Revista Opinión
El otro día, afirmaba yo por aquí, que todo lo que nos está sucediendo es fruto de una conspiración y tengo la fundada sospecha de que muchos han pensado que me pasaba varios pueblos.
Para que vean que no es así, cito el libro publicado por el filósofo francés Jacques Sapir, hombre de indiscutible prestigio, que abunda en la misma opinión en “Economistas contra la democracia”, cuya sinopsis incluyo a continuación:
“SINOPSISContrario a una globalización que, en ocasiones, enmascara conductas poco éticas y el aprovechamiento codicioso de situaciones de inestabilidad política, Jacques Sapir defiende en Economistas contra la democracia una práctica económica al alcance de la ciudadanía democrática. Así, afirma que las políticas económicas han sido secuestradas por determinadas bandas de tecnócratas que se escudan en supuestas "leyes" inmutables del comercio. Dichas bandas, situadas políticamente en la extrema derecha del neoliberalismo, estarían ligadas entre sí por los intereses más espurios y, en opinión del autor, habrían heredado cierta manera de proceder del estalinismo, así como la firme creencia en que el fin justifica los medios. Estamos, nos dice Jacques Sapir en Economistas contra la democracia, ante una suerte de conjura destinada a lesionar gravemente las democracias, ya que estos círculos económicos actúan por su cuenta y riesgo y al margen de todo control, político, usurpando espacios políticos con el argumento de que son "expertos". Sapir, que defiende que la comprensión de la política económica debe estar al alcance de todos, se pregunta en esta obra: ¿Qué clase de expertos son ésos? ¿Los que han hundido sociedades enteras, sumiendo a países como Argentina y Rusia en la pobreza y en la corrupción?”. (Wikipedia). Fin de la cita.
A mí lo que realmente me asombra es la flagrante ingenuidad de un mundo que se considera a sí mismo supercivilizado, que cree hallarse en posesión de los recursos científicos suficientes para llegar al fondo de todos los problemas por muy abstrusos que sean y que, luego, se mantiene al margen del que, sin duda, es el peor de los conflictos económicos que afligen a la humanidad desde 1.929, en lo que se refiere a la posibilidad, que Sapir y yo, y muy probablemente otros que desconozco, apuntamos de que esta crisis no sea espontánea sino cuidadosamente programada por las oscuras fuerzas ultra neoliberales.Porque ¿cómo no va a haber conspiración si todos los puestos decisivos de la administración global del mundo está siendo ocupados por los esbirros del FMI y demás organismos culpables de la actual degeneración económica? Mis diferencias de criterio respecto a Sapir residen en que él piensa que los economistas antidemocráticos son independientes del PODER, así, con mayúsculas, mientras que yo creo firmemente, me jugaría lo poco que me queda de vida a que, más o menos explícitamente, más o menos conscientemente, toda esta inmensa cohorte de economistas ultraliberales, si no están directamente a sueldo del poder, sí que lo están indirectamente y, en todo caso, luchan denodadamente para que las tesis neocons no sólo se impongan como ya lo han hecho sino que se constituyan como conjunto dogmático ético y filosófico absolutamente intangible, inatacable.De modo que así están las cosas, por lo menos, en mi opinión y en la de Sapir, y contra esta situación, el mundo sano, el mundo que realmente busca ansiosamente la auténtica libertad, intenta luchar utilizando esas risibles pistolitas de agua que por estas fechas se regalan a los niños: elecciones generales, convocadas, organizadas, falsificadas por ellos, a las que sólo se pueden presentar los que ellos dicen y decididas con unas reglas que ellos mafiosamente establecieron para que no las pudieran ganar nunca otros que no fueran ellos mismos.