Revista Cultura y Ocio
En el año 1710, el pastor presbiteriano James Anderson fue nombrado Capellán (Brother of Jakim) de la Logia Operativa “St. Paul”. En 1714, comenzó a organizar Tenidas excluyendo a los Masones Operativos e invirtió las Palabras de Pase del Primer y Segundo Grado, uso que se perpetúa hasta nuestros días en las Obediencias ligadas a la Gran Logia Unida de Inglaterra. Esta serie de Tenidas siguió incrementándose y Anderson fue el encargado de redactar las Constituciones de la nueva Organización, las cuales fueron aprobadas en 1722 y 1723. La segunda edición de las Constituciones de Anderson, con algunas modificaciones conflictivas, aparecieron en 1738. Las nuevas
Constituciones constan de dos partes, a saber: 1º) una llamada Parte Histórica que, en realidad contiene elementos míticos e históricos sobre los orígenes de la construcción y la arquitectura junto con partes de la llamada Historia Tradicional de la Orden y 2º) la referida a las Obligaciones de los Franc-Masones en la que figuran un artículo titulado “Dios y la Religión” que provoca vivas reacciones entre los Operativos pues, a partir del mismo, el Cristianismo deja de ser la religión propia de la Masonería occidental. Estas Constituciones, con ciertas nuevas modificaciones, fueron reeditadas en los años 1756, 1767, 1784, 1815, 1827 y 1841, año a partir del cual las reediciones fueron muy numerosas. En términos generales, las Obediencias Masónicas pueden dividirse entre las que reconocen y las que no reconocen las Constituciones de Anderson. Pero estos últimos pueden dividirse, a su vez, entre los que lo hacen porque las consideran como atentatorias contra la “libertad de conciencia” al imponer la creencia en el Gran Arquitecto del Universo y el uso de la Biblia y los que lo hacen, siguiendo las doctrinas expuestas por René Guénon, por considerarlas como la primera “irregularidad” masónica de donde derivan todas las demás.
Jorge F.Ferro