En el estado actual de la industria francesa, un hombre, si es hábil, inteligente y corpulento, puede en última instancia confiar en llegar a un puesto dentro de la empresa donde se le permita trabajar de una manera interesante y humana; aunque las oportunidades de este tipo disminuyen día a día con los avances de la racionalización. Las mujeres, en cambio, están encerradas en un trabajo completamente mecánico, donde lo único que se les pide es rapidez. Cuando digo "mecánico", no te creas que permite soñar con otra cosa mientras se hace, y menos aún pensar. No, lo trágico de esta situación es que el trabajo es demasiado mecánico para ofrecer materia al pensamiento y, a la vez, impide pensar en cualquier otra cosa. Pensar es ir menos deprisa.
Simone Weil (1934): "Carta a una alumna".Traducción de Fruela Fernández