Revista Cultura y Ocio
5 de noviembre de 1807: Carlos IV perdona a su hijo Fernando VII tras haber sido implicado en la Conspiración de El Escorial.
El rey felón, el que supo traicionar a sus propios padres, armó el lío, echó la culpa a los demás y luego resultó perdonado.
La conspiración hay que situarla en un contexto histórico especial. España se había convertido en una nación de segunda fila a causa del expansionismo francés de Napoleón Bonaparte. En este contexto, Carlos IV firmó en 1805 un acuerdo de mutua colaboración con el imperio galo.
El acuerdo enfrentaba a España con Inglaterra, principal rival de Francia en la lucha por la hegemonía europea. La guerra parecía inevitable. La Batalla de Trafalgar, con la derrota española, supuso el culmen de dicha estrategia.
Y esa derrota enfrentó a Godoy con gran parte de la corte. Sus enemigos conspiraban contra él.
Y entre todos ellos, destacaba especialmente uno, el príncipe Fernando, quien deseaba deshacerse del valido.
En la actitud de Fernando pesaba mucho el papel de su preceptor, el religioso Juan de Escóiquiz, un hombre sin escrúpulos, quien logró enfrentar al príncipe con los reyes.
Curiosamente había sido nombrado en su día preceptor de un joven Fernando VII por decisión de Godoy, quien pensaba que se trataba de un hombre humilde de gran cultura y que podía venir muy bien a la educación del joven príncipe. En realidad, bajo esa apariencia de hombre afable y comedido, se encontraba un ser despreciable, ambicioso e inmoral, sin ninguna vocación religiosa. Escóiquiz inculcó en su discípulo en provecho propio el fanatismo, la ambición y la degradación moral. Aunque pronto se le vio el plumero y fue apartado del joven príncipe por considerarse poco recomendable su influencia, continuó influyendo en él a distancia, formando parte de su camarilla de incondicionales.
La conspiración tuvo lugar en 1807, pero fue descubierta y enseguida se inició el proceso para depurar responsabilidades, el llamado “Proceso de El Escorial”.
El príncipe Fernando, consciente de que ello le enfrentaría con sus padres, a los que había traicionado, no dudó en delatar a sus cómplices para obtener así el perdón de sus progenitores.