Revista Cultura y Ocio

La constelación del perro. Peter Heller

Por Mientrasleo @MientrasleoS

La constelación del perro. Peter Heller
     "Mantengo a la Bestia en marcha, tengo a punto la 100 de poco plomo, preveo ataques. Soy bastante joven, soy bastante viejo. Pocas cosas me gustaban tanto como pescar truchas.
     Me llamo Hig, un solo nombre. Big Hig, si necesitas otro más."
     Cada vez hay una mayor tendencia a situarnos en el fin del mundo. Lo que ya hiciera Matheson, en el famoso Soy leyenda, parece ser recurrente, bien en forma de virulentas enfermedades, o de zombis. Hoy traigo a mi estantería virtual un libro que parte de una de estas situaciones límite, se trata de La constelación del perro.
     Conocemos a Hig, sin s al final. Un constructor de Denver, casado y que esperaba un hijo cuando su vida cambió. En realidad cambió la de toda la población, que tras una enfermedad de la sangre mutada con una gripe vio morir a más de un 99% de los infectados. Ahora sobrevive en un hangar, acompañado por su avioneta, un perro y un tipo duro, Bangley. Ambos son la cara y la cruz de una situación desesperada.
      Terminar el año con una lectura sobresaliente siempre deja un buen sabor de boca; la sensación de haber elegido bien, como si fuera nuestro el mérito de lo escrito cuando lo único que hicimos fue dejarnos guiar por una opinión sincera, una intuición, una cubierta.  Eso es justo lo que me ha sucedido a mi tras conocer la historia de Hig.
     La constelación del perro es un libro que parte de la desolación pero cuya historia parece estar en una permanente búsqueda de la belleza. No oculta la tragedia, incluso tiene momentos realmente devastadores, pero su protagonista se niega a convertirse en uno de esos hombres que sólo viven para matar y sobrevivir, o sobrevivir y matar. Y se empeña en recordárnoslo una y otra vez aspirando aire puro, buscando naturaleza, ayudando a quienes otros dejarían morir por saberlos enfermos. No digo que no mate si tiene que hacerlo, pero para ayudarlo en esos menesteres ya está su compañero, Bangley. La historia pasa por varias partes en las que veremos su lucha, sus rutinas de supervivencia o de cocina intentando mantener una aparente normalidad en la medida de lo posible, y en las que descubriremos como la existencia de un perro puede ser un cabo que nos mantenga atados firmemente a tierra en caso de tempestad. Porque eso es lo que busca Hig, descubriendo que siguen quedando sentimientos, que necesitamos que las cosas tengan un sentido para seguir adelante. De hecho, el autor nos regala sorpresas como la felicidad que aparece fugaz en medio de la nada por un gesto, un pequeño detalle que se cuela en el corazón de nuestro protagonista como un rayo de sol. Y es que, es difícil volverse de piedra, aunque la dureza de la vida que nos ha tocado nos curta la piel hasta convertirla en cuero.
     Tal vez sea eso lo que más me ha gustado de esta historia. el contraste, la capacidad de encontrar la belleza y de descubrirnos que, incluso habiendo perdido todo, siempre nos queda ese rastro de humanidad que tan bien sabe representar el autor en un protagonista que se aferra a él. De hecho, a medida que avanzamos vemos una evolución en él justo en esa dirección, que será la que lo lleve a buscar rastro de personas que no se dediquen al asesinato y el pillaje, consiguiendo una brillante reflexión sobre el motor que mueve a las personas en última instancia y hasta dónde somos capaces de llegar.
     La constelación del perro ha sido una de mis mejores lecturas del año pasado. Una prosa a ratos fragmentada como pueden ser los pensamientos de quienes pueblan sus páginas y unas descripciones que saben interrumpirse en el momento justo para comenzar la acción, han conseguido que no despegue mis ojos de una historia que merece la pena ser descubierta. Un libro cuya lectura ha sido un placer comparable al de dormir bajo un cielo estrellado buscando constelaciones perdidas, como por ejemplo Canis Minor.
     Y vosotros, ¿qué libro tenéis entre manos?
     Gracias

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