Revista Opinión

La Constitución está en coma

Publicado el 05 diciembre 2012 por Rgalmazan @RGAlmazan

Cuando mañana se celebre que hace 34 años se votó nuestra Constitución, muchos serán los que no se den cuenta de que ésta está a punto de fallecer. Se encuentra en coma, sólo un milagro puede salvarla y parece que nuestros gobernantes no están dispuestos a que se produzca esa recuperación.
Y no crean que este diagnóstico es cosa de un peligroso rojo inconformista, no, basta ver lo que dicen los españoles en el último barómetro del C.I.S. Cerca de un 68% de los encuestados cree que esta democracia no funciona bien, y más de la mitad entiende que la Constitución no cumple su misión.
Cada vez más, nuestra Constitución, con ese carácter inmutable con el que se la ha pretendido defender, ha ido quedando sepultada, apartándose más de la realidad social y vaciada de contenido.
La Constitución está en coma
La Constitución fue elaborada en unas circunstancias que nada tienen que ver con las actuales. Es hora de pensar en su actualización. Sin embargo, los únicos cambios hechos han sido los que nos han venido impuestos por la CE, y la modificación envenenada por la cual se fijó un límite en el déficit, en un acuerdo tan vergonzoso como rápido de los dos grandes partidos mayoritarios, haciendo que este límite predominase sobre cualquier otro mandato. De tal forma que todo quedara sometido a ese 3% del déficit, dejando que cualquier otra cuestión quede en segundo término. Ésta fue la estocada que más la agravó.
Hoy la Constitución no nos sirve y tenemos que hacer los cambios necesarios para que se reanime o dejarla morir y crear otro proceso constituyente. Hemos perdido nuestra soberanía, no se cumplen los artículos importantes, la justicia ya no es igual para todos, nuestro Estado del Bienestar está muy enfermo. La Sanidad, la Enseñanza y la Asistencia Social públicas están siendo recortadas y privatizadas.
Del derecho a la vivienda, mejor no hablar. Instituciones que no sirven para nada, como el Senado, otras que pueden ser sustituidas y reducidas al máximo como las diputaciones provinciales y qué decir de los privilegios de la casta política y de los cargos de confianza puestos a dedo. Una forma de estado como la monarquía que no ha sido revalidada en ninguna elección y que hoy, todavía, es una herencia del franquismo.
La participación de la ciudadanía en la gobernabilidad del Estado se resume al voto cada cuatro años. No se dan cauces para que haya otros tipos de participación. Además ampara una ley electoral que beneficia sólo a los partidos grandes y que está muy alejada de la esencia de la democracia: Un hombre – un voto.
El 6 de diciembre debería ser un día de luto. Porque una Constitución que pudo haber sido, de haberse actualizado, se ha quedado en aguas de borraja. La están matando los poderes financieros, los lobbies, la misma clase política que la pone a su servicio. Es un papel mojado que no sirve para la defensa de la mayoría.
Hoy, la sanidad, la enseñanza, la vivienda, la justicia, el trabajo, son derechos vacíos que no llegan a los ciudadanos, mientras los gobernantes han perdido soberanía y se dedican a seguir los mandatos de los Mercados, que nada tienen que ver con los intereses ciudadanos.
Por eso, por todo eso y más, hoy es un día triste. La Constitución está a punto de morir, y los que la pueden reanimar no quieren, prefieren saltársela y seguir el camino equivocado.
Sólo nos queda una solución: la protesta. Y así vemos cómo sectores públicos claves se han movilizado para evitar la muerte de la Carta Magna. Los sanitarios, los enseñantes, los discapacitados, los trabajadores públicos. Es lo único que nos puede salvar. Sólo con la protesta y con la crítica profunda podremos hacer que los gobiernos giren y actúen en favor de los ciudadanos más débiles. Porque muerta la Constitución –y está a punto-- no habrá remedio, habremos perdido la batalla.
Salud y República

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