Por Merce Roura
Para un momento, abre los ojos y despierta... La vida es una sucesión de sacudidas y pasos en falso que llevan a lugares desconocidos y rompen muros. Sin zarandeo, a veces, no hay vida. Sin caer, a veces, no se puede volver a empezar. Sin tocar fondo, a veces, no se despierta y se acopia el valor para cambiar de forma de pensar y ver lo que te rodea.
Ahora puedes escuchar de nuevo todas las excusas que fabricaste para no dar un paso y todas las culpas que decidiste arrastrar por los siglos de los siglos por no haberlo dado.
La vida está en ese libro que no abres porque decides no tener tiempo para leer. En esa calle en la que no caminas porque se sale de tu circuito habitual. En esas palabras que no dices porque no te atreves pero que queman en tu garganta y piden salir.
La vida está en esa idea loca que viene a tu mente cuando estás tranquilo y que siempre te invita a hacer algo hermoso y un poco arriesgado para ti. Eso que te roe por dentro esperando a ser vivido y sentido.
No te apures, también está en el café de la mañana y en ese sueño de media tarde que a pesar de intentar vencer nunca logras disimular.
La vida está en ese viento frío que se cuela en tu cuello dolorido de ir por al vida rígido y con ideas estáticas que no llevan más que darse contra el muro de siempre y pasarse años golpeándolo y esperando que caiga. El muro no cae, caes tú, aunque tampoco es una mala noticia porque así te das cuenta de que quién realmente debe cambiar eres tú y no el muro... Y luego, decides si lo dejas, si te vas, si ya no quieres más muros contra los que pelear, pero dejas de imaginar muros en tu mente para dejar de verlos ahí afuera.
La vida está en ese tren que nunca tomas porque no sabes si lleva a tu destino porque todavía ignoras que el destino no está en una estación sino en el trayecto... Porque no sabes aún que esto no va de ganar sino de no perderse a uno mismo ni olvidar quién realmente eres.
No eres el personaje asustado que dibujaste para sobrevivir a este mundo horrible.
No eres tu ironía ni tu mal humor de los lunes. No eres el dolor que sienes cuando no llegas y no aparentas, cuando haces el ridículo, o eso crees, y sientes que el mundo te apunta con el dedo y se ríe de ti. No eres tu trabajo ni tus culpas. No eres todos los reproches que te haces a ti mismo ni los que te hacen los demás y siempre estás esperando.
No eres la persona que esperan ser amada y necesita recibir el visto bueno de otros, ni su aprobación.
No eres este cuerpo que fluctúa y ahora pesa y mida y nunca encaja en un patrón.
No eres este miedo que sientes al leer esto y tomar consciencia de lo mucho que te equivocas, porque eres y serás siempre el que observa al que se equivoca y se abre en infinita compasión a comprender y perdonar. Eres la consciencia que te habita y que sabe, que nota, que siente y que sabe guiarse por algo que no puede definir ni explicar.
No eres la niña rota ni la mujer resentida. No eres el adolescente enfadado y rebelde ni el hombre que sueña con ser valiente pero tiene miedo.
No lo eres, aunque todos ellos y ellas te han llevado hasta aquí.
La vida está en aceptarlos, abrazarlos y superarlos.
La vida está en todo. En ti.
La vida también está en esas pequeñas flores que crecen en las rendijas de las baldosas o las que están tiradas en el suelo ajenas a la idea de poder ser pisadas y mostrándose deliciosamente hermosas.
Fuente: https://mercerou.wordpress.com/2021/04/16/la-consciencia-que-te-habita/