededor. ¡Un poco de compasión, por caridad, que paso hambre!
Las mejores rosquillas del mundo según la guía La Tournée des Restaurants & Bistrots.
5. Tacones cercanos y a las 8.00 a.m.
Reconozco que da cierto placer despertar a alguien cuando uno ya lleva horas levantado para cumplir con su jornada laboral. Por eso no quiero ensañarme con mi vecina de arriba que también es humana y supongo que disfruta como yo con estas cosas. Pero todos los días, puntualmente, a las 8 de la mañana escucho sus tacones bajar las escaleras. Presupongo que ella va con ellos y sé que es incómodo bajar unas escaleras de puntillas, pero seguramente sea bueno para algún tipo de músculo (consultaré a la revista Cosmopolitan) y, sobre todo, para conservar las buenas relaciones vecinales.
Tacones Marc Jacobs preparados para taconeado matinal. ¡Olé!
6. Si para descargar el maletero o algo similar, dejas el coche en otra plaza de garaje, ¡no le quites la vista de encima!
No sabéis lo mal que sienta llegar a casa, ir a meter el coche en tu plaza de parking y encontrártela inexplicablemente ocupada por un coche grandote y normalmente un señor que ronda los sesenta dentro de él, ¡no falla! Si el propietario del vehículo está por allí y te pide disculpas iniciando la retirada del buga, le perdonas la vida, por supuesto. Si no, mándame un e-mail a [email protected] y te digo cómo deshacerte del cadáver. Tengo más recursos aparte del de la piscina.
Preciosa comunidad vecinal en Valença, Portugal.
7. La basura y sus aromas.
Desde que nuestro querido alcalde, Ruíz Gallardón, decidió cobrarnos el impuesto de basuras no sólo por viviendas sino por plazas de garaje, ¡no damos abasto! Antes, mi plaza no generaba ninguna basura como es natural, pero ahora que sabe que yo tengo que pagar como si lo hiciera, se aprovecha y me deja en una de sus cuatro esquinas una bolsita todas las semanas con los residuos que ha ido acumulado. ¡Incluso le pide restos a otras plazas para llenar la bolsa! ¡Increíble!
En fin, creo que todos coincidimos en que este olor no es agradable. ¿Por qué entonces dejamos la puerta del cuarto de basuras abierta para que la fragancia se expanda por el portal y parezca aquello una piara en división horizontal en lugar de un edificio de personas? ¡Que alguien me lo explique!
Al final el alcalde tenía razón, las plazas de garaje generan basura. ¡Qué monas ellas!
8. Deja la puerta del portal cerrada.
O.k, tú no tienes nada de valor y te da igual que entren en tu casa. ¡Bravo! Pero a los demás nos gustaría que hubiera un poco de seguridad, alguna medida disuasoria tipo "puertas cerradas" o algo parecido. Ten en cuenta que un pequeño descuido puede generar un gran disgusto y no cuesta absolutamente nada dejar bien cerrada la puerta. No se lo pongas tan fácil a los cacos.
Portal del Instituto Internacional de Madrid.
9. Si ya se está cerrando la puerta del garaje, no entres como peatón por ahí.
Porque si tiene una célula fotoeléctrica como suele ser el caso, volverá a abrirse totalmente con el consiguiente gasto de energía y posible riesgo de que entre un intruso ya que tú te irás sin comprobar que se vuelve a cerrar. Procura utilizar, en estos casos, la puerta propia de los humanoides, que, por cierto, está justo al lado.
Nuestra maltrecha puerta de garaje.
10. Peligro ¡padres a la vista!
Partimos de la base de que los niños no tiene culpa de nada, porque son menores y están bajo la responsabilidad de los padres hasta los dieciocho años. Y son los padres los que tienen que enseñarles cómo comportarse y la necesidad del respeto hacia los demás. Así que, si tu hijo está chillando a pleno pulmón (ya sé que a ti no te molesta, incluso puede que te parezca encantador pero no es el caso del resto del mundo) o jugando a la pelota utilizando la pared de uno de tus vecinos a modo de frontón, eres tú el que tienes que explicarle por qué no debe hacer eso e impedírselo. Él no sabe por qué, cuéntaselo y lo entenderá mejor que nadie. ¡Ya verás, prueba!
Edificio de lofts en Plaza de Cronos de Madrid.
11. Vístete, ¡por Dios!
No es la primera vez que "pillo" a alguien bajando la basura con el gorrito de pompón en la cabeza para irse a dormir o, sin camiseta, porque viene de la piscina. ¡Y os aseguro que me he llevado buenos sustos! De repente en un lugar de uso común, una intimidad que ni en mi alcoba, vamos.
No enseñes tu ropa de cama ni tus carnes serranas por los rellanos de las escaleras. Esos regalos, sólo a tu familia y a los amigos que te lo consientan o en los lugares correctos para ello.
Ropa obligatoria. Imagen de www.hoy.es
Por aquí no vayas desnudo, ¡porfi!
12. No dejes desechos por las esquinas porque "nadie te ve".
Gurruños de papel, cajetillas de tabaco vacías, hasta bolsas de plástico con zapatos viejos, y no "manolos" precisamente, por el suelo o depositados en esquinas así como quien no quiere la cosa. La gente que hace eso, ¿lo hará también en su casa? Presupongo que sí y por nada del mundo entraría en sus guaridas.
En la próxima Junta General voy a proponer llenar la comunidad de cámaras en forma de osito de peluche para pillar a los causantes de estas tropelías. Quedaría monísima y por fin descubriríamos al infractor.
A la venta en www.shopkami.com.
13. Si te han dejado publicidad en tu buzón que no te interesa, tírala al lugar correspondiente.
Pero no la metas en el buzón de otro vecino por pereza. ¿Soy muy retorcida? No, yo lo he hecho y os aseguro que es comodísimo, pero nada solidario. ¡Prometo no volver a hacerlo! Seguro que mi vecino se pregunta por qué toda la publicidad le llega de dos en dos. Pues he aquí la explicación. ¡Tu vecina que te quiere... el doble! ¡Mua, mua!
Buzonada de edificio en la calle Madrazo de Barcelona.
14. Por cruzar conmigo dos palabras, tranquilo que no me voy a tomar confianzas.
No sé en otros sitios, pero en Madrid, nos hemos transformado en seres silentes en lo que a nuestras relaciones vecinales se refiere. Mejor no hablar con el de enfrente no vaya a ser que crea que quiero amistad o que me voy a meter en su casa, o lo que es peor, que él quiera meterse en la mía o que me vaya a pedir un favor. ¿No creéis que es demasiado exagerada esta falta de comunicación?
Puerta vecina.
Seamos más sonrientes, más agradables, conversemos en el ascensor aunque sea sobre el tiempo y la climatología. A lo mejor descubrimos a alguien maravilloso que vive a dos metros de nosotros y del que podemos recibir unas palabras bonitas cada veinticuatro horas, como por ejemplo: "¡Qué tengas un feliz día!"
Foto y mano de Amai Rodríguez. www.amairodriguez.com.
Desde hoy, me pongo este esfuerzo como penitencia a todos mis pecados veniales-vecinales y que son, justo, los que habéis echado en falta en este pequeño artículo porque no voy a tirar piedras contra mi propio tejado aunque lo pague la comunidad.
¡Un beso grande a mis queridos vecinitos y otro a vosotros, lectores! Y al que sea vecino y lector a la vez, todo lo que cuento aquí es ficción y si algo coincide con la realidad es pura coincidencia.
¡Feliz fin de semana!
Sylvie Tartán.