Foto: Ayuntamiento de Madrid
EL GOBIERNO DE Manuela Carmena acaba de presentar una de sus medidas más valientes, comprometidas y necesarias: el Plan de Calidad del Aire y Cambio Climático, conocido también como Plan A. La iniciativa, que aun será objeto de alegaciones, se traduce en 30 medidas que todo el mundo debería conocer porque es mucho lo que nos jugamos.En esto, como en todo, cualquiera puede opinar, faltaría más, y los grupos políticos pueden hacer toda la utilización política que consideren conveniente y oportuna. Hecha esta salvedad, tampoco estaría mal que quienes pilotaran el debate fueran los que de verdad saben de esto. Es decir, confiarnos al criterio de los expertos en las diversas áreas sobre calidad del aire y salud.Y lo que nos están diciendo estos expertos, de forma mayoritaria, es que “la ciudad es compatible con respirar aire limpio”. Lo ha contado este fin de semana María Neira, directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 2005, durante una entrevista en el diario El Mundo. “El 90% de las personas viven en lugares donde no se cumplen los estándares recomendados por la OMS. En algunos casos, como en Europa, estamos por encima, aunque solo un poco, pero en muchos otros sitios sobrepasan hasta 30 veces lo recomendado”, añade la doctora Neira.La polución del aire mata cada año a 6,5 millones de personas y resulta cada vez más evidente que la exposición al aire contaminado no solo provoca o agrava las enfermedades respiratorias. “Las partículas contaminantes también entran en el sistema sanguíneo y tienen un impacto en el sistema cardiovascular causando enfermedades crónicas con un coste tremendo para la sociedad”, explica María Neira.Posiblemente no estemos ante un estado de “emergencia pública”, pero combatir la mala calidad del aire, atajar los niveles de dióxido de nitrógeno, debería convertirse en objetivo prioritario para cualquier Administración que piense más en el bienestar y la salud de la gente que en sus intereses a corto plazo.La contaminación se ha convertido en un “asesino invisible” que se cobra cada año miles de muertes prematuras. Los más “agoreros” dirán que “el reto que tenemos entre manos es salvar la civilización”. Sin necesidad de llegar a tan escalofriante vaticinio parece muy necesario que las cuestiones relacionadas con el medio ambiente no deberían ser objeto de disputa política.