PRIMERO: LA CONFIANZA PERSONAL
En la confianza personal, aprendemos el principio básico que nos capacita para infundir confianza y mantenerla en todos los niveles. Ese principio es la credibilidad o verosimilitud. Aquí es donde nos preguntamos a nosotros mismos: ¿soy creíble?, ¿resulto verosímil?, ¿soy alguien en quien las personas (yo incluido) puedan confiar?
Los estudios demuestran que muchos de nosotros no cumplimos los objetivos que nos marcamos, ni mantenemos las promesas y compromisos que nos hacemos a nosotros mismos. Por ejemplo, aunque casi la mitad de los estadounidenses formula buenos propósitos para el Año Nuevo, las investigaciones demuestran que sólo el 8 % de ellos consigue mantenerlos.
¿Qué ocurre cuando lo hacemos una y otra vez? ¿Cuál es el resultado neto de los sucesivos fracasos a la hora de establecer compromisos con nosotros mismos y cumplirlos? Recorta la confianza en nosotros mismos. No sólo perdemos la confianza en nuestra capacidad de establecer compromisos y mantenerlos, sino que no logramos proyectar la fuerza personal del carácter que inspira confianza. Podemos intentar obtener la fuerza a través de la posición o la asociación; pero no es real.
Como ha comentado muchas veces mi padre, nos juzgamos a nosotros mismos por nuestras intenciones y a los demás por su conducta. Esto explica que una de las maneras más rápidas de recuperar la confianza sea establecer compromisos y cumplirlos – incluso los más nimios – ante nosotros mismos y ante los demás.
“El Factor Confianza”, Stephen Covey Jr.
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