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La Contra: “El que se descubre a sí mismo siempre gana” – Svetlana Kapánina

Publicado el 08 octubre 2011 por Eltallerdelaeam @elTallerdelaeaM

La Contra: “El que se descubre a sí mismo siempre gana” – Svetlana KapáninaTengo 42 años. Nací en Kazajistán y vivo en Moscú. Casada, tengo un hijo (7) y una hija (9). Licenciada en Farmacia, pero siempre me he dedicado al deporte. Mi lema es: “Si te metes en algo es para ser el primero”. No hay profesional de deporte de riesgo que no crea en Dios.

Sirena del aire

Desde tierra es difícil imaginar que aquel avión Sukhoi 29 de 400 caballos de potencia –capaz, entre otras proezas acrobáticas, de realizar un giro de 360º sobre el eje– que el pasado domingo surcó los cielos de Barcelona estaba pilotado por una especie de sirena del aire: alta, delgada, cabello rubio ondulado, uñas nacaradas, zapatitos de tacón… Además de una preciosidad y una voluntad muy trabajada, Svetlana está considerada la mejor mujer piloto de acrobacia aérea de todos los tiempos. Ha conseguido hasta el momento 38 medallas de oro en diferentes campeonatos internacionales y ha ganado el Campeonato del Mundo de acrobacia aérea durante siete años consecutivos.

¿Qué le dice a Dios antes de tocar las nubes?

No le digo ni le pido nada. Yo quiero ganar, pero por encima de ganar quiero que a mi rival le vaya bien.

¿…?
Dios nos observa y estoy convencida de que si deseas el bien a los demás, si haces algo bueno por los demás, te lo compensará.

Pero no pueden ganar los dos…
Sé que es difícil de entender, pero sería algo así como: Yo le deseó el triunfo, de corazón, pero me organizo para ganar. Mi mayor rival soy yo misma.

¿Desde cuándo?
Lo de volar llegó como llega en invierno la nieve. Llegó porque tenía que llegar. Y siendo niña me comprometí conmigo misma a ser la mejor en lo que acometiera.

¿De qué tipo de familia viene?
Muy humilde.

¿Por qué estudió Farmacia?
Me preparé para hacer la carrera de Educación Física, pero ocurrió algo que me decepcionó profundamente y mi madre me propuso estudiar Farmacia, que era su sueño.

¿Qué fue eso que tanto la decepcionó?
En el examen de ingreso quedé primera en todas las pruebas, pero existía mucha corrupción entre los seleccionadores y me bajaron la puntuación para asegurarse de que sus protegidas entraran en la lista. Protesté y me dijeron que estaba seleccionada, pero arrancar mi carrera aceptando el juego sucio era abonarme al sufrimiento y renuncié.

¿Qué tal le fue de farmacéutica?
Sólo trabajé como tal cuatro meses. Mientras estudiaba decidí saltar con paracaídas y cuando me fui a informar, vi la posibilidad de estudiar pilotaje y decidí probar.

Curioso.
Yo no era una niña que soñaba con volar, así que creo que fue el destino. Me apunté sin pensarlo, y tras dos meses de teoría.

… Llegó la hora de subirse a un avión.
Sentí una libertad que jamás había sentido. Y debo agradecerlo.

¿A quién?
En la Unión Soviética había una organización que ayudaba al Ministerio de Defensa a motivar a jóvenes para que hicieran la carrera militar. Te podías apuntar a conducción deportiva, acrobacia aérea, submarinismo… Eran escuelas de altísima calidad. Por desgracia, con la perestroika desaparecieron.

¿Cuántas chicas había en su clase?
Siete chicas y siete chicos, pero la gran mayoría de las chicas acabaron dejándolo, yo no pude… Cuando estoy en el aire no siento el cuerpo, no existe la sed, ni el hambre, ni el cansancio, ni las penas.

Caray.
Cuando sientes que el avión y tú sois una sola pieza, alcanzas la felicidad. Para volar has de sentir cada partícula del avión, y los que volamos sabemos que cada avión tiene su carácter, su alma.

¿Alma?
A cada avión de la escuela le dimos un nombre y decoramos su carrocería. Uno se llamaba Tigre, era un avión muy agresivo. Cereza se comportaba como una cereza borracha; Cocodrilo volaba pesadamente.

¿Cuál es su relación con la muerte?
De joven siempre estaba dispuesta a cualquier locura. Pero cuando tuve hijos, la cosa cambió, empecé a sentir miedo, y ahora soy mucho más exigente con la preparación del avión. Soy feliz y eso te ata a la vida.

… Pero no aleja los accidentes.
He tenido muchos: rotura de hélice, se me abrió y saltó la cabina en vuelo, se me paró el motor, se me rompió el cinturón en plena pirueta. En estos momentos el tiempo se ralentiza, todo sucede a cámara lenta.

También ha competido con hombres.
Sí, y he ganado muchas medallas, pero nunca un campeonato del mundo, es imposible.

¿Por qué?
Son los jueces los que deciden y este es un deporte de hombres. Hace un par de años competí con hombres en España y fui la mejor. Quedaba un solo participante y oí como le advertían: “Sólo esperamos de ti que no cometas fallos”. Y aunque los cometió, se llevó él la copa. Los pilotos españoles son buenísimos, no deberían temer a las mujeres.

Grave acusación.
En este deporte lo que se valora es el arte y es muy difícil decidir quién es el mejor. Yo no soy feminista, sé que en algunos deportes las mujeres no podemos competir con los hombres porque ellos son de naturaleza más fuerte, pero no es el caso de la acrobacia aérea en la que hay excepciones, y cuando las hay, los hombres no pueden soportarlo.

Vaya.
Estoy en contra de que en el vuelo acrobático separen a hombres y mujeres, podemos competir. La mujer tiene más fuerza en su alma.

Usted debe de ir rompiendo corazones por el mundo.
… Y me siento muy halagada, pero prefiero que guarden sus corazones en sus pechos. En China, como en tantos otros sitios, volaba con una patrulla rusa de siete aviones, lo que implicaba un equipo de más de cien personas. Yo era la única mujer.

¿Qué le hace a uno ser el mejor entre los mejores?
No se trata de hacerlo bien, sino de hacerlo siempre mejor. Lo fundamental es entender que puedes ganar o puedes perder, pero el que se descubre a sí mismo siempre gana… A mí todavía me queda camino.

La Contra: “El que se descubre a sí mismo siempre gana” – Svetlana Kapánina


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