Duquesa de Parma
Isabel de Farnesio nació el 25 de octubre de 1692 en la ciudad italiana de Parma. Era la segunda hija del entonces heredero del ducado de Parma, Eduardo Farnesio y Sofía Dorotea de Baviera-Neoburgo. Como miembro de la familia dominante en el ducado de Parma, Isabel tuvo una infancia acomodada y recibió una exquisita educación de la mano de los profesores más reputados de su tiempo. La pequeña Isabel aprendió gramática, historia, varios idiomas y adquirió conocimientos artísticos como la música, el baile o la pintura. Isabel se estaba formando para ser una buena princesa, digna de su estirpe y posible moneda de cambio en alguna corte europea. Pero unas viruelas infantiles dejaron en su rostro unas marcas nada favorecedoras que hacían de su físico un inconveniente a la hora de buscarle un candidato adecuado. Isabel tendría que compensar sus defectos físicos con sus conocimientos, su inteligencia y su capacidad de manipulación. Cuando tenía poco más de un año, el príncipe Eduardo fallecía y su tío, Francisco Farnesio se convertía en su padrastro al casarse con su madre. Meses antes había muerto también su hermano mayor, Alejandro, quedando Isabel la tercera en la línea sucesoria del ducado de Parma por detrás de su padrastro Francisco y su otro tío Antonio. Ambos se convirtieron en duques de Parma pero ninguno tuvo descendencia por lo que Isabel de Farnesio se convertíría en duquesa de Parma. Reina de España El 14 de febrero de 1714 fallecía la dulce y amada reina de España María Luisa de Saboya, primera esposa de Felipe V con quien había tenido dos hijos y herederos al trono español. Los consejeros del rey, entre ellos la todopoderosa princesa de los Ursinos, empezaron a buscar una nueva esposa para un Felipe V de aún 30 años y con posibilidad de ampliar la descendencia.
La princesa de los Ursinos no quería a su lado a ninguna muchacha casadera que fuera demasiado dominante. Necesitaba a una princesa moldeable, algo que no iba a ser Isabel de Farnesio quien sin embargo, se coló en el primer puesto de la lista de candidatas gracias a las negociaciones del futuro cardenal Alberoni quien no dudó en presentar a la duquesa de Parma como una joven sumisa y de fácil trato.