Por Francisco Alcaide
Decía Ralph Waldo Emerson que "la confianza en uno mismo es el primer secreto del éxito y en la confianza en uno mismo están comprendidas el resto de virtudes". También Jiddu Krishamurti, filósofo indio, afirmaba: "La religión de todos los hombres debería ser aprender a creer en uno mismo".
Así lo pienso yo también. En mis conferencias suelo decir que tras 20 años estudiando el mundo del éxito y del desarrollo personal, he llegado a una conclusión, y es que casi todos los problemas del ser humano se resumen en una causa: falta de confianza de uno mismo.
No es nuestra incapacidad la que nos limita, sino la creencia de que no somos capaces. La mayoría de personas no vive a la altura de sus posibilidades (potencial) sino a la altura de sus creencias (limitaciones). Cada persona se convierte única y exclusivamente en aquello que se da el permiso de ser. La principal debilidad humana es que nos infravaloramos, que creemos que no somos suficientemente buenos, las dudas que tenemos sobre nosotros mismos. La gente se fija metas pequeñas porque se siente pequeña, no porque lo sea
Hace algún tiempo estuve charlando con Gustavo Zerbino , uno de los supervivientes del accidente aéreo en la Cordillera de Los Andes en 1972, que dio lugar en 1993 a la película ¡Viven! . Durante más de dos meses un equipo de rugby uruguayo tuvo que sobrevivir aislado en las montañas con temperaturas de hasta 40º grados bajo cero, escasez de alimentos, sin ropa de abrigo (Uruguay es un país donde nunca nevó) y otras muchas inclemencias.
Durante la conversación le pregunté al protagonista:
― ¿Cómo consigues explicar que en aquellas difíciles circunstancias, inhumanas, imposibles para las personas lograseis sobrevivir?
Y me contestó:
― Nadie sobrevive 24 horas a 40 grados bajo cero y a más de 4.000 metros de altura con ropa ligera durante 72 días. Nosotros lo hicimos y era porque en la montaña todo era desconocido para nosotros. Uruguay es un país donde nunca nevó. No teníamos información previa. Eso fue lo que nos salvó. No éramos consciente de lo que vivíamos allí, no éramos conscientes de nuestros límites y todos los límites se nos quedaron pequeños.
Detente en estas palabras: "Todo era desconocido para nosotros. No teníamos información previa. Eso fue lo que nos salvó. No éramos consciente conscientes de nuestros límites y todos los límites se nos quedaron pequeños". En definitiva, no tenían creencias limitantes incrustadas en su inconsciente acerca de sus posibilidades. Tus creencias acerca de quién eres y tus posibilidades, condicionan todo lo que haces, cómo lo haces y lo que consigues. Uno siempre actúa por fuera de manera congruente a cómo se siente por dentro. Por eso, todo cambio comienza cuando uno mejora el concepto que tiene de sí mismo.
Sin embargo, el problema de la confianza, como otras muchas cosas, es que no se puede comprar, ni tampoco nos la pueden prestar otras personas. Muchas veces se escucha en formaciones, talleres, artículos o libros, la siguiente frase: 'Cree en ti'. Como si la gente que no cree en ella misma no quisiera creer en ella.
La pregunta es inmediata: ¿De qué depende la confianza? ¿Cómo podemos alcanzarla? Y la respuesta es la siguiente:
La confianza se adquiere a través de la cantidad, variedad e intensidad de experiencias que uno acumule en el tiempo.
Dicho de otra manera: tu confianza es proporcional a tu nivel de desarrollo personal. A medida que ganas conocimiento y experiencia en algo, tu confianza sale fortalecida. Por tanto, sólo existe una alternativa, pasar a la acción, y si no nos atrevemos por nosotros mismos, que alguien nos empuje, por eso son tan recomendables los mentores, los coaches y amigos incómodos, porque nos llevan al límite y nos exigen más de lo que nosotros nos exigiríamos a nosotros mismos.
La interiorización verdadera sólo se produce a través de la experimentación. Se gana seguridad a medida que se gana experiencia. A vivir (como a todo: vender, negociar, hablar en público...), se aprende viviendo, exponiéndose a la realidad y sufriéndola. Y decimos 'sufriéndola', porque nadie hace nada especialmente bien la primera vez. No se puede tener una alta confianza detrás del ordenador, escondido en casa o un aula. La confianza se va asumiendo con naturalidad a medida que uno tiene más calle (vida).
Si quieres ser mejor, ofrécete voluntario para emprender, liderar, hablar en público o vender. La genialidad tiene mucho que ver con la práctica diaria. Y cuanto antes empieces a practicar, antes mejorarás y antes se lograrás aquello que se desea. A sensu contrario, cuanto más te demores, más tardarás en mejorar y más tendrás que esperar para conseguir aquello anhelas.
Como escribimos en Tu futuro es HOY (Alienta, 6ª edición), "toda meta es un proceso, y como todo proceso hay que empezarlo, sufrirlo y recorrerlo entero". David Allen, autor de Organízate con eficacia, lo dice con estas palabras: "Hay una luz al final del túnel, pero para alcanzarla tienes que recorrerlo entero". También el escritor Hermann Hesse, incluido en Aprendiendo de los mejores 3 (Alienta Editorial), nos deja la siguiente reflexión: "Hay dos cosas que no nos podemos permitir: no empezar y no recorrer todo el camino".
Nadie puede tener éxito por ti; el éxito no se delega. Los faros (como los libros) nos indican por dónde ir, pero el camino lo tiene que hacer cada uno por sí mismo. El conocimiento puede ser transmitido, pero no lo sabiduría.
Fuente: https://franciscoalcaide.com/blog/273-la-confianza-no-se-tiene-se-adquiere