Los socialistas españoles están refundando el partido, buscando un líder que los conduzca otra vez a acariciar Poder y modernizando algunas ideas con las que elaborar un programa electoral que entusiasme a los ciudadanos de izquierdas que le han vuelto la espalda. Es una tarea ciclópea en la que se embarca el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) con ocasión de la Conferencia Políticaque ha celebrado este fin de semana y que, independientemente de sus resultados, es dramáticamente necesaria. El PSOE precisa renovarse de arriba abajo para volver a conectar con la sociedad y representar una alternativa seria, fiable y solvente a la derecha que gobierna España de manera prácticamente omnímoda. La democracia exige la diversidad de propuestas para evitar los absolutismos ideológicos. Pero en el PSOE tienen que acertar con la nueva estructura del partido, el mensaje que trasladarán a la sociedad y los rostros que personificarán esa renovación y el cambio.
Para empezar, se oyeron en el cónclave socialista algunas voces timoratas de autocrítica por los errores cometidos en el pasado. Fue poco pero peor es nada: “Tomamos decisiones que nos alejaron de nuestra base social”, dijo la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, la única persona que conserva poder institucional de peso en el socialismo, junto a Javier Fernández, presidente de Asturias, ambos gobernando en minoría. Ahora falta que identifiquen esas decisiones y establezcan mecanismos para no volver a repetirlas, pero me temo que a tanto no llegará la actitud de enmienda. De entrada, porque los errores no han sido unos cuantos, sino muchos, reiterados y muy graves. El PSOE ha gobernado olvidando a sus votantes para volcarse en unas iniciativas que en poco difieren de las que adoptaría cualquier formación de centro derecha. El colmo de esta actitud opuesta a lo esperado fue el sorprendente giro en sus políticas que emprendió José Luis Rodríguez Zapatero en cuanto fue llamado al orden por Angela Merkel y Barack Obama para combatir la crisis económica que ya teníamos encima y que no se supo, pudo o quiso ver a tiempo. Será difícil que los votantes socialistas pasen página de la desconfianza que inspira una infidelidad tan clamorosa de los valores e ideales progresistas como esa. Y menos aún con un superviviente de esa época pilotando los cambios y recordando constantemente, con su mera presencia, la momificación anquilosada que se ha producido en el partido socialista, un barco lleno de zombies inamovibles, incapaz de conectar con su electorado.
Precisamente, han rehuido ese debate. Se resisten a desalojar las momias del pasado que nos hacen recordar sus renuncias y traiciones. No parece sincera aquella apelación a los errores cometidos cuando se pospone la elección del Secretario Federal y candidato a la presidencia de Gobierno por el sistema de primarias a un futuro Comité Federal que se celebrará a principios del próximo año. La imagen que personalizará la refundación del mensaje socialista será la misma que lo está haciendo repudiar por sus bases y electorado. Las ideas, los proyectos y las propuestas que pudieran surgir de esta Conferencia Política se volatizarán en el aire sin un liderazgo que inspire confianza y esperanza a la ciudadanía, que transmita entusiasmo y credibilidad, y que explique con ilusión renovada que un futuro distinto es posible y está al alcance de la mano. Ningún mensaje sin emisor difícilmente llega al receptor, porque el ruido y la saturación hacen imposible una comunicación eficaz.
Y este cónclave socialista está rebosante de mensajes, algunos de signo contrario y radical a lo defendido hasta la fecha. Así, el PSOE retorna a sus orígenes de izquierdas al propugnar bajadas de impuestos para las rentas más bajas y una reforma fiscal que obliga a pagar más a los más ricos y a los acumuladores de patrimonio, además de eliminar deducciones a las grandes empresas. También persigue “atornillar” derechos en la Constitución, como el reconocimiento de la sanidad pública, garantizar un mínimo de gasto público para el sostenimiento del Estado de Bienestar e, incluso, prohibir las amnistías fiscales. Sorprende, asimismo, la promesa de denunciar y renegociar el Concordato con el Vaticano para profundizar en la laicidad del Estado a estas alturas de la democracia. Y, por supuesto, se propone una reforma de la Constitución que satisfaga las expectativas federales de los territorios e inhiba las apetencias independentistas.
La Conferencia Políticadel PSOE también aborda los problemas que afectan a la calidad de la democracia, al prohibir donaciones de empresas a los partidos, permitir las iniciativas ciudadanas al Parlamento y la sempiterna promesa de reformar el Senado para convertirlo realmente en cámara territorial. Sin embargo, se queda corto en desbloquear a los partidos de la sujeción férrea de los aparatos, pues no acepta las listas abiertas de manera total (sólo parcial) ni una reforma de la ley electoral para hacerla más proporcional y que no perjudique a las minorías.
Y lo que era más importante: no decide nada sobre las primarias ni las personas que deberán asumir la renovación del socialismo español. Se apunta la posibilidad de que el proceso de primarias estará abierto a militantes y simpatizantes, mayores de 16 años de edad, aunque no se concretan detalles y condiciones con los que se celebrarán estos comicios para elegir al candidato a presidente de Gobierno. Ni tampoco si será el procedimiento que se empleará para la elección del Secretario Federal. Es decir, el PSOE celebró su Conferencia Política para refundarse, modernizarse y conectar con la calle, pero se limitó a saludarse, encantado de haberse conocido. Los apoyos externos que, antes de comenzar, auguraban una apertura franca a cuántos pudieran ayudar a “derrocar a la derecha” (como el exjuez Baltasar Garzón y el exlider de Izquierda Unidad, Gaspar Llamazares), resultaron “precisados” y finalmente fallidos. Desgraciadamente, por tanto, el PSOE no sabe aún cómo combatir las desigualdades y el empobrecimiento que la derecha está ocasionando en España. Y ello, a pesar de que las oportunidades que le proporciona son innumerables. De esta Conferencia incompleta, el PSOE sale con muchos mensajes, pero sin nadie que los articule.